Capítulo 49

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Geoffrey rió y continuamos parloteando de cualquier asunto sin importancia. Era increíble como se me pasaba el tiempo hablando con él.

Cuando el reloj dio las once en punto, salí del baño aun con el móvil en mi oreja. 

Cerré la puerta de mi cuarto con llave, y me recosté.

-¿Qué haces ahora?- pregunté casi en silencio.

-Mirando el televisor- contestó distraídamente. Arqueé una ceja.

-¿Qué ves?

Se quedó callado unos segundos.

-No lo sé. Es un programa italiano.

«Oh, buen mentiroso.»

-¿Y en qué canal está?- dije conteniendo una carcajada. Siempre me han dicho que soy un detector de mentiras, quizá por eso miento tan bien…

-Uhmm, no lo sé.

Fruncí el ceño. Al menos esfuérzate.

-Ya, pregunto de nuevo, ¿sí? ¿Qué estás haciendo?

Geoffrey no respondió.

-¿No me crees?

-¿Y tú sí?- dije riendo.

El soltó una risita.

-¿Miento demasiado mal?

Al fin lo acepta.

-Pues sí. 

-Valdrá la pena- dijo él y escuché el ruido de un auto. ¿A qué se refiere?

-¿Estás en la calle o qué?

-O qué.

-Sí, que gracioso- dije sarcásticamente.

-Lo lamento- se disculpó en voz baja. Fruncí el ceño de nuevo y me quedé en silencio. – ¿Te he dicho lo hermosa que luces con esa blusa?

Arqueé una ceja divertida.

-¿Qué?

-El rosa te queda muy bien.

Me había cambiado la blusa cuando había llegado a casa. ¿Qué demonios?

Me senté de golpe en la cama y observé furtivamente hacia ambos lados.

Casi se me sale el corazón por la garganta cuando vi una silueta en el balcón de mi cuarto.

Geoffrey.

Estaba parado observándome con una sonrisa y el móvil en su mano.

Me llevé una mano al corazón intentando que no me de un infarto.

-Hace frío aquí fuera- escuché en mi móvil. -¿Te gustaría invitarme a pasar?

Negué con la cabeza sonriendo y solté el móvil arrojándolo a la cama. Me acerqué y solté el pestillo de la ventana del balcón. Me hice a un lado y el entró.

Su aroma inundó mis sentidos y me mordí el labio.

-He tenido toda la suerte del mundo. No me imagino qué hubiera sido si me trepaba al balcón de tus padres- dijo en voz baja.

Solté una carcajada y me arrojé a sus brazos. Enredé mis piernas a su cadera y enterré mi rostro en su cuello olisqueando ese masculino perfume.

-Estás loco, Geoffrey- dije en voz baja. El me apretó contra sí. 

Llevaba un sweater de lana negro y unos sencillos jeans oscuros.

El roce de mis piernas contra el extremo de su sweater me causaba picazón. 

Me puso de pie y besó mi frente.

-Gracias por venir- musité entre sus labios y lo besé. Él tomó mi rostro entre sus manos y se perdió en mi beso. Gemí cuando adentró su lengua en mi boca.

Sus manos estaban frías pero sus labios cálidos. Me mordió y jadeé nuevamente acalorada.

-¿Está cerrada con llave?- preguntó en voz baja y refiriéndose a la puerta. Me miró mordiéndose el labio inferior y fijamente. Contuve un suspiro y asentí.

Se acercó al balcón y deslizó las cortinas hasta cerrarlas.

-No sé como haré para irme si me quedo hasta tarde, pero ya no importa- murmuró mientras me tomaba en brazos y me dirigía a la cama.

Me recostó sobre el edredón y luego se quitó los zapatos. Se acostó a mi lado y apoyé mi cabeza contra su hombro, acariciando su pecho.

Tomó mi mano con la suya y jugó con mis dedos.

-Te quiero tanto- murmuró en voz baja. -¿Cómo has hecho para meterte debajo de mi piel tan rápido, _________?

Suspiré complacida.

-Yo te quiero más- musité y entrelacé mis piernas a él. Pude sentir con mi rodilla el bulto en sus pantalones, me mordí el labio. –No puedo creer que hayas venido hasta aquí, eres un amor.

Él me observó y sonrió. —

One and Only (Prince Royce&Tú )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora