Grita para mí

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Entre sueños, puedo distinguir el timbre de mi celular y trato de aferrarme, en vano, a la placentera historia que se está proyectando en mi mente.

- ¡Candy! - suspiro, deseando que fuera ella quien tuviera entre mis brazos, en lugar de esta insulsa almohada.

Es una verdadera lástima que, contrario a lo que estaba sucediendo en mi sueño "XXX", yo aún no haya podido tener algún acercamiento más íntimo con mi novia. Y no es porque no lo haya intentado, ya que en más de una ocasión mis labios la han besado de manera provocativa y mis manos la han tocado de forma sugerente; pero lo único que he conseguido, ha sido una sutil invitación para que me marche a mi suntuosa mansión, a dormir solo, como si fuera un perro callejero.

Y es que Candy se comporta conmigo de una manera tan... decente, tan... escrupulosa, que a veces me pregunto si esa es su verdadera personalidad o sí solo es una forma de tenerme quieto. Pero sea cual sea la razón, la mayoría de las veces me siento como el peor de los degenerados cuando mi mente impúdica comienza a fantasear con su cuerpo desnudo bañado en sudor, con sus pechos moviéndose al compás de mis envestidas, con su sexo húmedo rozando mi abdomen, rozando mi... - Mierda, ya me puse duro de solo pensarlo.

El maldito teléfono comienza a sonar de nuevo y no conforme con haber interrumpido mi candente sueño, ahora también interrumpe mis sucios pensamientos.

- ¡Con un demonio! - Balbuceo entre dientes, al comprender que por más que lo intente, no me volveré a dormir y mucho menos volveré a soñar con ella.

Disgustado, me incorporo de la cama y tomó el maldito aparato para que, quien sea que me esté llamando, deje de fastidiar de una vez por todas.

- ¿Diga?

- Buenos días hijo, ¿cómo estás?

El remordimiento me invade al descubrir que se trata de mi madre.

- Bien mamá, ¿y tú?

- Tan bien como se puede estar...

- Me da mucho gusto.

- ¿Cómo sigue tu corazón?

- Sigue latiendo, lo cual ya es ganancia.

- Ten fe, hijo. Vas a ver que pronto aparecerá un donador.

- Eso espero.

- Voy a tener un par de semanas libres antes de que empiece la gira de mi obra y quiero tomarme unos días para ir a verte, claro, si no te incomoda mi presencia.

- Por supuesto que no, sabes que eres bienvenida en mi casa.

- Karen se ofreció a acompañarme, me dijo que necesita hablar contigo, ella quiere arreglar las cosas entre ustedes...

- ¿Sigues hablando con ella después de lo que pasó?

- Hijo, todos cometemos errores y yo estoy convencida de que Karen es una buena mujer...

Tengo que aguantarme las ganas de reír al escuchar las palabras "buena mujer"; si mi madre supiera lo que hacía su "buena mujer" en el consultorio de su psicólogo y en nuestra casa, seguramente no pensaría eso de ella.

- ... ¿Sabes Terry? Creo que deberías darle otra...

- Mamá, no tengo ningún interés en hablar sobre las buenas intenciones de Karen. Sí quieres venir, hazlo... pero hazlo sola. De mi parte, no tengo nada que hablar con ella y creo que está de más decirte que no la quiero en MI casa.

Acaricia mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora