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《Robin.》

—Hola.—Saludó Bella mientras entraba a mi habitación, sonreí, realmente me hacía bien verla.

—Hola Bell, te extrañé ayer—Se acercó a mi y dejo un beso en mi mejilla.

—Lo siento, tuve que ir con papá a una de sus reuniones.—Acarició mi cabello, asentí comprensivo y ella se acercó a su mochila para sacar algo...Oh mierda, no es cierto.

—A-Aún lo tienes...—Asintió y se sentó a mi lado con el llamativo diario en sus manos, seguía sorprendido.

—No podría perderlo Rob, toda nuestra infancia se resume a este libro.—Lo abrió y pude ver que aún se mantenía igual.

En la portada había una foto de nosotros de pequeños, habíamos empezado a escribirlo cuando yo tenía siete y ella seis, un año después de conocernos.

Ahí estaban escritas todas nuestras aventuras con una caligrafía colorida y torpe, ademas de algunos dibujos y cosas importantes pegadas con cinta o pegamento.

Recuerdo que todas las tardes íbamos al parque que estaba a dos cuadras de la escuela para escribir una página nueva, extraño esos tiempos.

Realmente esta es la prueba de que no necesitamos nada más que al otro para ser felices.

Mientras lo hojeaba más recuerdos llegaban a mi mente, como si sólo hubiese sido ayer.

De golpe una imagen vino a mi mente.

—Bell, ¿Y los chicos?—

《Emily.》

Corrí lo más rápido que pude a mi casa, pero no pude entrar, me había dejado las llaves adentro.

Suspire y camine hacia algún lugar tranquilo, de inmediato el parque vino a mi mente.

Cuando llegue ahí me senté en la banca alejada de siempre, eché mi cabeza para atrás y observé el follaje de los árboles.

Extraño los viejos tiempos.

Solía venir aquí todas las tardes a jugar con mi madre, ella siempre traía mi juego de tazas para que hiciéramos un picnic al aire libre. Un día vimos como un hombre vino a jugar también con un niño pelirrojo.

Por accidente su pelota llegó hasta nosotras y finalmente terminamos jugando todos a los exploradores, eran buenos tiempos.

Desde ahí, el pelirrojo venía a jugar conmigo todos los días, a veces jugábamos con sus figuras de acción y mis muñecas, y otras solo nos perseguíamos por todo el parque riendo.

Hasta que ella apareció.

Esa niña de pelo negro y vestido rosa me quito de un día para otro la atención de Robbie, y lo peor es que eso sigue siendo igual.

Intente de todas las formas posibles el volver a ganarme a Rob, pero el solo parecía tener ojos para Arabella.

Todo llegó al límite cuando estábamos de séptimo grado y a los maestros se les ocurrió que para "el día del amor y la amistad" le hiciéramos cartas a nuestros mejores amigos y nos las dejáramos en nuestros pupitres para leerlas al siguiente día.

Yo obviamente hice una para Robin, pero el siquiera la leyó.

Estaba tan fascinado con la tarjeta que Arabella le hizo que olvido por completo la mía, creo que hasta la confundió con papeles tirándola basurero.

Y esta de más decir que el no me dio una a mi.

Esa tarde ya no aguante y deje encerrada a Arabella en una de los cuartos del conserje, sabiendo que tiene una claustrofobia horrible.

No todo salió como esperaba, Robbie la encontró y cuando la sacó de allí le dijo que había sido yo, obviamente lo negué pero él le creyó a ella y de todas formas en la escuela habían cámaras.

El se volvió distante conmigo, y comenzó a proteger y demostrare mucho afecto a Arabella.

Suspire, Las cosas nunca salen como yo quiero.

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