Capítulo 34

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Para ser martes, Burger Kings estaba a reventar de gente. Tomás la había invitado a comer. Ese se había vuelto su lugar preferido. Tomaron el mismo asiento de siempre, los más cómodos, dispuestos a disfrutar de una hamburguesa con papas fritas.

―Si sigo comiendo así, no me va a entrar el vestido de promoción ―dijo la joven, llevándose una papa a la boca―. Pero es inevitable. Esto es exquisito.

―Faltan meses todavía. Disfruta este manjar grasoso ―halagó su hamburguesa.

―Tienes razón ―asintió entre risas―. ¿Cómo vas con el trabajo?

―Nos juntamos a charlar sobre eso. En estos días ya los preparamos. ¿Y el tuyo? ―preguntó entrecerrando los ojos con picardía.

―No lo arrancamos aún. Esta semana lo hacemos sí o sí.

―Pero no es porque no se hayan juntado, si tan lindos que salieron en la foto.

Andrexa sintió cómo le ardían las mejillas y sonrió tímidamente. No habían siquiera hablado del trabajo, sino que desde ese día cambió todo para ellos. Mensajes desde que se levantaban hasta que se iban a dormir, se juntaban a charlar y hacer actividades en completa amistad. Era lindo ser su amiga, sentirlo cerca y poder ser parte de este cambio tan notorio del que Jesús se llevaba toda la gloria.

―En mi defensa, era domingo. Vimos una peli y se fue a su casa.

―No te preocupes. Eso es bueno. Con Lorena también nos juntamos a tomar algo. Es normal, aunque con Tyler la cosa cambió ahora.

―Es que su cambio es impresionante ―expresó con alegría―. Dios hace cosas grandes.

―Te sorprende. Por eso nunca hay que perder la fe.

―No es que pierda la fe, Tomy, solo tengo miedo de equivocarme. Tengo miedo de que lo que me lleva a estar así sean puras emociones.

Tomás la miró pensativo, masajeándose la barbilla. Unos segundos después sonrió y se levantó de su asiento y se dirigió a la cola de pedidos. Andrexa lo siguió con la mirada, extrañada. Al cabo de unos minutos, volvía con dos vasos humeantes de café.

―Señor Jesús gracias. Hoy he visto tu misericordia al concederme un momento así. Tú bien sabes que como exhortador de tu sierva he pasado por la difícil prueba de ser sabio sin dejarme amargar por sus mates. Hoy veo la recompensa de tus manos. Hoy voy a exhortar a tu hija lejos de sus mates, bebiendo un café rico de esta tienda. Señor líbrala de la ira con la que me está mirando y hazle entender que solo es una broma. Tú sabes que, aunque nunca lo haya hecho de esta manera siempre te pedí sabiduría para hablar lo correcto. Que lo que salga de mi boca no sean palabras de hombre, sino las tuyas. Amén.

―Amén ―murmuró poniendo los ojos en blanco―. Dios te ha escuchado porque me dio mucha risa tu oración.

―Con Dios hay que ser sinceros. No sirve de nada orar buscando palabras cultas. Dios nos hizo originales y quiere que le tengamos una confianza ciega para decirle algo que Él ya sabe.

―Nuevamente tienes razón.

―Bueno, quiero ser lo más concreto posible por dos razones. Una, porque quiero que lo entiendas y otra, porque si se extiende la charla y se me termina el café, tengo que pagar otro.

Andrexa soltó una carcajada. Ese era su amigo, que con dos palabras le robaba una sonrisa aun en sus momentos más oscuros. Dios puso en él un corazón humilde y le dio sabiduría para poder ayudar a otros haciendo uso de los consejos más válidos, como los que se dan a través de la palabra. Así que abrió su corazón y le pidió en silencio al Señor que la semilla que se plantara cayera en buena tierra.

Sálvame de mi (#PerlasWatt2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora