2Doc AU : The Sugar Robber

🍰🍪🍩☕

Stuart volvió de las celdas abrazándose a sí mismo. Esperaba lo mejor para Murdoc, y que pudiese por lo menos obtener una condena no tan larga. Pues lo amaba, y aunque Murdoc quisiera olvidarlo, Stuart sabía que muy en el fondo, Murdoc todavía sentía algo por él.
Pero por ahora, su amor estaba roto.
Solo era cuestión de tiempo para que Murdoc recapacitara.
Después de todo, si lo amaba, ¿eso no sería una buena excusa para que hubiesen cantado juntos sobre lo mucho que iban a extrañarse?

Stuart estaba a punto de retirarse, cuando de pronto un hombre se le atravesó en el camino.
—Oh, disculpa, no vi que venías para aquí.
—No se preocupe...— "Creo que nadie me mira aquí..." pensó mientras se dirigía a la puerta. El hombre insistió en hablarle.
—Hey, tienes una linda voz... Te escuché cantar allá adentro.
—Gracias.— Stuart trató de evitar al hombre, pero el hombre decidió atraer su atención.
—¿Sabes? Soy el abogado de Niccals. Es por eso que sentí curiosidad hacia ti.— Peor aún. Stuart no quería saber nada del juicio. Nada de eso. Nada de nada. Además, no quería reclamarle algo que lo terminaría callando como con el oficial Phillips.
Cuando estuvo a punto de retirarse, el abogado decidió usar su última carta.
—Con permiso, señor.
—¡Conozco una forma de que no condenen a Niccals!

Stuart se detuvo. Volteó para ver al abogado, quien le sonreía levemente. Ya no pensaba en irse a casa

—¿Qué tiene en mente?
—Abogado Anders, un gusto.
—Stuart Pot, el placer es mío.— dijo mientras estrechaban sus manos.

🍪

Ambos se encontraban comiendo un aperitivo en un puesto de comida cercano a la comisaría. El abogado Anders hablaba mientras comía, algo desagradable. Stuart trataba de no mirarlo cuando lo hacía, más por asco que por educación.
Una vez que engulló la mitad de su bocadillo, el abogado miró sonriente a Stuart.

—Hmph, disculpa... Entonces, Stuart, dices que quieres ayudar a sacar a Murdoc de la cárcel.
—Sí, señor, pero él me pidió que no fuera a su juicio.
—Mi cliente seguro tendrá sus razones.— Dijo mientras se limpiaba la boca con una servilleta.
—Sr. Anders... ¿Qué es lo mínimo de condena que puede recibir en caso de no ser encontrado inocente?
—Un año a lo mucho. Pero, acá entre nos...— Se acercó a Stuart, como si lo que fuese a decirle fuera un secreto bastante importante.—... Puedo convencer a la corte de que no esté en la cárcel.

El peliazul puso especial atención en eso. El hecho de que si todo salía bien podría seguir viendo a Murdoc, lo alegraba profundamente. Pero aún tenía sus dudas.
—Y entonces, ¿cómo va a pagar lo que ha robado?
—Con servicio comunitario, por supuesto.— Stuart se alegró aún más. Terminó con gusto su bocadillo, y prestó más atención al abogado.
—¿En serio puedo lograrlo?
—Claro que se puede. Pero, necesito de tu ayuda, Stuart. Tal vez Murdoc no desee que estés en su juicio, pero hay algo muy importante que tu sabes.
—¿Qué?
—Su historia.

Stuart reflexionó. Era verdad, él podría servir de algo en eso. Debido a su investigación para descubrir el por qué Murdoc robaba azúcar, tenía mucha información acerca de él. Y bueno... También debido a su relación con él.
Sin dudarlo más, Stuart aceptó ayudar.
—¿Qué tengo que hacer?
—Solo cuéntame todo sobre ustedes. Supuse que eran pareja al verlos llorar así.
—Es cierto...
—Vamos, dime qué tienes que ver en este caso, ya sea rómantico o no.

Y entonces Stuart comenzó a narrarle la historia que todos nosotros ya conocemos.

☕

La tarde ya era entrada, y sus colores rosáceos y anaranjados adornaban el paisaje. El abogado estaba algo conmovido después de haber escuchado la historia. A Stuart le seguía doliendo el contarla.
—... Y pues ahora lo encontré a usted, y espero que esta historia le sirva de algo.
—Es muy útil, Stuart. Junto a la investigación que hiciste para descubrir sus motivos, esta será una buena ayuda.
—Me alegra que le sirva.— Stuart y el abogado caminaron de vuelta a la comisaría. Siguieron hablando en el camino.
—¿Pero nunca supiste el motivo por el cual Murdoc robaba azúcar?
—No, Sr. Anders. Nunca lo supe.
—Tendré que preguntárselo a Niccals directamente...

Llegaron a la comisaría, donde el abogado tendría ahora que hablar con Murdoc. Stuart aún así trató de hablar un poco más con el abogado.
—Sr. Anders, ¿en qué le servirá mi historia?
—Bueno, los tribunales aman escuchar buenas historias.
—¿Y por qué no contarla yo mismo?
—Porque eres muy sentimental. Tiene que decirla alguien que esté siempre serio, o sino el juicio se volverá novela.— Stuart estaba confundido. "Qué contrariedad que amen las historias sentimentales, pero narradas sin sentimiento alguno" pensó, rascándose la cabeza.
—Creo que esa sería la razón por la cual Murdoc no quiere que vaya a su juicio...
—Tal vez, quién sabe.

El abogado estaba a punto de entrar a la comisaría, pero Stuart lo jaló de la manga larga que usaba.
—Sr. Anders... Por favor, haga lo mejor que pueda para que Murdoc no esté en la cárcel.
—Te garantizo que haré lo mejor posible.
—Y por favor, vaya a buscarme al finalizar el juicio. Así sabré qué pasó...— El abogado asintió con la cabeza, y entró a la comisaría.
Stuart no tenía más que hacer ahí, y por lo tanto, se retiró a su hogar.

Mientras, el abogado Anders fue recibido por el oficial Phillips. Ambos se saludaron con una inclinación de cabeza.
—¿Todo bien con el joven?
—Sí, acaba de darme información relevante para el juicio. De verdad que ama a ese ladrón...
—Ni que lo digas.
—Como sea, no quiero ser yo quien le rompa las esperanzas. Así que lo mejor serán ponerme en acción ya.— El oficial asintió y llevó al abogado hasta las celdas.
Ambos se pusieron frente a la celda de Murdoc, quien les dirigió una mirada seria a los dos. Sus ojos bicolor estaban rojos debido a las lágrimas derramadas hace un buen tiempo.

—¿Qué mierda quieren?
—Oye, más respeto, Niccals, que no se te olvide que estás bajo la ley.
—Tranquilo oficial, yo me hago cargo.— Dijo el abogado dejando su maletín en el suelo.— Soy el abogado Anders. Y he venido a ayudarte a salir de aquí.

🍩