-Oh… ¿lo soy?- pregunté sólo para provocar un poquito más su frágil temperamento. Él me miró enfadado hasta la médula y yo sonreí.
-¿Estas disfrutando de esto?- cuestionó incrédulo.
-Oh por supuesto.
Poniéndome de pie, me acerqué a él y lo tomé por la camisa.
Sin esperar más torturantes segundos, estampé mi boca contra la cosa más deseable que había conocido, la suya.
Él me correspondió el beso desconcertado y acaricio mi nuca mientras con otra mano me tomaba de la cintura y me sentaba en su regazo.
-Dios, no te imaginas como me encanta que te enojes- murmuré entre besos y solté una risita, él abrió los ojos y frunció el ceño. Se le formó una pequeña arruga en la barbilla y me pareció tan adorable que volví a besarlo allí.
-¿Estas intentando persuadirme? Porque en realidad funciona- dijo en voz baja y algo más relajado. Sonreí.
-No estoy intentando nada,… aun…
Él soltó una carcajada suave en mi cuello y continuó el camino desde mi mandíbula hasta mi clavícula izquierda dejando húmedos y calientes besos.
-Si no vas a dejar de bailar entonces tendré que venir todos los fines de semana, y ser tu cliente a turno. Te pagaré para que bailes toda la noche, pero sólo para mí.
-¿Estas demente?- reí y el negó con la cabeza. Me puse seria. –Geoffrey…
-Me pone enfermo ver que otros disfruten de cómo te mueves. Estuve a segundos de romperle la mandíbula a Liam si volvía a tocarte.
Hmmm, Geoffrey celoso…
-¿Liam?
-El castaño de ojos miel. Es mi amigo.
Abrí los ojos como platos.
-No. No hagas eso. No quiero tener que pagar una fianza costosa para sacarte de prisión.
El se ablandó un poco y me miró divertido.
Afianzó su mano alrededor de mi cadera.
-Hazlo por mí, Liejett. Por favor.
-¿Cómo sabes mi apellido?
-Me lo dijo Niall.
-¿Cómo lo sabe él?
-Se lo dijo Marcie.
-Eres muy acosador, ¿sabes?- le dije haciendo una mueca de desaprobación y el besó mi frente. –Puede que yo no lo haga, pero si acosas así a otras mujeres probablemente termines con una orden de alejamiento.
Geoffrey rió y negó con la cabeza.
-Eres la única a la que acoso.
-Interesante, has puesto el ojo en la que no planea demandarte hagas lo que hagas, un tipo inteligente sin duda.
-¿Haga lo que haga?- repitió. -¿No me denunciarás haga lo qué haga? Qué alivio, eso me da ciertas ventajas sobre ti- murmuró en mi oído.
Geoffrey Prudente Rojas y su lado pervertido. ¿Quién lo diría? El chico que no se pasa la luz en rojo ni aunque sea la única persona en el planeta, provocándome.
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Bueno, eso fue todo x)
Gracias por leer ésta novela