La joven de cabellos rubios no podía estar más furiosa.
—¡Arabella!.—Corrió un poco para alcanzar a la joven que se dirigía a la pequeña cafetería del lugar.
—¿Emily?, ¿por qué no entraste con los chicos?.—Pregunto la chica con fingido desconcierto, cosa que la rizada no notó.
—No me dejaron entrar con ellos, tú eres la encargada de Rob, ¿podrías hablar con las enfermeras para que me dejen verlo?, Te lo ruego— Imploraba con los ojos llorosos, la pelinegra sonrió "comprensiva".
—Oh, ya veo.—Se acercó a ella y puso su mano en el hombro contrario—Sueña con eso, perra.—Soltó con su voz cargada en el más puro resentimiento.
—¿Qué?.—La rizada estaba sorprendida, Arabella jamás había actuado así, a pesar de jamás haber sido amigas siempre fue amable con ella.
Para ambos chicos que se acercaban hacia ellas, la tensión fue notable, definitivamente jamás superarían el incidente.
—¡Chicas!.—Jack corrió hacia ellas y ambas se separaron.
—¿como quedó Robbie?.—Preguntó de inmediato Arabella, la rubia solo se mantuvo callada.
Jamás había pensado que Bell reaccionaría así.
—Estaba bien, pregunto por Milly—La de orbes verdes abrió sus ojos como platos y dando un pequeño saltito se colgó al brazo del chico.
—¡¿en serio?!.—Ya no había ni rastro del mal rato anterior, ahora sus ojos solo denotaban emoción.
Todo lo contrario a la pelinegra.
Fastidiada, decidió mejor ir a comer algo a la cafetería.
Malditos amigos de Robbie.
«Robin.»
—Y bien doc, ¿cuando podré irme?.—El médico me miro y suspiro.
—Mira Robin, Tienes dos costillas y un brazo roto, me sorprende que puedas hablar.—Dijo mientras anotaba algo en mi ficha.—Tendremos que tenerte en observación un tiempo más—
—¿Un tiempo?, ¿cuanto?—El doctor pensó unos momentos.
—Un mes aproximadamente.—Dijo mirándome con una mezcla de empatía y pena.
Mierda, faltan unas semanas para navidad y yo debo ir con mi familia.
¿Qué se supone que voy a decirles?.