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Ya era de noche, y Stuart se encontraba en su departamento. Acostado en su cama, se aferraba a las sábanas, y su cabeza estaba hundida en la almohada. Estaba tratando de dormir, pues si dormía, el tiempo pasaría más rápido y sabría acerca del juicio más pronto.
Pero su mente trabajando no le permitía el sueño.
Pensaba en cómo el veredicto del juez le afectaría de por vida.
Por una parte, si Murdoc salía libre, tendría que hacer trabajo comunitario. No era tan malo, pero tal vez se verían menos tiempo. Y aún si lo veía, no sabría qué decir. Debido a su drámatica despedida (y los problemas que la provocaron), sería algo extraño volver con él tan repentinamente.

¿Y qué tal si Murdoc no deseaba regresar? Tal vez si pueda conseguir la libertad, pero, ¿qué tal si se olvida de Stuart como prometió?
Stuart trataría de entender eso. Trataría de que Murdoc sea feliz, a pesar de que eso le cueste su propia felicidad al peliazul.
Dicen que el amor te hace sacrificar muchas cosas. Y Stuart estaba seguro de eso.
Volviendo con el juicio, también existía la posibilidad de que Murdoc fuera condenado. 5 años en prisión, eso había dicho el oficial Phillips. ¿Qué haría con 5 años sin él?
Murdoc de seguro ya habría olvidado todo acerca de él, y si salía de la cárcel, no es seguro que vaya a buscarlo. Ya sea Stuart a Murdoc, o viceversa, ninguno de los dos tendría el atrevimiento de buscarse.

Y si Murdoc lo buscaba, ¿seguiría sitiendo algo por él? Tal vez tantos años en soledad le hagan sentir la falta de compañia. Y entonces Stuart tal vez esté dispuesto a volver a lo suyo.
¿Pero Stuart seguiría siendo el mismo también? Porque también Stuart puede olvidar, y si lo hacía, Murdoc se llevaría una gran decepción.
¿Y si Stuart había encontrado otro amor? ¿Qué tal si en ese entonces ya estaba casado? ¿O con hijos?
Aquellas ideas eran borrosas, pues Stuart no podía verse al lado de nadie más que no fuese Murdoc. Pero si él salía preso, no queda de otra...
Demasiados "pero" rondaban la cabeza de Stuart, quien a cada nuevo pensamiento deseaba más y más porque todo estuviera bien.

Stuart despegó su cara de la almohada al escuchar unos golpes en la puerta. Se preguntó quien andaría afuera a esa hora. Volvieron a tocar. Stuart se levantó y peinó algunos de sus cabellos antes de ir hacia la puerta.
—Un momento...— Casi sin mirar de quién se trataba, Stuart abrió la puerta.—¿Qué se le ofrece?
—Murdoc.
—¿Uh?— Al levantar la vista, descubrió que se trataba de aquel hombre que acompañaba a Murdoc antes de su sobredosis de azúcar. Se sintió nervioso.
—Soy el hermano de Murdoc.
—¡Por favor, no me golpee! Y-yo no hice nada.
—Hey, tranquilo. No voy a golpearte.
—¿No?
—Dije eso la otra vez, pero no vengo a golpearte. Solo quería saber si Murdoc estaba aquí.

Stuart llegó a la conclusión de que Hannibal no sabía nada sobre el juicio. Tal vez a la familia Niccals de verdad que no le importaban ni sus propios integrantes.
—No... Murdoc no está aquí.
—Hmm, bueno. Es raro de él no presentarse en el trabajo...
—Sí...
—Bueno, si lo ves, dile que no deje la licorería sola. Adiós.
—Adiós...— Hannibal se retiró, caminando por el pasillo. Stuart cerró la puerta tras de sí, dirigiéndose a dormir.

Si tan solo Hannibal supiera que Stuart ya no tenía permitido visitar a Murdoc...
Además, ¿qué podría decirle en caso de que si pudiese verlo?

Mudz, tu hermano dice que no puedes dejar la licorería sola .
Y no puedes dejarme solo atambién...

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Al día siguiente, Stuart estaba listo para volver al trabajo. Al entrar de nuevo en la cafetería, observó a Del y a Noodle conversando. Ella le enseñaba la oficina de Russel, donde él trabajaría a partir de ese día.
Stuart los saludó alegre mientras se ajustaba el delantal.
—Hola a los dos.
—Hola, Stu, ¿qué tal todo?
—Más o menos... Pero eso no importa.— Noodle supo inmediatamente de qué se trataba. Aún así, trató de no meterse por el momento en ese asunto.
—Bueno, ¿puedes ayudarme a barrer?
—Claro, no hay problema.

Stuart se retiró en busca de la escoba. Noodle le dirigió unas últimas instrucciones a Del.
—Y pues... En el cajón de la derecha están las facturas que hay que revisar, ¿entendido?
—Sí, Noods... Aunque no sé cómo pudo confiarme el trabajo a mí, digo, soy un asco en matemáticas.
—Tranquilo, Russ guarda una calculadora en el cajón de abajo, te servirá. ¡Suerte, Del!— Noodle dejó que Del se instalara en la oficina, segura de que haría un buen trabajo. Se encontró con Stuart, quien ya estaba barriendo el suelo. Sonriente, decidió no asustarlo esta vez, y solo se sentó en una mesa cercana.

—Oh, hola, Noods.— Dijo el peliazul al verla.
—Hola, Stu.
—Me alegra volver a trabajar aquí... Extrañaba venir.
—Sí, yo igual... Oye, Stuart, tengo una duda.
—Dime.— Stuart empezó a barrer debajo de las mesas.
—¿Qué pasará con Murdoc?— Al oír la pregunta, Stuart se levantó de golpe, pegándose levemente en la cabeza. Noodle lo observó, divertida.
—¡Ouh! Ay...
—¿Estás bien?
—Sí, sí... Perdón, ¿cuál era la pregunta?
—Te pregunté sobre qué pasará con Murdoc.
—Oh, eso... Va a ir a juicio.
—¿Cuándo?
—No lo sé, tal vez hoy, o mañana... La verdad no quiero saber.
—¿Por?
—Existe la probabilidad de que al enterarme de su sentencia me deshaga en pedazos... Y no quiero sufrir más.

Noodle recargó su rostro en sus palmas. No sabía exactamente qué sentir al respecto, pero trató de ser compresiva.
—Bueno... ¿Pero si queda libre?
—No lo sé... Después de todo lo que vivimos, no estoy seguro de volver...
—Oh, ya veo...— Noodle se sintió algo triste ante esa respuesta. Stuart también. Dejó de barrer, y apretó su delantal contra su pecho, recordando en todo lo que había pensado la noche anterior.

La tristeza lo había invadido, sí, pero en su corazón todavía existía una flama pequeña que ardía en espera de alguien más. Stuart elevó su rostro hasta divisar uno de los platitos donde se ponían los dichosos sobres de azúcar. Sonrió esperanzado.

—Aunque, no me molestaría darle una segunda oportunidad...

Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, una celda se estaba abriendo sin aviso.

2Doc AU : The Sugar RobberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora