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«Arabella»

Todo fue demasiado rápido.

Era un día tranquilo, ni muy soleado ni muy frío, algo de brisa solía entrar por mi ventana haciendo danzar levemente mis cortinas color tinto. Mire mi teléfono, tenía un mensaje de Robin avisándome que pasaría a buscarme para ir a dar un paseo.

Sonreí, este chico es un completo encanto.

Me levante de mi escritorio pero antes de salir por el marco de la puerta escuché un fuerte estruendo afuera.

—¿Que demonios?.—Me devolví a mi ventana para ver si podía ver el causante del ruido y mis ojos no pudieron creerlo.

En ese preciso instante mi alma se fue de mi cuerpo.

—Madre mía, Robbie.—Balbucee mientras corría con el corazón en la mano en dirección a la calle.

Allí estaba él...

Empapado de sangre y tirado en el frío pavimento, era una escena trágicamente artística, su sangre hacía juego con sus cabellos pelirrojos y sus preciosos ojos se hallaban cerrados, no pude dar otro paso hasta que salí del pequeño trance en el que me había sumido, esto no podía ser cierto.

—No, Rob, por favor resiste un poco...—Me arrodillé a su lado y tome su mano, tenia una hoja de papel en su puño y parecía aferrase a ella con todas la fuerzas que tenía a pesar de estarse desangrado.

¿Por qué él?.

                    [...]

Las cuatro horas que llevaba esperando en la clínica por saber algo me estaban pareciendo eternas, ¿como es posible que nadie me diga nada?.

—Acompañantes de Robin Skinner—Mis maldiciones fueron escuchadas, al fin. Me acerqué a la enfermera algo temerosa, ella solo me indicó que la siguiera y claramente obedecí, los pasillos del hospital eran tétricos, el papel tapiz estaba desgastado y el suelo de madera rechinaba levemente con cada paso.

Llegamos hasta unas puertas, puedo deducir que de los cargos administrativos, y me indicó una en específico diciendo que era la oficina del doctor encargado de Robin.

Suspire, bien, puedes con esto Arabella, puedes con esto.

Golpee algo nerviosa y un hombre bastante joven me abrió indicándome que pasara y me sentara.

—Soy Patrick Beffield, soy el doctor de Robin, ¿Eres su hermana?.—

—¿El está bien?.—Pregunte ignorando completamente su cuestionamiento.

—Aún no lo sabemos, si bien recibió daños físicos el interno es tres veces peor, hasta ahora con las radiografías pudimos ver que tiene tres costillas rotas, el brazo derecho también, y fisuras en su fémur. Del posible daño cerebral, lastimosamente aún no sabemos nada.—El doctor me miro con lo que pude distinguir como pena, Negué incrédula, ¿Daño cerebral?.

—Lo siento mucho, pero hay posibilidad de que el paciente tenga daños cerebrales permanentes, o en el peor de los casos, quedar parapléjico por el resto de su vida.—

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