La noche caía sobre la ciudad y los empleados de Gorillaz se preparaban para volver a sus casas. Stuart permaneció sentado mientras Noodle y Russel terminaban de apagar las luces del local.
Desde aquel acto con Murdoc, no dejaba de pensar en él. ¿Por qué lo había hecho? ¿Esa es su forma de negociar con todos?
Stuart estaba confundido. Quería explicaciones. Pero también había una parte de él que le decía que no le volviese a hablar.
Era su amigo. Pero también es el ladrón.—Todo listo, Stu, es hora de ir a casa.— Dijo Russel abriendo la puerta del local.
—Claro Sr. Hobbs...— Todos salieron a la calle. El frío azotaba en la cara del peliazul, lo que provocó que pusiera sus manos en su cara para calentarse.
—Nos vemos mañana, chicos.
—Hasta mañana, Russ.— Noodle subió a una bicicleta, mientras que Russel iba a su auto. Stuart los despidió agitando su mano.
—Sí... Hasta mañana...— Suspiró en cuanto la japonesa y su jefe se perdieron de vista.
Stuart puso sus manos en sus bolsillos. Atravesó la calle, dispuesto a llegar directamente a su hogar.
Necesitaba pensar, y mucho.Cuando hubo caminado una calle, Stuart miró la puerta de una farmacia abrirse frente a él. Cuál sería su sorpresa al darse cuenta que era Murdoc quien salía de ahí.
Lo miró algo nervioso. El azabache también miró a Stuart.
Sonrió levemente mientras guardaba su cartera en el bolsillo.
—Hey 2D...
—M-murdoc... ¿Qué haces aquí?
—Vine por un encargo. ¿Ya te vas a casa?
—Sí, a eso voy. Con permiso.— Stuart trató de evadirlo, pero Murdoc le bloqueó el paso.
—Déjame llevarte, traje mi auto.
—No es necesario, estoy cerca.— Stuart dirigió su mirada a otro lado, ignorando a Murdoc.
—Oh, vamos, insisto. Es lo menos que puedo hacer...
—No, de verdad... No es para tanto...— Repentinamente, Stuart sintió su abrigo ser jalado bruscamente. Murdoc volvía a tener la misma cara seria de antes.
—¡Que subas al maldito auto!— Gritó Murdoc en la asustada cara de Stuart.—Ejem... Por favor.Stuart no dijo nada más. No podía negarse. Murdoc sonrió de nuevo, y sacó las llaves de su auto.
—E-está bien...
—¡Genial! Ven, está por aquí.Stuart siguió a Murdoc hasta un parquímetro cercano. Estacionado ahí, un auto negro, con aspecto antiguo pero elegante y una estrella blanca en el costado los aguardaba.
—¿Es este?
—Lo llamo Stylo. Lindo, ¿no?
—Sí, seguro...— Stuart y Murdoc ingresaron al Stylo.
—¿Sabes? Cuando era pequeño, me gustaba meterme en el Stylo y pensar que era un submarino.
—... Que bien.— Murdoc observó su intento de romper el hielo desvanecerse. Stuart era díficil.
Después de que se hubiesen puesto el cinturón de seguridad, Murdoc encendió el auto.
—¿A dónde te llevo?
—Solo ve derecho unas 5 cuadras más y das vuelta a la derecha.— Stuart puso su mirada en el espejo retrovisor.— De verdad está muy cerca.Murdoc ignoró lo último que Stuart había dicho. Condujo hacía aquella dirección sin prisa.
Con una mano, le tendió a Stuart una bolsa de la farmacia.
—Ten, algo para ti. Es una pomada para tu... Ya sabes.— Stuart tomó una cajita blanca. Recordó lo ocurrido con Murdoc en la cafetería. Agitó la cabeza tratando de borrar ese recuerdo mientras guardaba la pomada en su abrigo.
—Gracias...
—No es nada. Así no pareceré tan malo contigo...— Murdoc se detuvo frente al destino de Stuart. Sin embargo, no salieron del auto.—No soy un violador desconsiderado como crees.Murdoc encendió un cigarrillo. Ofreció uno a Stuart, pero se negó.
—No, no... Solo fumo de vez en cuando.
—Como quieras.— Dándole una calada al cigarrillo, Murdoc expulsó el humo por la ventana del auto. Stuart suspiró al mismo tiempo que miraba a Murdoc.
—Mudz... ¿Por qué me hiciste eso?
—Te dije que es un trato.
—Sí, pero... ¿Por qué sobornarme con sexo, y no con dinero?
—Porque a ti no te interesaría.Dejando caer polvo del cigarrillo sobre un cenicero, el azabache miraba serio a Stuart. Sus miradas cruzadas transmitían una especie de vibra extraña.
—¿Por qué no me interesaría? Todos aman el dinero...
—Pero tú y yo no. Si te interesara el dinero, no se lo darías a Sebastian.
—¿Conoces a...?
—Es mi padre. Llegó el viernes casi borracho a casa gritando que cenaríamos langosta. Pagada con tu dinero.Stuart se quedó sorprendido. "El mundo es un pañuelo" pensó, pues el padre de su amigo era uno de los que más le hacía sufrir. Sumado a eso, la experiencia que había tenido con Murdoc, no le daba una buena impresión de la familia Niccals.
—Al menos tuviste una buena cena...
—Por otro lado, no hubieras aceptado el dinero. Insistirías en llevarme frente a las autoridades por unos simples sobres de azúcar.
—No importa qué tan pequeño sea, es un robo después de todo.
—Tienes un buen sentido de la justicia. Eso me gusta.— Murdoc sonrió y se aproximó a Stuart.El peliazul se puso nervioso. Cerró los ojos mientras su cuerpo se tensaba. Murdoc se acercó a su oído de forma seductora.
—No te me acerques...— Ignorando a Stuart, el azabache soltó un gruñido.
—Además... Nuestro trato me hace más cercano a ti...— Puso su mano sobre el hombro de Stuart, quien lo retiró rápidamente. Quitándose el cinturón, Stuart abrió la puerta del auto con un sonrojo.
—¡Gracias por traerme, adiós!Stuart cerró la puerta del auto. Corrió hacía su edificio, donde subió las escaleras a toda prisa. Usar el elevador no era una opción cuando se trata de huir.
Murdoc se rio dentro del Stylo. Lo volvió a encender mientras miraba a Stuart esconderse en la seguridad de su edificio.
—Hasta mañana, 2D...🍪
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2Doc AU : The Sugar Robber
FanficStuart Pot decide trabajar en una cafetería, esperando salvar su situación économica. Sin embargo, de un día para otro, se da cuenta de que el azúcar del local desaparece misteriosamente. ¿Podrá atrapar al ladrón? Primera mención de este AU : 2Doc :...