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Me desperté en la camilla de la enfermería del campus, lo averigüe porque había un cartel gigante que lo ponía.

Antes de hacer nada, mire disimuladamente lo que había en esta habitación, porque tenía la sensación de no estar sola, y cuando lo comprobé me di cuenta de que estaba en lo correcto.

Marco y Olga estaban aqui conmigo, los dos parecían preocupados y miraban al suelo con la cabeza gacha.

Sinceramente al verles se me quitaron las ganas de seguir aquí, así que me levante de la camilla y senti un pinchazo muy grande en la tripa y decidí volver a tumbarme.

- Sara ¿estas bien? - me preguntaron los hermanos Asensio que estaban sentados cerca de mi camilla.

Como estaba enfadada con ellos por no creerme cuando les decía que no podía más, decidí ignorar a los dos y mirar el techo, hasta que note que la puerta se abría.

- Por fin viene alguien - dije viendo a un hombre que entraba por la puerta.

- Soy Martín, el doctor - se presentó.

- Genial, yo soy Sara ¿Que me pasa? ¿Voy a morir? - pregunte preocupada.

- No nada de eso - me contesto con una sonrisa.

- Menos mal - conteste aliviada pensando en el disgusto que se llevaría mi hermano si eso fuera cierto - ¿Entonces que me pasa? - pregunte no tan preocupada.

- Tienes un problema serio - me dijo mirando mi informe.

- ¿Cual? - pregunte queriendolo saber por muy malo que fuera ese problema.

- Tienes una fuerte anemia que si no es tratada a tiempo puede derivar en anorexia - me explico.

- Eso no puede ser, yo como mucho y de todo - conteste segura.

- ¿Cuando fue la última vez que comiste? - me pregunto con una sonrisa, mierda, el sabía perfectamente que no había comido nada en todo el día.

- No lo se con certeza doctor - dije sincera.

- Ves como si que te tienes un problema, comes poco y cuando lo haces no es de forma equilibrada, por eso te falta hierro en sangre - me explico brevemente.

- Vale gracias, a partir de ahora comeré de todo - prometí - ¿Me puedo ir ya?

- No, vamos a hacerte una transfusión sanguínea para subir el nivel de hemoglobina, sigues muy débil - me contesto.

- Vale - contesto.

El doctor se fue y me quedé con mis dos amiguitos.

- ¿Veis como no podía más? - fue lo primero que les dije a los dos.

- Si, sentimos no haberte creído - contesto Olga por los dos - como normalmente te quejas en los entrenamientos no creíamos que fuera nada serio.

- Bueno pues ya veis que si - conteste - me voy a quedar anorexica.

- No digas eso, nosotros vamos a estar aquí para ayudarte a que eso no pase - me dijo mi amiga.

- ¿De verdad? - le pregunté.

- Claro que si amiga - contesto Olga.

- Gracias - conteste con una sonrisa y enseguida Olga vino vino a abrazarme, en realidad no sabía ni como me había enfadado con ella, si es que tiene razón, me ha pasado como la historia del pastor y el lobo, estoy tan acostumbrada a exagerar todo lo que hago, que en el momento en que se hace real nadie me cree.

- ¿Olga me dejas hablar con ella a solas? - le pregunto Marco.

- Si - dijo Olga.

- No - conteste a su vez, pero no hubo caso, mi amiga se fue.

- ¿Que quieres? - pregunte enfadada.

- Que me perdones - me dijo.

- ¿Por qué? - dije queriendo saber exactamente de que se duculpaba.

- Por no haberte creído cuando me has dicho que no podías, por haber echo este ridículo entrenamiento y sobretodo por no tratarte como te mereces - me dijo, y yo que creía que solo se disculparia por una única cosa.

- Vale - conteste.

- ¿Me perdonas? - me pregunto.

- Sinceramente no, paso - conteste - no te conozco mucho, pero ya he visto más o menos como eres, te pasas el día pasando por encima de los demás y luego crees que con una simple disculpa se soluciona todo - dije sincera y añadi - la primera vez que paso algo parecido, te perdone rápido porque te quería mucho, pero esta vez prefiero quererme a mi misma a pesar de mi anemia y de mi anorexia - sentencie.

Justo cuando acabe de decir eso llego el doctor para hacerme la transferencia de sangre, justo en el momento indicado, ya que muchos gustaba tener siempre la última palabra.

Justo cuando acabe de decir eso llego el doctor para hacerme la transferencia de sangre, justo en el momento indicado, ya que muchos gustaba tener siempre la última palabra

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Parte 3/3
El peor maratón de la historia, perdón por tardar tanto.

Lo que el fútbol unió  (Marco Asensio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora