La familia

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Parte 2

No miento al decir que las sonrisas que todos ostentaban en sus rostros, desaparecieron por completo cuando escucharon la palabra "paciente" y poco faltó para que una bola de hierba seca pasara rodando en medio de la mesa.

- ¿Tu paciente? – Pregunta su madre, tratando de ocultar el horror que le causa esa confesión, sin mucho éxito.

Candy permanece en silencio por algunos segundos, durante los cuales, sus manos comienzan a jugar ansiosamente con la servilleta - Sí, bueno... él...

Coloco mi mano sobre la de mi novia, intentando transmitirle confianza y decido ser yo quien maneje la situación.

- Sra. White, yo intenté suicidarme hace algunos meses y por esa razón tuve que tomar terapia psicológica – Respondo con toda sinceridad, ya que la vida me ha enseñado que siempre es mejor hablar con la verdad desde un inicio.

El semblante de todos los presentes se descompone de inmediato y me doy cuenta que todo esto del suicidio no solo es difícil para Candy, sino que también lo es para toda su familia.

- Si no es mucha intromisión, ¿podrías decirme por qué intentaste suicidarte? - Indaga su hermano, quién por primera vez en toda la noche, pronuncia más de dos palabras.

- Yo... estaba deprimido.

- ¿Por qué?

- Porque descubrí que mi esposa me estaba engañando con otro...

- ¡¿Eres casado?! - Exclama su papá y su rostro se endurece de inmediato.

- No, ya estoy divorciado.

- ¿Cuántos años tienes? - Me pregunta su madre.

- 34, bueno, 35 en un par de meses.

- Tu cara se me hace muy conocida... ¿Cómo dices que te llamas? - Me cuestiona su hermano y yo empiezo a sentirme como en un maldito interrogatorio policiaco.

- Terrence Graham Grandchester.

- Sí, Grandchester... Ahora te ubico...

- ¿Nos conocemos?

- Tú no me conoces; pero yo si te conozco a ti.

- ¿Y puedo saber de dónde me conoces?

- Hice mi residencia en el hospital Monte Sinaí de Nueva York... Y si mi memoria no me falla, tú eras uno de los pacientes del doctor Rosenzweig, ¿o me equivoco?

- No, estas en lo cierto.

- Él fue uno de mis mentores y compartió conmigo varios de sus expedientes médicos. Si no mal recuerdo, tú tenías una grave afección cardíaca...Tú necesitabas un trasplante de corazón, ¿no es así?

- Aún lo necesito - Respondo, con toda la tranquilidad del mundo y de inmediato puedo sentir esas miradas de lástima que tanto aborrezco, justo sobre mí.

- Bueno Terry, supongo que en cualquier momento llegará tu donador, los trasplantes de órganos ya son cosa de todos los días - Me dice su madre, mostrándome una sonrisa cálida, sincera... Idéntica a la de Candy.

- Créame que eso es lo que más deseo, Sra. White.

El ambiente que se percibe en el comedor está tan viciado, que me resulta imposible sentirme relajado y puedo apostar a que no soy el único aquí que se siente así. Su padre, al ver el estado de turbación en el que se encuentra su hija, cambia radicalmente el tema por uno más agradable, haciendo que todos olviden, al menos por un instante, que soy un suicida desahuciado.

Acaricia mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora