23.''Cansancio'.

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Zuko se siente cansado, tan cansado como que está seguro de que podría acostarse en el ardiente pavimento y simplemente caer profundamente dormido en minutos; tan cansado como que está seguro de que le encantaría subirse de nuevo a su auto aparcado a tres calles de ahí y regresar a su hogar sin los útiles escolares que su hijo menor necesita.

Esa es sólo una excusa por parte de su esposa para salir y obligarle a comprarle algo, está tan seguro de ello por el simple hecho de que su esposa no para de ver vestidos caros y bolsos en cada una de las tiendas a las que van.

Suspira de manera cansada, sólo quiere dormir.

Finalmente ha terminado la época de "fin de mes" en la cual es torturado de manera fría por su trabajo; Zuko es contador y realmente cada fin de mes se cuestiona de manera rotunda sí realmente fue una buena idea elegir contaduría como aquello a lo que se dedicaría de por vida.
En aquellos minutos está divagando, divagando entre su sueño y su cansancio.

No sólo se cuestiona sí su elección de carrera fue correcta, también se cuestiona sobre la elección que tomó al decidir casarse... O mejor dicho, con quién.

Un matrimonio forzado por la presión de su padre y una chica de todo, menos estable a la hora de convivir.

Zuko hizo tan malas elecciones.

Observa de manera cansada la figura de espaldas de su esposa y su cabello color azabache es tan brillante y elegante que se convence de que está inconsciente de lo que piensa.

Comienzas a divagar demasiado Zuko.

Está pensando demasiado.

ー ¿No vas a pasar?ー le interrumpe la voz de su esposa y acompañada de esa pregunta, se encuentra con la mirada curiosa de su hijo Tian.

ー No, pasen ustedes. Los esperaré aquíー. Responde de manera paciente. Realmente no tiene energías.

Su esposa entra a la tienda comercial y de pronto Zuko se encuentra solo.

Completamente solo de manera irreal, debido a que en realidad, la calle estaba repleta de gente. Pasando traquilos y algunos apresurados; comprando, mirando o al igual que él quizá divagando.

Se encuentra recargado en una lámpara de esas delgadas y aparentemente elegantes, pero decide que sería mejor ir a sentarse.

Se gira de manera lenta con sus ojos siendo cerrados unos segundos, segundos suficientes para chocar con otra persona.

Zuko de pronto se siente despierto. Tan despierto como que aquel golpe en la costilla le hizo soltar el aire que a penas y sostenía en sus pulmones hacía unos segundos, tan despierto como que el dolor no se sintió como un simple sueño.

La persona contraria retrocede de manera abrupta y Zuko sólo atina a agacharse mientras sostiene la boca de su estómago con ligero dolor.

ー Lo siento, ¿Está bien?ー pregunta con voz casi asustada la contraria.

Zuko levanta una mano intentando señalar que le dé algo de tiempo para recuperarse. La contraria entiende y se mantiene callada mientras le mira expectante.

ー Tienes un codo bastante firmeー. Masculla el contrario mientras se frota el rostro.

Al parecer la contraria utilizó su codo para intentar no sufrir algún daño, fue una acción meramente sorpresiva y a la vez fue muy efectiva.

Una risa vibrante de pronto llena los oídos del más alto aún agachado en el sueloー. Lo siento, aunque ha sido usted quien ha girado de la nadaー. Afirma la más baja.

Zuko finalmente decide mirar hacia arriba y se percata de que no ha chocado con una persona, ha chocado con un ángel. No necesariamente por ser alguien amable o buena persona, nada de eso.

Sin embargo, cuando Zuko giró la vista hacia ella, el contraluz del sol le hizo ver más que angelical y sus bellos ojos color grisáceos no hicieron más que agregar algo más a su ser.

Zuko siente que quizá ella era alguien diferente de todas las personas a las que había conocido en su vida.

ー Agh... Está bien, no te preocupes. Ha sido mi culpa, lo siento muchoー. Se disculpó de manera torpe.

La contraria sonríe, le extiende la mano y le ayuda a levantarse.

Su piel es blanca, aunque no en exceso y su perfume es agradable, digno de alguien como ella, Zuko está seguro de ello, a pesar de nisiquiera conocerle.

Ella se disculpa de nuevo y cuando Zuko está a punto de decir algo más su hijo le llama de manera ruidosa mientras sale de la tienda a la que había entrado con su madre recién.

Zuko gira su mirada y de pronto parece que su sueño ha desaparecido. Escucha la voz de la contraria y de pronto le escucha alejarse.

No tiene tiempo de mirar a dónde se va, qué dirección toma o el color de sus zapatos. Sólo atina a ver el color oscuro de su cabello tan brillante y hermoso, para después pasar a cruzar miradas con su esposa y ella, aún sin encontrar algo que pedirle le dice: Vayamos a otra tienda.

Zuko piensa que quizá podría haberle pedido su número, su nombre e incluso podría haberse enamorado de aquella persona, pero eso se queda en el olvido cuando su hijo le toma de la mano y su esposa hace lo mismo.

Realmente ha perdido el sueño.





Estoy en la escuela.

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