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{Narras tú}
-Ellos fallecieron hace algunos años- dijo él con una expresión inescrutable.
Oh no… qué estúpida que soy, ¿quién me ha mandado a preguntar?
-Lo lamento- musité y apreté su mano. El me miró de lado y sonrió tímidamente.
-No lo lamentes. Ya eran ancianos y mi madre en sus últimos años se enfermaba demasiado, mi padre sufría por eso. Pero tuvieron sus años felices- me entregó una sonrisa y se la devolví, minuciosamente. –Mamá falleció primero, y unos meses después, mi padre. En la misma fecha.
Lo miré sorprendida.
-Supongo que fue depresión del lado de mi papá, ellos se amaban mucho.
-¿Estaban casados?
Él asintió.
-Estuvieron casados veinte años.
-Vaya…
-Lo sé- dijo él haciendo una mueca. Lo observé. –Supongo que eso fue realmente amor.
Quise preguntar algo más, pero me guardé la duda para otro momento.
No quería desviarme del tema y llegar al asunto de su fracaso en el matrimonio.
Aparcó el coche frente a la bonita casa que había visto la última vez. Ahora que me detenía a observarla con detalle, parecía bastante grande y por la construcción apostaba a que tenía un gigantesco jardín trasero.
Desabroché mi cinturón a la par de él, y nos bajamos del coche.
Me acercó su abrigo cubriendo por la espalda, e inhalé su dulce aroma.
Hmmm… tan masculino.
Una vez dentro de la casa, me senté en el sofá, sin quitarme el abrigo.
Él desapareció en la cocina y se acercó con dos tazas de café.
Noté que sutilmente los retratos de su futura ex esposa, habían desaparecido.
Suprimí la sonrisa de victoria en mi rostro antes de que él lo notara.
Él acercó una manta al sofá y encendió el televisor.
-Enserio luces muy bien- comentó a mi lado mientras bebía un sorbo de café. –Tranquila, relajada y sencilla. ¿Ésta eres tú realmente?
Tragué saliva. «No. Ésta no soy yo. Tú me pones así» pensé.
-Quizá. No lo sé. Creo que hay facetas de mí que nadie ha llegado a conocer- dije desviando la mirada, nerviosa.
Bebí el café y luego me acurruqué contra su hombro. Su piel era suave… y fuerte. Sus músculos se tensaron bajo el sweater negro y flexionó el brazo para arrinconarme contra su torso.
El frío y los abrazos íntimos combinan muy bien.
-Me gustaría conocer todo de ti- murmuró sobre mi oído y me sonrojé.
-Conoces la parte esencial- susurré y lo sentí sonreír aun sin verlo. –Sabes que soy una loca stripper y no has salido corriendo.
-Nadie saldría corriendo, créeme- dijo Geoffrey con una risita y lo acompañé.
Me acercó, sentándome sobre su regazo y acarició mi mejilla.
Tomé su rostro entre mis manos, y disfrute el tacto ante su barba incipiente. Me acerqué a sus labios, y con deliberada lentitud, me fundí en ellos, poco a poco, siendo arrastrada a ese oscuro y cálido rincón de nuevo. Ese rincón al que solía llamarle, perdición.