13. "Roto".

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Su garganta se secó al instante y un ardor indescriptible le llenó por completo ambos ojos, deseaba llorar con sólo escuchar las palabras de su padre, estaba siendo destrozado por dentro en aquellos terribles segundos:

- ¡Pero padre, yo-...!- intentó hablar con normalidad, pero su posible llanto comenzaba a nublar su voz-. ¡Yo...!

-¿Tú qué, Zuko?- Cuestionó su padre con total autoridad-. Habla.

- No es posible, dijiste que... Tú me diste la autorización de-...- bajó su mirada sintiendo impotencia ante aquel momento tan terrible y su padre, autoritario, sin desviar su mirada fija, le esperó aún en silencio-. Casarme con Toph.

- ¿Casarte?, ¿Con la heredera de la familia Bei-Fong?- Preguntó con ironía su padre-. En aquel entonces te dejé fantasear con aquella pueril idea, creí que cambiarías con el tiempo aquello, pero ahora, debes entender que como heredero y próximo lider de la familia, debes ser más consciente de lo que haces... Por ello, te he comprometido con la heredera de la familia Lee, alguien a tu nivel y que mira perfectamente el mundo-. Habló con rudeza el mayor.- Y no te preocupes, he investigado bien y he oído que como era de esperarse, tu futura esposa es muy capaz y está a tu nivel.

Zuko guardó silencio mientras comenzaba a respirar con dificultad ante las palabras de su padre, cerró ambos ojos con fuerza y sin siquiera estar consciente apretó la mandíbula.

- No voy a casarme con ella-. Masculló levantando la vista con total determinación y ambos ojos ligeramente rojizos ante sus ganas de llorar-. No me importa su apellido, no me importa sí ve el mundo o sí está a mi "nivel"; no me casaré.

Y como todo pronóstico su padre hizo lo de siempre.

- ¡¿Acaso he pedido tu opinión?!- Y de un movimiento, Zuko estaba en el suelo, sintiendo su rostro palpitar ante el dolor del golpe de su padre.

- ¡HE DICHO QUE NO!- Masculló mientras comenzaba a llorar.

Su padre le miró con asco de inmediato, y entonces se sintió avergonzado; no por sus acciones o por todo lo que le hacía a su hijo, atormentarlo, controlar su vida y su futuro, sino más bien, se sintió avergonzado por ver la debilidad del joven adulto, porque mientras lloraba prácticamente sobre sus pies, notó lo débil y asqueroso que era.

- Vete-. Masculló con asco-. Largo de mi vista-. Y entonces se dió la vuelta para regresar a su típica silla con superioridad.

Zuko apretó la mandíbula y se levantó en silencio, no sin antes escuchar las palabras de su padre antes de mirarle una última vez.

- Te casarás, quieras o no.

...

Cuando el padre de Zuko se fue a dormir, podemos afirmar que no pensó en nada, no pensó en arrepentirse de algo, o lamentarse por algo que hizo; tampoco pensó en su esposa o sus hijos, mucho menos en Zuko, su débil hijo mayor.

No pensó en nada.

Tan sólo, como cualquier noche, se fue a dormir y vaya que durmió igual que siempre, totalmente a gusto.

...

¿Huir de tu destino es ser cobarde?

¿El aceptarlo es ser valiente?

Hay tantas cosas para las cuales se podría usar ese ejemplo, pero, hay ciertas incongruencias en ocasiones.

Huir es ser cobarde, aceptarlo es ser cobarde, pero enfrentarte y negarte a él, decidiendo tú por sobretodos, es ser más que valiente.

...

El dormir fue como siempre, pero el despertar carecía de cotidianidad, sobre todo por aquellos fuertes golpes que hicieron al auto-titulado "Señor del Fuego" despertar.

Y cuando tardó en despertar por completo para abrir la puerta, se sorprendió en sobremanera al escuchar el crujir de la ya mencionada al ser forzada y abierta.

- HOY-. Masculló Zuko en el marco de la puerta, con ojos llenos de determinación y su voz totalmente poderosa-. EN LA SALA DE COMBATE, AL MEDIODÍA.

Y entonces, su padre, entendiendo por completo aquella declaración, le miró expectante, sorprendido y ligeramente confundido debido a toda la situación, y antes de poder siquiera preguntar o respirar para tomar aire, su hijo se había ido y se encontró en solitario en su habitación mirando hacia las afueras para notar que la Luna aún estaba por ocultarse y las estrellas comenzaban a irse.

...

Era casi mediodía y mientras el padre de Zuko caminaba a través de los pasillos de su enorme casa para dirigirse a la sala en la cual, le esperaba su hijo mayor, no podía evitar sentirse molesto. Aquella madrugada, había irrumpido en su habitación, ¿Para qué?

¿Para citarle a un vergonzoso intento de batalla?

Sabía perfectamente lo que su hijo quería, huir de su deber. Desligarse de una orden dada por él. Fingiendo no recordar que en cada una de sus prácticas siempre perdía o se rendía al no soportar la rudeza de su padre.

Zuko siempre había sido débil y aunque nunca le había retado antes para desobedecerle, no le daba mucha expectativa a su hijo. Porque sí nunca el tuvo consideración, ahora menos la tendría.

Entonces, cuando entró a la sala de combate con su pesada aura de superioridad, su hijo no mostró sorpresa o temor.

- Sí gano me dejarás casarme con la heredera de los Bei-Fong-. Masculló Zuko de inmediato-. Sí ganas, seguiré tus órdenes, me casaré con la heredera de la familia Lee.

- ¿Por qué siquiera habría de aceptar tu infantil juego?

- Porque como cabecilla de la familia, tu honor te impide negarte y de no hacerlo, sólo mostrarías tu debilidad, el miedo a perder contra una basura como yo-. Afirmó Zuko mientras le miraba fijamente.

Su padre, silencioso, le miró inexpresivo y entonces, se quitó su típica bata tan extravagante, para estar más cómodo.

Incluso cuando su hijo le miró de aquella forma tan fría, tan... similar a la de él, no sintió inquietud, porque él lo sabía, Zuko era débil y siempre lo sería.

- Siempre, me venciste...- Comenzó a hablar Zuko detrás de él-. Y cuando no me vencías, me rendía.

El mayor mantuvo silencio mientras escogía una espada para usar durante el encuentro.

- Desde pequeño incluso hasta la actualidad, siempre era así, porque tenía miedo, te temía padre...- Suspiró mientras su padre seguía sin verle.

Y entonces, cuando finalmente cruzaron miradas:

- Pero ahora no. Ya no te tengo miedo; a ti o a tus estúpidas órdenes.

Y fue entonces que su padre se dió cuenta.

De que Zuko no era débil y él...

El Señor del Fuego...

Estaba roto.

Tan roto, como su espada que se encontraría abandonada en algún lugar de aquella sala cuando Zuko finalmente se declarara victorioso y libre de él.

One Shot's ToKo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora