―Acá tengo sus notas ―dijo la profesora sacando un folio con todas las evaluaciones―. Y hay notas de todos los colores.
Pasó banco por banco entregándolas y luego volvió a su escritorio. Tomó una tiza y comenzó a escribir en el pizarrón una actividad.
―Chicos, esta actividad es para hacer en vacaciones ―dijo señalando lo que había escrito―. Deben armar un diálogo usando una opción de cada lista. Por ejemplo, alumno, profesor, nota. Como parece obvio, es un trabajo en grupo. Yo los arme usando personas que tengan parecidos promedios para que el nivel sea parejo.
Sacó una hoja del portafolios y parándose frente a sus alumnos, comenzó a nombrar. Tomás y Lorena. Juan y Laura. Lautaro y Sofía. Anahí y Raúl. Sabrina y Julián. Virginia y Mateo. Tyler y Andrexa.
―Disculpe profe, pero no estoy a gusto con la elección ―soltó Tyler generando la mirada de todos, incluso de ella.
―¿Por qué? ―preguntó incrédula la mujer.
―Porque, primero, es injusto. Yo tuve un uno y Andrexa tiene un diez, así que si usted buscó notas que se asemejen unió dos extremos. La nota más alta y la más baja. Y segundo, porque prefiero hacerlo solo.
―Yo elegí bien las parejas Tyler y no creo que ese sea tu problema realmente.
―Solamente no quiero hacerlo con ella. Quiero hacerlo solo.
―Bueno Tyler, la consigna la di y no la cambio. Harás el trabajo o no lo harás. Esa es tu decisión, pero debo informarte que es como otra evaluación con nota y diferirá a fin de año en tus promedios. Sin contar que también estás alterando las notas de tu compañera. Así que piénsalo.
Cuando uno es espectador de un tema en cuestión es bueno estar atento y escuchar todo sin perderse nada, pero en este caso ella era el tema del debate entre la profesora y Tyler. Sabía que se había equivocado. Que dijo cosas que se arrepentía y mucho, pero era injusto que descargara su enojo delante de un montón de personas que en ese momento sus ojos se clavaban en ella dubitativos. De seguro estaban cuestionándose cuál era la razón por la que él se sentía incómodo por hacer un trabajo con ella.
― ¿Puedo ir al baño? ―preguntó Andrexa con voz ronca.
―Sí, adelante ―dijo la profesora notando el disgusto por el que su alumna pasaba.
Ahogó un sollozo cuando la puerta se cerró tras ella y corrió hasta el baño. Allí se dejó caer junto con ella, todo su ser en un mar de lágrimas. Apoyó su cara sobre sus rodillas y dejó pasar el tiempo. Sentía un nudo en la garganta que apenas la dejaba respirar. Las palabras hirientes de Tyler retumbaban en sus oídos y se clavaban como un puñal en su pecho.
―Pobrecita la santita ―dijo Laura parándose frente a ella―. Debe ser triste que el cuento de "La Cenicienta" no se ejecutara a la perfección.
Andrexa se levantó como un resorte y la miró incrédula. Sabía que no le caía bien a ella, pero por un instante pensó que tenía un corazón y que le corría sangre por las venas para apiadarse de otra persona que, en ese momento, era evidente que estaba mal.
―¿Qué dices?
―Creías que Tyler hoy te iba a traer el zapatito que perdiste el viernes cuando saliste corriendo como si fueras la princesa del cuento ―largó una carcajada malévola―. Por favor, Andrexa, sí que eres ingenua.
―Yo no me fui por él. Si es lo que estás pensando. Me tenía que ir y me fui.
―¿No? Ahh ya sé. Sentiste culpa y te fuiste corriendo a casa a rezar porque se te escapó lo zorra. Perdón ―dijo tapándose la boca, como si hubiese dicho algo malo―. Quise decir lo santa.
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Sálvame de mi (#PerlasWatt2020)
RomanceAndrexa se muda junto a su familia a Córdoba con un propósito, formar una iglesia. Lejos de todo lo que ella consideraba hogar comienza su último año de bachillerato. En su salón conoce a Tyler, el chico más lindo pero el más duro que haya cruzado j...