2Doc AU : The Sugar Robber

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—Verás, Niccals, el juicio será pasado mañana. Y necesitamos prepararnos lo mejor posible para probar tu inocencia.— El abogado Anders estaba sentado a un lado de Murdoc, dentro de la celda. El oficial Phillips les había permitido hablar así.
El azabache estaba serio, y casi no prestaba atención a lo que el abogado le decía. Pero hacía un esfuerzo por solo captar las palabras clave en aquella conversación.

Juicio. Pasado mañana. Probar mi inocencia.

—Tch, no me diga que me prepare. Estoy listo para ser condenado.
—¿No vas a siquiera hacer un esfuerzo por salir de esta?
—No.
—¿Por qué no quieres ser libre?
—Ya no me importa. Admito que soy un ladrón, y que pueden encerrarme por mil años si así lo desean.— Murdoc se levantó. Se puso frente a una pequeña ventana con barrotes que daba directamente a la calle. El abogado le miraba sin ninguna expresión.
—¿Estás seguro que no importará si quedas preso?
—Seguro.

No importará. Quedaré preso.

—¿No hay nadie que te espere en casa? Muchos quieren ser libres por eso.
—No.

Nadie.

—¿Seguro? Porque allá afuera vi a un lindo muchacho... ¿No te es conocido?
—No.

Lindo muchacho.

—Estaba sentado en el suelo, susurrando tu nombre. Qué extraño.
—No veo razón por la cual conociera mi nombre.

Susurrando mi nombre.

—Todo en él era extraño a decir verdad. Tenía el pelo azul, y unos ojos negros completamente. Daba miedo.
—Algún excéntrico o "freak" quizá.

Pelo azul. Ojos negros.

—Es tan extraño, pero tiene un nombre muy común en verdad. Se llama Stuart.

Stuart.

Murdoc se alejó de la ventana. Volvió a sentarse junto al abogado, desviando la mirada y tratando de cambiar el tema.
—Eh, vaya... El callejón de al lado de verdad que está lleno de graffiti, ¿no es así?
—Niccals, no es por nada, pero hasta un tonto sabría que hay algo entre Stuart y tú.
—No lo hay.
—No trates de negarlo. Tu mirada cambió cuando lo mencioné.
—Solo cállese y siga con su estúpido papeleo.— Murdoc le dió la espalda al abogado, entreteniéndose al revisar sus uñas. Anders sacó una libreta de bolsillo y un bolígrafo de tinta roja.

—¿Qué pasó entre ustedes como para que rompieras tu amor por él?
—¿Qué le importa?
—¿Fue su pregunta sobre las parejas?— Murdoc abrió más los ojos, manteniéndose callado. Titubeó un poco.
—T-tal vez...
—¿Cuál fue el problema?
—¿El problema? ¡Ese tonto solo me quería para sexo!
—¿Oh, sí?
—Lo tengo muy claro... Si uno siente amor y el otro solo desea sexo, es una pérdida de tiempo. Y yo le sentía amor. Y escucharlo hacer esa maldita pregunta... ¡Agh, mierda!

Murdoc pateó la pared enfadado. El abogado se quedó pensando un momento. Después de unas anotaciones, llegó a una chistosa conclusión.
—Jaja, vaya que ustedes son todo un caso...
—¿Por qué se rie?
—Oh, pues... Es que Stuart creyó que tú eras quien solo lo buscaba por sexo.
—¿Qué? No es verdad.
—Sí que lo es.— Murdoc se rio ante el comentario. Hubiera continuado si la cara del abogado no hubiese sido seria. En un momento, todo en su mente se aclaró. Y se sintió la peor persona del mundo.
—Oh, mierda...

Murdoc se propinó una cachetada a si mismo. El abogado se preocupó un poco al ver la fuerza con la que lo hizo.
—¿Estás bien?
—¡No, no estoy bien! Todo este tiempo pensé que Stuart era un tonto... ¡Y yo soy el tonto!
—Tampoco es para que te insultes así.
—¿Cómo no voy a hacerlo? Alejé a Stuart de mí cuando él más me deseaba. Él pensó que yo era el del problema, y yo pensé lo mismo de él... ¡Agh, maldita sea, Stuart! ¿Por qué tenías que ser tan complicado?
—Bueno, de verdad que ambos son complicados...

Murdoc volvió a ponerse de pie, mientras se sujetaba el cabello con desesperación. Todo este malentendido los había obligado a separarse, y Murdoc de verdad estaba arrepentido.
Después de todo, Stuart también había hecho grandes cosas por él. Lo amaba, y él a Stuart.
Y su enojo lo había cegado. Y ahora iba a perderlo si no hacía algo rápido.
"¿Qué hago? ¿Qué hago?" se preguntaba constantemente al caminar alrededor de su celda de un lado a otro. El abogado trataba de no reírse ante la escena.
—¡Pero que tontería más grande acabamos de cometer! Somos la peor pareja que ha existido...
—Y supongo que ahora deseas ir a disculparte y recuperar a Stuart.
—¡Sí! Tengo que hacerlo, tengo que ir a disculparme y a decirle lo que en verdad siento por él.
—Pero estás preso, y la única forma de hacerlo es ganar el juicio... ¿O me equivoco?

Murdoc se le quedó mirando al abogado. Tenía razón. Demasiada razón en realidad.
—¿Qué clase de abogado es usted?
—Soy de esa clase que es psicólogo y abogado al mismo tiempo, jeje... Pero eso no importa ahora, lo importante es sacarte de esta situación.
—¡Por favor! Haga lo mejor que pueda abogado... ¿Sandler?
—Anders. Abogado Anders.
—Abogado Anders, se lo ruego... ¡Ayúdeme a salir de aquí!— El abogado sonrió al ver que Murdoc ahora sí le prestaba atención. Tomando algunas notas más, miró a Murdoc y a su rostro suplicante.

—Bueno, lo primero que debes saber es que si ganas el juicio no serás completamente libre. Tal vez te den servicio comunitario.
—No me importa. Con que pueda ver a Stuart seré feliz.
—En ese caso, podemos proseguir con el resto.— El abogado se sentó de una forma más cómoda. Murdoc lo imitó.
—¿Qué debo hacer?
—Es simple. Stuart ya me ha contado todo sobre tu historia juntos, pero me falta tu versión de ella. Así que solo deberás decirme todo.— "Stuart es un chismoso... Pero es mi chismoso" pensó Murdoc. Cruzando sus brazos, miró seriamente al abogado.
—¿Y eso en qué nos servirá?
—Vamos a darle una buena historia rómantica al jurado. Son blandos, ¿sabes? Y te tendrán piedad.

Murdoc no estaba tan convencido de que aquello funcionaría, pero aceptó de todos modos.
—Hmm... Bueno, pero será tardado.
—No te preocupes, puedo quedarme toda la noche... Además, hay otra cosa que me gustaría saber. Es sumamente esencial.
—¿Qué?
—¿Por qué robas azúcar?

Murdoc hizo una sonrisa burlona ante aquella pregunta.
—Bueno... Esa es una historia bastante curiosa...

Y empezó a narrar.

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