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El sonido del despertador me hace abrir los ojos, pero me siento tan cansado como si no hubiera dormido nada. Siento los ojos hinchados y los párpados pesados por haberme desvelado la noche anterior.

Los sonidos provenientes de la habitación de al lado me hicieron estar alerta cada vez, por lo que no tuve una buena noche de descanso.

Me siento y bostezo mientras me desperezo. Me rasco el pecho cubierto con la camiseta y mi mano golpea el anillo que cuelga de mi cuello. Mi mente vaga hacia Tatsuya y los tiempos que pasamos juntos. A pesar de que él sea un Omega, nunca sentí una compulsión tan profunda hacia él. Y aunque es cierto que lo quiero en un cierto nivel, es más como el cariño que sentiría por un familiar.

Recuerdo cuando Tatsuya comenzó con su celo, y a pesar de haber estado junto a él, recuerdo haberme mantenido siempre en control. Sin embargo, ahora, estando con Kuroko, el olor de su celo me golpea demasiado fuerte y casi podría perder el control de mí mismo.

Me levanto de la cama y salgo a la cocina para hacer algo de desayunar. Kuroko está sentado frente a la mesa y parece completamente normal. Tomo una respiración, tensando mis músculos en espera de que el olor me golpee, pero es algo innecesario, ya que, como siempre, huele a nada.

Un suspiro de alivio deja mis labios, haciendo que él se voltee hacia mí. Le sonrío y él me asiente con la cabeza, antes de voltearse una vez más hacia el televisor.

—Buenos días —, le digo, y camino hacia la cocina para hacer algo de pan tostado y café.

—Buenos días, Kagami-kun —, me contesta.

—¿Has desayunado ya? —Le pregunto. Tal vez debería hacerle algo de comer.

—Aún no —. Dice en un murmullo.

Me volteo a mirarlo, pero Kuroko no aparta la mirada de la televisión, y puedo sentir su incomodidad saliendo de él en oleadas.

—Haré algo de pan tostado, ¿o prefieres comer algo más?

—Pan tostado está bien.

Preparo el desayuno rápidamente y lo dejo todo sobre la mesa. Kuroko no se voltea a mirarme en ningún momento, lo que me hace estar demasiado consciente de él.

Freno mis pensamientos antes de que vaguen a la tarde anterior y termino con mi desayuno en poco tiempo.

Lavo los trastos y Kuroko trae los suyos antes de volver a alejarse casi de inmediato de mí.

—No planeo hacer nada —. Susurro con los dientes apretados, molesto de que actúe como si lo fuera a atacar en cualquier momento. Y eso que ayer luche con toda mi fuerza contra mí mismo para detenerme antes de hacer precisamente eso.

—Lo siento mucho —. Dice desde la sala de estar, pero puedo escucharlo como si estuviese parado junto a mí.

—No hay nada por lo que debas disculparte

—¡Sí lo hay! —. Exclama, sorprendiéndome.

Miro hacia su rostro mientras me seco las manos, y puedo ver como se sonroja rápidamente.

» No debería haber venido ayer. Ni debería haberme quedado sabiendo que hoy es el día en que comenzaría mi celo —. Se pasa la mano por el cabello y baja su mirada a sus pies —. Debería haber sido más consciente de cómo te iba a afectar si es que los supresores no hacían efecto.

De repente veo que una gota cae en el suelo, y sin siquiera pararme a pensarlo, me acerco a él y apoyo mi mano sobre su cabeza. Kuroko se pasa el antebrazo por los ojos y me mira. Sus pestañas se ven húmedas y sus ojos acuosos. El corazón se me salta un latido, y le sonrío.

—No te preocupes por eso —. Le revuelvo el cabello —, sé que debes haber tenido una razón. Así como la tienes para querer quedarte la próxima semana acá.

Kuroko asiente con la cabeza y vuelve a bajar su mirada. Le revuelvo el cabello una vez más y voy por mi bolso a mí habitación. Al regresar, Kuroko me espera en el vestíbulo, y en su rostro puedo ver, que parece igual que siempre, mientras que yo aún siento como si mi corazón fuese estrangulado.

El viaje a la escuela lo hacemos en silencio, y la tensión entre nosotros desaparece como si nunca hubiese estado presente.

Cuando me siento en mi escritorio apoyo mi cabeza sobre mi bolso y doy un suspiro mientras mis ojos se cierran. Si solo pudiera dormir ahora.

Un golpe en mi cabeza hace que abra los ojos de golpe. Me llevo la mano a la cabeza mientras el profesor camina hacia el frente del salón y da por terminada la clase.

El ruido en el salón se levanta y me volteo hacia Kuroko. Él mira hacia afuera por la ventana y sigo su mirada. Nubes oscuras se mueven a gran velocidad a pesar de que el calor es sofocante.

—Parece que va a llover —. Dice Kuroko, y yo asiento con la cabeza. Mi mirada una vez más es atraída hacia él y un sentimiento extraño me aprieta el pecho cuando lo veo.

Su mirada parece distante y algo melancólica. Y aunque normalmente es completamente inexpresivo, parece que pudiera leer todas sus emociones ahora. Se ve totalmente como un libro abierto.

—¿Qué es lo que pasa? —Le pregunto en voz baja, para que solo él pueda oírme —. ¿No va siendo hora de que me digas todo?

Kuroko se voltea a mirarme, pero puedo ver que no quiere hablar de eso.

—Tal vez en otro momento.

Dejo salir un suspiro de frustración y me inclino hacia adelante, apoyando mis codos en mis rodillas. Si solo pudiera hacerlo hablar, las cosas serían más fáciles para mí. Pero Kuroko es demasiado terco.

—No hay de otra —. Digo y agarro su mano, tirando de él hacia fuera del salón —. Vamos a hablar en otro lado.

Apresuro mis pasos, jalando a Kuroko conmigo mientras camino hacia un salón desocupado. Las cortinas están cerradas, las sillas acomodadas en sus respectivos lugares, el pizarrón limpio, casi nuevo, y huele un poco a pintura. Ignorando todo a nuestro alrededor, y con solo la luz que se filtra por los espacios entre las cortinas, entro al salón tirando de Kuroko justo tras de mí. Cierro la puerta tras de nosotros y pongo el pestillo antes de empujarlo hacia el pizarrón.

—¿Kagami-kun? —Kuroko parece confundido y me siento en una silla del frente mientras espero.

—No te hagas el idiota. De verdad quiero saber qué es lo que ha estado pasando contigo desde hace unos días —. Me rasco la cabeza y miro hacia el suelo mientras hablo, sintiendo un poco de calor sobre mis mejillas —. Te has estado comportando extraño. Y está todo el asunto de las feromonas también.

Kuroko se queda en silencio por unos momentos antes de dejar salir un suspiro y sentarse en una silla a unos metros de mí. Siento como una vena late en mi frente ante la distancia que ha puesto entre nosotros.

» ¡No actúes como si te fuera a atacar en cualquier momento! —. Le digo levantando la voz —. Lo que paso ayer fue un accidente.

Kuroko se ruboriza, haciendo que me ruborice yo también.

—Está bien —. Dice, y luego de un suspiro, su mirada se reúne con la mía —. Te lo diré todo, pero tienes que guardar el secreto.

Asiento con la cabeza y espero mientras se acomoda antes de empezar a hablar.

KagaKuro - Futari De (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora