Por ti me casaré

353 39 8
                                    

Desde el momento en que el estúpido hermano de Candy nos abre la puerta, tengo el mal presentimiento de que todo esto va a resultar muy mal; y es que la cara de perro rabioso que pone cuando me tiene frente a él, me deja muy en claro que no soy santo de su devoción.

Para colmo de males, Candy, quien debería permanecer a mi lado, se va rápidamente a la cocina para saludar a su mamá y ganas no me faltan de hacer lo mismo, pero entiendo que no puedo seguir corriendo detrás de mi novia como si fuera un maldito perro faldero.

Al darme cuenta de que me he quedado solo con ese imbécil, decido sacar provecho de la situación, poniéndome a conversar con mi futuro cuñado, en un intento por mejorar la tensa relación que existe entre los dos. Y es así como, sin pedir permiso, tomo asiento del otro lado del sillón y lanzo la primera interrogante de la noche.

- ¿Así que eres doctor, eh?

- Soy médico oncólogo, aún no he hecho ningún doctorado para merecer ese título – Me responde con su cara de mula, dejándome ver como el peor de los estúpidos.

Luego saca una cajetilla de cigarros del bolsillo de su camisa y me ofrece uno.

- ¿Gustas?

- Gracias, no fumo.

- Mmm, es cierto, había olvidado lo de tu problema cardiaco...

Sé que está mintiendo, pero opto por seguirle la corriente.

- Me sorprende que fumes, siendo oncólogo deberías saber que eso te puede provocar cáncer.

Él me muestra una sonrisa ladeada, mientras busca su encendedor en los bolsillos del pantalón.

- De algo me he de morir, ¿no? Además, creo que aún falta mucho para que eso suceda... Por cierto, ¿a ti cuánto tiempo te queda? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un año? – Me pregunta viéndome directamente a los ojos.

- Maldito bastardo – Grita mi cerebro, al darse cuenta del golpe bajo que acabo de recibir – No lo sé, aún no me han dictado sentencia... - Le contesto, tratando de tomar las cosas con un poco de humor - Pero quiero pensar que voy a recibir mi trasplante antes de que eso ocurra.

- No nos hagamos tontos, Grandchester – Me dice, lanzándome una mirada desafiante, para luego meterse el pitillo entre los labios y darle una larga fumada - No espero que me disculpes por lo que voy a decirte, pero después de la conversación que tuve con mi hermana, me tome el atrevimiento de llamar al doctor Rosenzweig... Y créeme, estoy muy bien informado acerca de "tu situación". Conozco a Candy como la palma de mi mano, y sé lo idealista y también lo necia que puede llegar a ser; así que si aún hay algo de sensatez en ti, espero que hagas lo correcto y evites hacerla sufrir en vano.

- ¿Pero quién se cree este idiota para meterse en mi relación con Candy? – Me digo a mí mismo y justo cuando estoy por contestarle, el timbre de la puerta comienza a sonar, librándome del terrible castigo de seguir escuchando sus estúpidas palabras.

Él se levanta rápidamente del sillón y justo cuando está por llegar a la puerta, escucho la voz de mi novia, quien al parecer se está acercando a la estancia, y yo respiro aliviado al saber que ella ya está de regreso.

A juzgar por lo que veo a continuación, creo que no soy el único que se intimida con la presencia de ese imbécil, y es que cuando Annie se encuentra frente a él, pone una cara de susto que nunca antes le había visto y pocos segundos después, el refractario que trae en las manos se le resbala como si tuviera mantequilla, haciendo un maldito estruendo al tocar el suelo.

No es que me guste burlarme de la desgracia ajena, pero el solo hecho de ver el estado de aturdimiento de los dos, me hace sonreír involuntariamente y es inevitable que mi mirada se enfoque en Archie, quien no parece estar muy contento con la escena que su esposa está protagonizando.

Acaricia mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora