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La joven de cabellos negros abrió con cuidado y algo de temor la blanca puerta que tenía en frente.

Uno, dos, tres pasos fueron dados lentamente hasta la camilla donde se encontraba el pelirrojo.

—¿Robbie?.—la pregunta salió casi como un susurro de la boca de la joven.

—Bella....—la respuesta fue igualmente casi inaudible, pero con eso bastó para que lágrimas comenzaran a correr por el suave rostro de Arabella. Al fin, su corazón comenzó a latir tranquilamente de nuevo.

Casi de inmediato, se acercó a él tomando su mano suavemente, como si de un pétalo de rosa se tratara y dejó de la misma forma un casto beso en ella.

—Robbie, lo siento, lo siento tanto.—la mano libre del pelirrojo fue a parar en el cabello de ella, acariciandolo con las pocas fuerzas que tenía, enredando hebra por hebra entre sus dedos.

—No cariño, por favor no llores.—Arabella levantó su cabeza observándolo, repasando por milésima vez sus facciones ahora llenas de raspones y una sonda respiratoria.

—¿Como estás?, ¿te duele mucho?.—preguntó mientras quitaba sus cristalinas lágrimas bajo el marco de sus lentes y intentó sonreírle mientras entrelazaba sus dedos con los del pelirrojo.

—No, ya no duele tanto.— Ambos se miraron fijamente con un burdo intento de sonrisa en sus rostros, pero para ellos el hecho de estar por fin juntos era suficiente.

[...]

—Entonces, ¿no piensas llamar a mis padres, cierto?.—la más baja rio suavemente y negó con la cabeza.

—Claro que no idiota, sería solo para preocuparlos.—

—Gracias, eres como mi ángel guardián.—Dijo el joven con un imperceptible sonrojo en sus blancas mejillas.

—De nada Robbie, sabes que haría lo que fuera por ti.—ahora la joven era quien se encontraba sonrojada, pero no tuvo la misma suerte que su amigo, en ella sí que era muy notorio. De todas formas Robin no dijo nada al respecto y solo beso su mano.

Mientras esta linda escena se daba en la habitación, quienes estaban de turno esa noche no tuvieron la misma suerte.

—¡Señorita entienda, solo una visita a la vez, ademas la otra joven tiene preferencia por ser quien está a cargo del paciente!.—la enfermera se encontraban deteniendo a Emily de entrar a la fuerza a la zona de hospitalización.

—¡No me importa!.—

Que desastre.

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