Capítulo 11

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  ― ¡Josué, detente por favor! ―gritó Tyler.

Eran incontables las veces que lo repitió en esas diez cuadras que cruzó corriendo tras él. Se había equivocado, lo sabía y se arrepentía en ese momento, aunque era tarde. No quería esperar a que volviera, quería arreglarlo en ese instante. Los gritos se tornaron ahogados. Sus cuerdas vocales estaban cansadas. Él seguía corriendo, no quería perderlo de vista, necesitaba alcanzarlo.

El cielo todavía estaba oscuro, y el frío parecía cortarle la piel. También había neblina y una llovizna que caía mojándole la cara, pero eso no lo detenía.

Un bocinazo, seguido de un impacto, cambió el panorama. La neblina se fue disipando a medida que Tyler se acercaba al lugar. Un cuerpo yacía en el suelo y un auto se marchaba a toda velocidad.

Tyler se arrodilló frente a su hermano y buscó en sus bolsillos con mucho cuidado su celular para llamar a la ambulancia. La calle estaba desierta, no había nadie que los pudiera ayudar.

―Tyler, deja eso.

―No te voy a dejar morir.

―Tyler, por favor, escúchame ―su hermano asintió con la mirada entristecida e impaciente. No quería perder tiempo―. Perdóname, por no haber sido un mejor hermano.

―¿Qué dices? ―preguntó desconsolado―. Yo soy el que te ha fallado.

―Yo te he pedido perdón. ¿Puedes perdonarme?

―Sí, te perdono ―le soltó Tyler para conformarlo, aunque no comprendía la razón tan repentina de que su hermano le pidiera perdón cuando debería odiarlo en ese preciso momento―. Voy a llamar a la ambulancia.

―Tyler, te amo hermano. Nunca lo olvides.

Sin responderle, tomó el teléfono y al encenderlo le pidió una contraseña. Se vuelve a su hermano, que tirado en el suelo lo miraba con una sonrisa amable. Él le muestra la pantalla.

―Te perdono.

Tyler se sentó de un respingo, su cuerpo estaba bañado en sudor y le temblaban las manos. Otra vez ese sueño volvía a perturbarlo.

Se levantó y se fue directo al baño. Necesitaba una ducha. Como se iba a quedar en casa toda la tarde, se puso unos pantalones largos a cuadros y una musculosa blanca y bajó al comedor donde se encontraban sus padres cocinando juntos. Siempre fueron unidos y cumplían a la perfección con el lema «Familia que trabaja junta, permanece junta». Y el trágico episodio que pasó la familia Sánchez no perjudicó la unión, sino al contrario, juntos se hicieron más fuertes. Tyler no lo vivía así, pero lo fingía lo mejor posible para no desestabilizar la paz de su hogar.

―Hijo, por fin apareces ―dijo ella mientras depositaba un suave beso en su frente sin dejar de batir unos huevos en un bol que llevaba en su mano.

―Anoche nos juntamos con los chicos del cole. Volví tarde ―comentó Tyler, acercando las tostadas que estaban en un plato especialmente para él.

―Te sentí entrar ―siguió su papá desde la mesada porque estaba picando verduras―. Por la hora que era creía que te ibas a quedar en la casa de Juan.

―Sí, pero no ―reconoció entre risas el joven y se acercó a su padre para servirse un café de la cafetera.

―Sé que soy pesada, pero me preocupa que andes hasta tan tarde en moto por las calles ―farfulló su madre abrazándolo―. No te quiero perder.

Sálvame de mi (#PerlasWatt2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora