La familia

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Parte 1

Mi novia no ha pronunciado ni una sola palabra durante el largo trayecto del aeropuerto al restaurante – Lo cual es bastante inusual, dado que ella suele hablar hasta por los codos - Y no la culpo, ya que el recibimiento que le dio mi mamá no fue precisamente el más amistoso; a decir verdad fue bastante hostil y me sorprende que, a pesar de todo, ella no se hubiera marchado.

Al observar a mi pecosa por el espejo retrovisor, noto que tiene los brazos cruzados, el ceño fruncido y la boquita parada en señal de enojo. Si no fuera porque mi mamá está al lado mío – Con una expresión bastante similar – Ya habría orillado mi auto, me habría bajado del mismo y me habría subido al asiento posterior con el único fin de darle unos cuantos besos bien puestos a esa señorita berrinchuda, aminorando su coraje.

Viendo las cosas objetivamente, tengo que darle la razón a Candy. Y es que yo también estaría enojado si al conocer a su madre, ella me barriera de pies a cabeza con la mirada, para luego sacar a relucir el tema de su ex novio, hablándole de lo arrepentido que está de su conducta y de lo mucho que la ama y que la extraña.

- Imbécil, nunca debiste obligarla a venir – Murmura una voz en mi cabeza y aunque me moleste aceptarlo, sé que tiene razón.

- ¿Y a qué te dedicas Candice? – Le pregunta mi mamá, rompiendo el silencio que nos había acompañado durante los últimos quince minutos. Y yo realmente se lo agradezco, porque no deseo pasar la siguiente media hora escuchando mi maldita respiración.

- Soy psicóloga – Le contesta mi novia, de forma cortante.

- Que interesante... Supongo que tienes tu propio consultorio.

- No, trabajo para un hospital.

- Mmmm... ¿Y cómo fue que conociste a Terry?

- Bueno él... él era mi paciente.

- Cariño, nunca me dijiste que estabas tomando terapia psicológica – Me dice mi madre, sin poder ocultar su sorpresa.

- Sí, bueno, fue después del incidente del lago; el doctor Anderson creyó que lo mejor para mí, era referirme con una de las psicólogas del hospital.

- Pero tengo entendido que los psicólogos no deben fraternizar con sus pacientes, ¿o me equivoco, Candice?

- Terry ya no es mi paciente.

- ¿Ah no?

- No, mamá. Candy dejó de ser mi psicóloga cuando iniciamos nuestra relación.

- ¿Así que dejaste tu terapia?

- No, solo cambie de terapeuta.

- Mmm... ¿Y dónde estudiaste, Candice?

- En la universidad de Princeton.

- ¡Oh! Dicen que esa universidad es de lo mejor para quien desea estudiar esa carrera.

- Sí, lo es.

- Aunque es bastante costosa... ¿Tus papás te pagaron tus estudios?

- No, yo obtuve una beca del 70% y el resto se cubrió con un préstamo universitario.

- ¡Ah!...

Mi madre me mira de un modo que no logro interpretar del todo, pero que me hace sentir muy incómodo.

- Linda, ¿cuántos años tienes?

- Veinticinco.

- ¡Veinticinco! ¡Dios mío, eres un bebé!

Acaricia mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora