levántate y brilla

8.5K 859 889
                                    

Lo mismo le estoy reventando la infancia a alguien, pero sabiendo  las cosas que se suben aquí....lo dudo.

Que había formas más normales de despertar era una verdad absoluta, sin más.

Perry estaba totalmente seguro de que a absolutamente nadie le gustaba ser despertado a base de gritos ya fuese humano u ornitorrinco.

Y es que Candace gritando a todo pulmón era algo que perturbaría el sueño del más pesado.

—¡MAMÁ, HAY UN HOMBRE DESNUDO EN MI CAMA!

Perry abrió los ojos dispuesto a intervenir, había sido una de esas noches que decidía dormir a los pies de la cama de la chica en vez de su usual puesto en el dormitorio de los niños.

¿Como no se había dado cuenta de que un pervertido se había colado en la habitación?

Con los ojos ya abiertos se encontró con la expresión furibunda y acongojada de Candace dirigida directamente a él.

—¡MAMÁ!

Pudo sentir unos paso rebotando por el pasillo en dirección a la puerta dejando pasar a Linda Flynn Fletcher con la expresión facial de una madre oso.

—CANDACE, SAL DE AQUÍ, HE LLAMADO A LA POLICÍA, COGE A TUS HERMANOS E ID A LA CASA DE LA VECINA— La mujer cogió una de las figuritas de cristal del patito Momo que descansaban en la repisa y la lanzó en dirección a Perry mientras Candace se escurría por la puerta gritando.

El ornitorrinco esquivó el objeto por unos milímetros intentando saber qué estaba ocurriendo, alzó las manos en dirección a Linda en un ademán de que se detuviese y...MANOS.

Unas manos humanas, de color bronceado, sin rastro alguno de pelo verde azulado se extendían frente a él, desvió la mirada hacia otras partes de su ahora humano cuerpo y agarró la sábana de la cama en un intento de tapar su desnudez .

No le quedó otra, que usando su entrenamiento de espía, saltar por la ventana mientras otra figurita conmemorativa pasaba zumbando junto a su cara.

En solo cinco minutos, corrió lo suficientemente rápido para salir de los suburbios de Danville. No tenía una dirección fija, iba movido por la adrenalina y la única intención de huir de los sonidos de sirena policial  que habían llenado la zona en minutos.

Correr.

Correr.

Correr.

Un pitido le hizo detenerse y pudo ver como una tartana blanca se cernía sobre el. Brincó en el momento en el que el golpe parecería inevitable y acabó sobre el capó del vehículo.

Vislumbró a través del cristal al sorprendido conductor y Perry sonrió aliviado al ver una cara amiga.

Bajó del capó como si no hubiese dado un salto circense y se hubiese encaramado en un coche que estaba a punto de atropellarle, abrió la puerta del copiloto y se sentó con normalidad.

—Esto...No creo que haya necesidad de robarme, yo también me dedico al mal. Somos del mismo gremio, hacernos jugarretas como ésta no está bien visto.

Perry le dirigió una mirada incrédula. Por supuesto, si Heinz Doofenshmirtz no era capaz de reconocerle sin sombrero, ahora siendo un humano iba a ser incluso peor.

Suspiró con fuerza, sacó su sombrero, ahora minúsculo, de ninguna parte y chasqueó los dientes, agradeciendo que al menos pudiese hacer su sonido firma.

El doctor le miró ojiplatico.

—¿PERRY EL ORNITORRINCO? Quiero decir ¿Perry el humano...Perry el griego? Un momento...Eso no es un disfraz de de Griego...Es una sábana…

La expresión de estar completando un puzzle extremadamente difícil invadió el rostro del científico y antes de que pudiese hacer alguna pregunta más, las sirenas de policía volvieron a escucharse.

Esta vez fue el turno de Perry de abrir desmesuradamente los ojos y con un par de movimiento consiguió meter la pierna en el sitio del conductor pisando el acelerador.

Orange JuiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora