2Doc AU : The Sugar Robber

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—¡Quítate de encima, Stuart!— Paula trató de empujar al peliazul. Él no quiso ceder y aumentó su agarre.
—¿Tú eres el ladrón?
—¿Ladrón? ¿No he entrado al local todavía y ya saben a lo que iba?
—Pero... Nunca entraste al café, ¿cómo robabas el azúcar?
—¿El azúcar? Eso no se roba, tonto.— Paula miró a su novio con cara de perrito suplicante.— Mejor déjame ir, ¿sí? Y esto no se repetirá...— Acariciando su brazo, trató de convencerlo. Stuart no comprendía el asunto. Si ella no era el ladrón de azúcar, ¿qué hacía ahí entonces?

—¿Qué rayos haces, Paula? ¿Por qué quieres robar el lugar?
—¿Por qué otro motivo lo haría? Venganza. Dulce venganza...
—¿Eh?
—¡Esta jodido cafetería despidió a su mejor empleada y ni siquiera le dieron una despedida amable! Vengo a robar el dinero que me pertenece.

Stuart escuchó con los ojos en lágrimas. "Su mejor empleada", "Despedida", "Echada del lugar". Entonces, Stuart sintió su corazón partirse.
—Paula... Tú fuiste...
—¿Qué?
—¡Tú eres la Paula que se acostó con un cliente!
—Hmph... Veo que el gordo te contó sobre eso... Así es, Stuart. Yo me acosté con un cliente...
—Entonces, ¿me engañaste todo este tiempo?
—Seis meses. Y nunca te diste cuenta... Eres más tonto de lo que pensé.

Stuart vio su relación pasar por sus ojos. Todo este tiempo, Stuart le había entregado el corazón a Paula. Y ella, a cambio, le había sido infiel. ¿No significó nada para ella todas esas canciones de amor que le dedicaba día a día? Stuart estaba destrozado.

—Paula... Terminamos.
—No sabes la alegría que me da escuchar eso...— Respondió cínicamente. Stuart no pudo haber sido más humillado.
—¡Paula Cracker, eres la persona más ruín que pude haber conocido! ¡No solo jugaste con mis sentimientos, sino que también trataste de robar la cafetería!
—Lo admito, hice todo eso... Y si tanto me odias ahora, será mejor que me dejes ir.
—¡El único lugar al qué irás, será al tribunal!— Gritó Russel Hobbs, desde la calle. Ya los esperaba con una patrulla.

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Los oficiales se llevaron a Paula en la patrulla. Stuart se quedó con Russel, quien se había sentado con él en la banqueta. Todavía tenía rastros de lágrimas en los ojos.
—Vaya, quién lo diría... Todo comenzó con un ladrón pequeño y atrapamos a una gran mentirosa...— Russel trató de animar a Stuart, pero no parecía funcionar.
—Ahora entiendo por qué Noodle no quería contarme de ella...
—Stuart, no pienses en Paula así. Ella no vale la pena... Mira, seguro que te olvidarás de esto muy pronto y conocerás a una linda chica en el café.— El jefe le dio una palmada en la espalda a Stuart. Él, en cambio, solo suspiró y miró a Russel.

—Sr. Hobbs... ¿Cómo supo que iba a estar aquí?
—Bueno, descubrí uno de tus papelitos. Estaba tirado en el piso. Entonces supe que te tomaste el asunto de forma seria y decidí apoyarte. ¡Y mira que conseguimos algo mejor!
—Ya veo...
—Stu, ya no te preocupes por el ladrón. Solo son sobres insignificantes. Pero como dije antes, gracias por preocuparte por el local.— Russel se levantó y se ajustó el abrigo.

Stuart también se levantó y tomó su bolsa blanca. Russel se retiró en su auto, después de despedirse de Stuart. El peliazul solo se quedó mirando al letrero del local.

Russel, Noodle... Todos consideraban el asunto del ladrón como un juego. Stuart apretó sus puños con fuerza. Miró al cielo con las lágrimas todavía en sus cuencas.
—Sr. Ladrón de azúcar... No pienso descansar hasta encontrarlo. Aunque mi jefe no me ayude, pero lo haré... ¡Yo mismo voy a llevarte a la cárcel!

Stuart se fue a su apartamento, con la mirada cabizbaja. Debía descansar después de todo lo sucedido.

A lo lejos, en una esquina, se recargaba una sombra. La luz del farol solo reflejaba en sus ropas. Y el humo de su cigarrillo se elevaba al cielo nocturno.
Sonrió divertido al haber presenciado aquella escena completamente sin que nadie se diera cuenta.

Sacó un sobre de azúcar de su bolsillo, y vació su contenido en su boca.
—¿Atraparme? Eso será díficil... Pero quiero ver que lo intentes.

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