Capítulo 37

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El teléfono sonó, despertando a Andrexa a las 7 de la mañana. Cuando sus ojos achinados visualizaron al emisor de la misma, se abren cómo platos. Aclaró su garganta, aunque no le sirvió de nada y atendió.

Andrexa: ¿Hola?

Tyler: ¿Estás durmiendo?

Andrexa: Hay un proverbio que dice que el que bendice a su amigo de madrugada se le contará por maldición.

Tyler: Todavía no te bendije. Así que pasa de mi ese palo. Levántate no seas vaga.

Andrexa: Estamos en vacaciones y aún es de noche.

Tyler: No hay oscuridad para los que estamos en Cristo.

Andrexa: Tienes razón. Ya me desperté ¿Pasó algo?

Tyler: Sí, primero quiero disculparme por no hablarte ayer. No quería molestarte.

Andrexa: Sabes que no molestas. Me parecía raro que no escribieras, pero ya ves que pensamos igual porque yo tampoco te escribí por la misma razón.

Tyler: Te extraño. Quiero verte. En una hora y media clavada te paso a buscar. Acompáñame a desayunar y luego tengo que comprarle un regalo a mi mamá que cumple años y no sé qué regalarle.

Andrexa: Está bien. Te espero.

Tyler: Dale, mi loca. Nos vemos.

Por unos largos segundos trató de reaccionar a lo que había pasado. No había sido un sueño porque la llamada estaba en los registros. En un rato Tyler la pasaría a buscar. Quería que lo ayudara en algo tan particular como elegir un regalo para su madre y lo más loco de todo, le dijo que la extrañaba. Una sonrisa enorme dibujó sus labios y no le importó el frío al sacarse el edredón de un tirón. Todo comenzaba de nuevo. La locura de no saber qué ponerse. Era martes, así que eligió vestirse deportiva, pero por las dudas dejó separado algo más formal por si aparecía de traje. Tyler era una caja de sorpresas y esta era una de las más tierna de todas.

Se alistó y bajó al comedor. Sus tíos estaban desayunando aún.

―¿Te preparo café?

―No, tía, gracias ―se disculpó―, pero me invitaron a desayunar

― ¿Tomás? ―preguntó Roberto quitándose el periódico del frente.

―No, Tyler.

Sus tíos se miraron y asintieron. No pudieron decir nada más porque desde afuera el joven estaba avisando que había llegado.

―Que te diviertas ―dijo Carla dándole un sonoro beso en la mejilla.

―Ustedes también.

―Saluda a Tyler de nuestra parte.

―Serán dados.

El frío era evidente en las calles, no solo porque se sentía, sino porque esta vez Tyler no la esperaba fuera del auto. No podía pretender que todas las veces haga de caballero, aunque le gustaba esa forma de ser tan tierna. Se fue acercando al auto y empezó a notar que no había nadie en el asiento del conductor.

«¿Dónde está? ­» pensó. La duda se resolvió en cuestión de segundos cuando notó que alguien le colocaba un abrigo en su espalda. Se da la vuelta y sus ojos se encuentran electrizantes.

―Buen día niña.

―Casi me infartas.

―Sé que sufres el frío, por eso me pareció un buen gesto escoltarte al auto abrigada. ¿Vamos?

Sálvame de mi (#PerlasWatt2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora