Este soy yo

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—¿Sigues siendo parte de la O.S.A.C?

Asintió.

—¿Lo de la chica a sido intencional?

Negó.

Perry situó un dedo entre sus ojos, cansado de contestar preguntas de si o no y queriendo solucionar todo el asunto lo más pronto posible.

—Cejas, monoceja, ¿Monoceja? Te refieres a Monogram.

El agente asintió, repitió el gesto y se señaló los ojos.

—Ver a Monoceja.

Asintió efusivamente.

—Está bien, te llevaré.

Chasqueó los dientes emocionado y se levantó contento dispuesto a salir desde ya a la dirección. Heinz le agarró de la muñeca impidiendoselo.

—No se si sabrás que ir desnudo por ahí no está muy bien visto….eso y que hueles a ornitorrinco, olor que es un poco desagradable para el género humano...bueno, quizá en Australia no.

Perry lo miró arqueando una ceja, no tenía tiempo que perder.

—Puedes usar la ducha, ya sabes dónde está.Te buscaré ropa, aunque seguro que te queda un pelín apretada ahora que eres...un armario empotrado.

Dijo la última palabra mirándole fijamente un pectoral.

Le dio unas palmaditas en el hombro mientras señalaba una de las puertas.

—Venga, venga. No puedes salir a la calle así, otra vez.

Perry le miró ofuscado, pero sabía que el científico tenía razón. No podía ir desnudo por ahí, y ahora que se fijaba el olor a sudor que le acompañaba era más intenso de lo que le gustaría. Agarró su sábana con dignidad y caminó hacia la puerta señalada.

—Hay toallas limpias en el armario.

Al final la ducha había sido una magnífica idea, tras dejar que el agua caliente se llevará toda la tensión de sus músculos se sentía mucho más relajado y con expectativas de que todo aquel embrollo acabase bien. Sin duda era muy diferente al barreño con espuma o la manguera del jardín que los niños usaban de vez en cuando para asearle.

Cogió una de las toallas del armario y se dispuso a secarse. Un movimiento captó su atención y se encontró con su reflejo en el espejo.

Sus ojos tenían el mismo tono chocolate de siempre y le devolvían la mirada como si de un desconocido se tratase.

“Ese soy yo” pensó mientras se palpaba la cara.

La mandíbula y el mentón eran marcados dándoles a su rostro una forma bastante cuadrada, la nariz era un ángulo casi perfecto y el pelo claro turquesa le caía sobre la frente contrastando con el moreno de su piel.

Se recordaba a sí mismo a una de las figuras de acción que estaban tiradas bajo la cama de Phineas.

Giro el rostro de izquierda a derecha mientras miraba bien todos los ángulo mientras gesticulaba de forma exagerada.

Luego miró el resto de su nuevo cuerpo.

En la ducha había tenido la oportunidad de pasar por todas partes con el jabón, pero entre la bruma relajante no se había parado a pensar en que aquello que tocaba era verdaderamente suyo.

Los pectorales y abdominales estaban bien marcados, y los brazos eran gruesos y fuertes. Flexionó el brazo derecho y el bíceps le saludó destacando  de inmediato.

“Este soy yo” volvió a pensar.

No le dio tiempo de inspeccionar nada más cuando alguien llamó a la puerta del baño.

Por supuesto sabía quién era ese alguien.

—¿Perry el humano? Creo que he encontrado algo que puedes ponerte. Una vez un repartidor confundió mi dirección con la de Roger, ya sabes, los apellidos y esas cosas que misteriosamente comparten los hermanos, gajes del oficio.

El caso es que pasé bastante de hacerle llegar el paquete a don perfecto y mi maldad nos ha traído buenos resultados. Resulta que era ropa...y bueno, seguramente siga siendo algo ajustada pero será más cómodo que algo mío. Pero créeme, estoy seguro de que la corpulencia de Roger viene de todas esas cenas formales del ayuntamiento, no me creo que ese idiota haga más ejercicio que el de levantarse y sentarse en su mullidita silla de alcalde…¡Oh!

Mientras Heinz se centraba cada vez más en su monólogo, Perry había tenido tiempo de ponerse la toalla en la cintura y de abrir la puerta en par en par silenciando al otro hombre con la sorpresa.

Heinz le miró de arriba a abajo sin cortarse.

–Mucho mejor, ya no hueles a animal salvaje.

Perry puso los ojos en blanco y con un movimiento le arrebató las prendas de ropa que llevaba en las manos, negando con la cabeza cerró la puerta nuevamente.

Al final Heinz tenía razón, la ropa era bastante ajustada en su figura.

Las prendas habían resultado ser una camisa blanca impoluta y unos pantalones de traje negros, ambos se le habían pegado como una segunda piel pero al menos no llegaba a ser incómodo.

Bueno, no del todo. Lo de llevar ropa era algo nuevo para el.

Molesto con el pelo húmedo pegado en la frente, lo peinó hacia atrás usando las manos y salió del baño decidido a arreglar sus problemas.

—Vaya, vaya. Pero si te queda como un guante. El traje venía completo, así que puedes ponerte la chaqueta y la corbata, ya sabes, en plan James Bond. Bueno, ese es británico, quizá tú prefieras a Cocodrilo Dandee, aunque ese no es agente secreto. Imagínate la cara de Roger cuando tuviese que presentarse al evento para el que fuese este modelito sin el modelito en cuestión. Me lo imagino dejando una mala crítica en el pedido, sin sospechar que estaba en mi poder. A esto llamo yo karma, Perry el ornitorrinco humano. Karma.

Perry le ignoró mientras agarraba la chaqueta y se ponía la corbata con un magnífico nudo Winsor. Contra más alejada estuviese su imagen de un enfermo pervertido a la fuga, mejor

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Nos vemos el lunes que viene, gracias por los comentarios! Feliz Navidad

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