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Suena el silbato final y se detienen los sonidos de los tenis chirriando en el suelo del gimnasio. Pongo mis manos en mis caderas antes de tomar una profunda respiración. El olor a sudor y excitación luego de una práctica, siempre hace que mis niveles de excitación suban, haciendo que mis feromonas aumenten y salgan de mí con rapidez. El sudor corre libre por mi cuerpo y tomo el cuello de mi camiseta, levantándola para secar el que cae de mi rostro.

La entrenadora marca algo en una carpeta y da por finalizada la práctica. Todos se dirigen con pasos cansados y algunos jadeos a los camarines.

Rápidamente me cambio de ropa, intentando salir antes de que pierda el control sobre mí mismo y termine por liberar un poco de feromonas en esta habitación cerrada. Dejo abierta la chaqueta del uniforme y salgo de los camarines hacia el baño.

Me miro en el espejo y mojo mi rostro antes de meterme en un cubículo y sacar un supresor de entre mis cosas. No es como si pudiera andar por la calle liberando feromonas. Me inyecto en la pierna y me quedo sentado en el retrete por unos minutos mientras hace efecto y consigo tranquilizarme un poco.

Salgo al exterior luego de mojarme el rostro una vez más. El día ha estado muy caluroso y no hay siquiera una brisa ligera para calmar el calor que siento en mi interior.

Camino hacia una máquina expendedora y compro una botella de agua fría. La inclino hacia atrás y me bebo el agua de un solo trago, intentando refrescar mi seca garganta y miro a mi alrededor. No hay nadie a la vista, pero por algún motivo siento como si alguien estuviese mirándome. Olfateo el aire, pero no llega ningún olor distintivo, y ya más o menos puedo imaginarme a quién está siguiéndome.

Cierro mis manos en puños, haciendo que la botella de plástico se arrugue en mi mano, antes de lanzarla al basurero más cercano, y arreglo la posición de mi bolso sobre mi hombro.

Incómodo con la sensación de estar siendo vigilado a distancia, camino por un tiempo y doblo en la esquina, dándome prisa para ocultarme dentro de una tienda. Junto a la puerta, me giro para mirar hacia el exterior, pero no veo a nadie siguiéndome. Dejo salir un suspiro y paso los dedos por mi cabeza antes de retomar el camino a casa.

La tarde se mantiene calurosa, pero con el sol descendiendo en el horizonte, una ligera brisa sopla, lo que es un verdadero alivio luego de tantas horas de calor sofocante.

Suspiro cuando estoy fuera de mi departamento y abro la puerta. Me saco los tenis en el vestíbulo y dejo caer mi bolso cerca del pasillo. Voy directo a la cocina por un poco de té helado y sacar los ingredientes para hacer la cena.

—Así que, ¿cuándo ibas a decirme que te quedarías aquí esta noche? —Le pregunto a Kuroko, que se ha mantenido todo el camino siguiéndome en completo silencio.

—¿Te diste cuenta? —Dice, luciendo completamente inexpresivo.

—¡Desde el principio! —Le digo, pero él parece ni inmutarse ante mi reacción.

—La verdad es que no pensaba quedarme. Pero se está haciendo tarde, así que aceptaré la oferta para pasar la noche aquí.

Sacudo la cabeza ante lo incompresible que resulta este tipo a veces. Normalmente dice lo que quiere sin siquiera tener en cuenta cómo se sienten los demás, pero hoy ha permanecido callado por mucho tiempo. Tal vez cree que aún estoy enojado por lo de esta mañana.

—Tienes algo que quieres hablar, ¿no es así? —Le digo y le paso un vaso con algo de té.

Camino hasta el sofá y me dejo caer en él. Kuroko se sienta junto a mí y no levanta la vista del vaso de té entre sus manos. Él se queda en silencio por varios minutos y enciendo la televisión para tener algo de sonido de fondo.

—Sí —. Dice y le da un trago a la bebida —. La verdad es que me gustaría que dejaras que me quede aquí por un tiempo desde la próxima semana.

Mis ojos se abren con la sorpresa y lo miro directamente. Su rostro está un poco ruborizado. «¿Es que acaso no se da cuenta del peligro que corre quedándose aquí?»

—¿Hay algún motivo en especial? —Kuroko se sacude un poco ante mis palabras, y me explico antes de que las cosas se pongan incómodas otra vez —. Quiero decir, normalmente no es algo que tú dirías, así que pensé que había pasado algo en tu casa o...

Dejo que mi voz se desvanezca, pero Kuroko parece no querer hablar al respecto. Lo miro por algunos momentos, pero su mirada no se reúne con la mía.

» Muy bien —. Le digo —. De todos modos, vivo solo y tengo un cuarto extra. ¿Por cuánto tiempo piensas quedarte? —Pienso por unos momentos en lo que debería hacer durante esos días. No puedo quedarme a su alrededor si es que entra en celo mientras se queda, pero supongo que no es tan estúpido como para estar cerca de alguien como yo si su celo aparece. Y aunque tengo provisiones en caso de que llegase a pasar algo como eso, me sentiría mucho mejor si es consciente del peligro.

—No estoy seguro —, dice, y una vez más se ruboriza ligeramente.

Asiento con la cabeza, pero él ni siquiera me mira.

—Está bien. Trae tus cosas cuando quieras.

Kuroko parece aliviado por un segundo, aunque no puedo asegurarlo por esa cara de póquer que pone normalmente, así que solo suspiro una vez más y me pongo de pie.

—Haré la cena —, le digo.

Kuroko agarra mi muñeca con su mano y me volteo a mirarlo.

—Muchas gracias, Kagami-kun —. Dice, y una ligera sonrisa se muestra en sus labios.

Le sonrío de vuelta y voy a hacer algo de curry. Después de todo, no hay nadie a quien no le guste el curry.

Empiezo a preparar la cena mientras mis pensamientos vagan. Kuroko se quedará unos días, a lo máximo una semana, así que no tengo por qué estar tan tenso al respecto. Y él se dará cuenta si es que las cosas se ponen peligrosas.

Por otra parte, Kuroko nunca ha tenido un olor específico que lo delate como Omega, así que debería estar totalmente bien. Y ya ha estado rodeado de Alfas antes. La mayoría de los miembros de la generación de los milagros lo son, así que no hay razones para preocuparme por este tipo de cosas. Estoy seguro que es cuidadoso con eso.

Me congelo cuando pienso en lo que pasó esta mañana. Después de que volvió al salón, todo parecía estar bien, así que tal vez no era el celo. Tampoco parece siquiera un poco preocupado porque estemos los dos solos ahora, así que todo debe estar bien, tal y como él mismo lo dijo.

—Probablemente estoy pensando demasiado las cosas —. Murmuro para mí mismo y dejo salir un suspiro antes de volver a cocinar.

Termino de preparar la cena y llevo un plato para él y uno para mí, y los dejo sobre la mesa en el centro de la sala de estar. Kuroko se pone de pie, y va a buscar el té helado mientras acomodo las cosas, y al llegar se sienta junto a mí.

En silencio, vemos la televisión mientras comemos. La tensión aumenta en la sala, y no estoy seguro de si solo me afecta a mí. Kuroko parece totalmente normal y sus ojos no se separan de la televisión.

Termino de comer y me dejo caer hacia atrás, apoyando mi espalda contra el sofá y estiro mi brazo sobre los cojines tras él. Kuroko se toma su tiempo con la comida y no levanta su mirada en ningún momento. Parece cada vez más tenso, haciendo que me tense yo también.

Empuja su plato hacia adelante y apoya los codos sobre la mesa, inclinándose hacia el frente, alejándose un poco de mi brazo. Mis ojos permanecen sobre él en todo momento, y veo cuando gira la cabeza ligeramente en mi dirección.

KagaKuro - Futari De (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora