Las probabilidades de fracasar en la obra de teatro, eran 99 de 100. Debía cantar en público y sin máscara, frente a una audiencia y más importante, al lado de Alexander. ¿Y si alguien reconocía mi voz? ¿O Alexander lo hacía?
Estaba ansiosa a más no poder, tenía que desafinar todo el tiempo y nadie se daría cuenta, bueno, sólo se burlarían por el resto de mi vida en la secundaria, nada grave.
—¡Preparen la escenografía! —vociferó la profesora Mónica con histeria, caminando de un lado a otro y abanicándose con un guion—. ¡Tú! ¡Apaga un par de luces! ¿¡Piensas que me pertenece una compañía de electricidad!? ¡No nos alcanza el presupuesto!
Miré a la mujer moverse en círculos y me mordí el labio jugando con mis manos sobre mi falda. La chica que estaba peinando mi cabello levantó la vista, observándome a través del espejo y me dedicó una sonrisa tranquilizadora.
—Todo va a salir bien, siempre se pone así de nerviosa, te acostumbras con el tiempo y el maltrato —comentó pasando el cepillo por el pelo, desenredándolo con la intención de trenzarlo—. Además, te vi en los ensayos con Álvaro, te irá bien.
—Alexander —la corregí involuntariamente. Reí inquieta encogiéndome de hombros y tomé el libreto que se encontraba en la mesa enfrente—. Y muchas gracias, eso espero.
Mi peluquera continuó con el trabajo, mientras tanto, yo repasaba una y otra vez las líneas que debía decir, trabándome en la parte del canto.
—¡Becca! —exclamó la maestra con aires nerviosos, acercándose con un portafolio y una lapicera en mano—. ¿Ya te has maquillado?
—No, todavía no... —respondí intentando no moverme demasiado, no quería dificultar a la estudiante, quien continuaba su labor con tensión debido a la presencia de la profesora.
—¿Qué esperas? ¡Maquillaje! —chilló presionando el botón del bolígrafo varias veces examinando alrededor en busca de alguien. Una chica apareció corriendo desde una esquina con una caja de cosméticos y se plantó frente nosotras.
—Perdón, yo estaba...
—¡No importa! ¡Maquíllala! —la interrumpió la mujer. Ella asintió para bajar la cabeza y colocar el maquillaje encima de la mesada. La estudiante que me peinaba arrastró atrás la silla donde estaba sentada, dándole lugar a la maquilladora que inició su tarea al instante.
Me sentía incomoda con tantas manos sobre mí, me preguntaba si Alexander estaba sufriendo también, sobre todo con lo arisco que era. De todas formas, después de unos largos minutos con los ojos cerrados y el cuello en una posición que me daría torticolis, terminaron. Ambas chicas se alejaron, chocaron los cinco y me admiraron con orgullo.
Me acerqué al reflejo del espejo, viéndome con más detalle, tenía el pelo medio recogido en una trenza que rodeaba mi cabeza, dejando caer unos rebeldes rizos en el contorno de mi cara, mientras que el resto de cabello resbalaba sobre mi espalda como bucles. El maquillaje era bonito, tenía sombra de ojos color nude, delineador, mascara de pestañas, rubor y, por último, labial rojo oscuro.
—Les quedó genial —elogié dándome vuelta hacia ellas que sonrieron en modo de respuesta.
—¡Becca! ¡Cámbiate! —gritó la profesora aproximándose y tomándome del brazo. Me arrastró a otra sección, donde había cambiadores y un largo perchero lleno de vestimenta.
Me solté de su agarre y ojeé la ropa con sorpresa de la cantidad, hasta que me percaté de la mirada atenta de alguien.
—Tú debes ser Julieta —murmuró un rubio analizándome de arriba abajo, sostenía vestido—. Que mal gusto tienes.
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Uncover
Teen FictionPenélope Collins forma parte de una banda escolar cuyas identidades están ocultas. La joven balancea su día a día con ser una cantante famosa en su instituto sin que nadie la descubra. Todo peligra cuando el antipático de Alexander Williams, el jef...