Se acercó unos cuantos pasos pero yo lo detuve con las manos.
-Hey muchachito, no estoy hablando de un baile en el poste, o algo por el estilo. Sino bailar… sabes a lo que me refiero.
Él sonrió divertido.
-¿Has tomado clases?- preguntó curioso.
-Por supuesto. Desde que tenía dos años, pero cuando terminé la secundaria lo abandoné.
Él me observó sorprendido ante la nueva revelación y yo me encogí de hombros.
-¿Y porqué lo dejaste?- dijo pasando su brazo por mi cintura.
-Mi madre dijo que era una pérdida de tiempo, que ya había terminado la secundaria entonces debería buscar una carrera… -hice comillas con los dedos y enfaticé- “una carrera enserio”.
-Ahora puedes retomarlo, ¿o no?
Una sonrisita se extendió por su rostro cuando no logré mantenerme seria.
-No lo sé- musité mordiéndome el labio inferior. –Siento que estoy algo oxidada. Ya hace dos años que dejé de bailar, a menos que nos estemos refiriendo a un baile erótico, creo que he perdido la flexibilidad.
Geoffrey me observó mientras sus dedos se movían contra mi cadera, bastante cerca de mi trasero, enviando un excitante cosquilleo a través de mi espina dorsal.
Corté con el contacto visual cuando empecé a sentir el familiar deseo arrastrándose por mi cuerpo.
-Intentémoslo- sólo dijo y caminó a través del amplio salón hacia lo que parecía una cabina. Lo seguí, curiosa.
Se trataba de otra sala dónde se encontraban unas cuantas maquinas, cables y luego parlantes.
Luego de varios minutos en los que observé a Geoffrey ir y venir, él se acercó a mí y me arrastró de la mano al centro del salón.
-¿Qué tal un tango?- preguntó y sacó un diminuto control de su bolsillo delantero. De repente, la música llenó el ambiente, y sentí esa familiar chispita de emoción y adrenalina que usualmente tenía antes de bailar.
Pasó una mano por mi espalda y con la otra tomó la mía.
Empezó a moverse, y contuve la risa.
Luego de unos cuantos segundos, no pude más, y estallé en carcajadas.
Él me miró divertido pero a su vez confundido. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras reía descontroladamente.
-¿Qué?
-Es que… -balbuceé y esperé unos segundos a relajar mi voz. –Geoffrey, eso es todo menos tango.
El rizado frunció el ceño y se rascó la barbilla.
-Al menos ya tenemos una meta- me dijo con una risita.
-¿Cuál?
-Podrás darme clases privadas- murmuró contra mis labios y luego se fundió en ellos.
(…)
Oh, vaya fin de semana.
Ha sido tan maravilloso que temo despertar en cualquier momento de una siesta y darme cuenta que nada fue real.
Y ahora estoy siendo tan patéticamente cursi cuando antes pensaba que el amor era producto de industrias del chocolate y tarjetas de San Valentín.
Me recosté en mi cama contemplando el techo y proyectando en mi mente cada momento con Geoffrey aquellos dos días. Sonreí de nuevo.
Otra vez volvía a preguntarme cómo Dios permitía esa clase de perfección.
Geoffrey era tan… intenso. ¿Cómo pudo aquella estúpida dejarlo ir?
Pese a que estaba feliz de que Geoffrey ahora estuviera conmigo, me preguntaba qué demonios habría hecho para merecer todo el dolor que le hizo pasar Becca.
Él era demasiado bueno y ella… simplemente una puta arrastrada, rompecorazones, hija de…
Bien, quizá no debería pensar en ella si es que quiero continuar teniendo sábanas.
Las solté de mis manos que estaban en forma de puño.
Suspiré y dudé un poco.
¿Ella volvería por él?
No debía interesarme, pero me daba algo de miedo. Se que una relación así no se borra de un día para otro, pero… ¿y si ella regresaba y le pedía que volvieran a estar juntos? ¿Él diría que sí?
«Ya estás deliberando de nuevo. Cálmate.»
Relajé la cabeza en la almohada e intenté no pensar en que faltaban unas pocas horas para empezar de nuevo con la rutina de cada semana.
Escuché unos furiosos pasos en la escalera y me preparé mentalmente para lo que seguía.
-¡¿Dónde diablos has estado?!- me taladró mi madre entrando a mi cuarto obviamente sin tocar, y seguida de mi padre.
Me mantuve quieta y relajada.
-En lo de Marcie.
-¡Es mentira! ¡Ésta tarde me ha contestado su madre y me ha dicho que nunca estuviste allí!- gritó acercándose y me senté de golpe. Mi padre frunció los labios en una línea recta.
Por su expresión, supe que también estaba enfadado, pero mi madre estaba desquitándose por los dos.
Puse los ojos en blanco y continué con mi estúpida actitud rebelde mientras que ideaba alguna excusa lógica.
-Mamá- dije poniéndome seria y luego suspiré. –Estoy saliendo con Liam.
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uuh adios nenas hay esta la maraton + 1 capitulo lo siento por no subirlo ayer pero no me abria wattpad pero aqui esta espero y les guste