7. Salida al museo

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—¡Penny! ¡Aquí! —exclamó June levantando su mano para que lograra verla. Sonreí al encontrarla y, pasando con dificultad entre los asientos del colectivo, me encaminé hacia ella.

Al llegar junto a ella, la sonrisa se borró involuntariamente al encontrarme a Tyler en donde se suponía que yo debía sentarme, junto a mi mejor amiga. Elevé la mirada hacia ella frunciendo el ceño.

—Perdón —dijo moviendo los labios en silencio. Abrí la boca indignada y me di la vuelta para arrojar la mochila en uno de los dos asientos vacíos enfrente de los suyos. Me senté del lado de la ventana y antes de que alguien pudiera hablarme, saqué el celular y los auriculares para ponerme a escuchar música.

Por el rabillo del ojo vi como alguien se acercaba y se quedaba plantado en el pasillo observándome, para luego intentar llamar mi atención carraspeando. Solté un suspiro y retirando un audífono de solo un oído me giré hacia la persona.

—¿Qué quieres? —pregunté de mala gana mirando a Alexander Williams. Se encontraba como todos los días, semblante serio y un aura de odio que me invadía.

—Sentarme —contestó soltando un bufido.

Me reincorporé en mi lugar y asomé la cabeza viendo todos los lugares del colectivo, efectivamente, ocupados.

—Busca otro lugar, no es mi problema —respondí dedicándole una sonrisa falsa para volver a mirar al cristal colocándome mi auricular de nuevo.

El ruido de un golpe hizo que me girara sacándome la música para encontrarme con una mochila en el suelo y un nuevo compañero de asientos.

—¿Acabas de...? —interrogué molesta cerrando el puño derecho para pegarle, pero antes de poder tocarlo, una mano detuvo la mía levantándola hacia arriba.

—¡Está presente profesor! —espetó June desde los asientos de atrás, levanté la cabeza localizando al profesor de historia que levantaba una ceja a un metro de nosotros.

Bajé el brazo de golpe y puse mi mejor cara de inocente para disimular. El señor negó con la cabeza soltando un suspiro -no dispuesto a interrumpir la pelea ya que seguramente no le pagan demasiado- e hizo marca en su lista de alumnos y siguió nombrando en voz alta. Cerré los ojos con una mueca volviendo a acomodarme en mi lugar, dándome por vencida.

—¿Puedes quedarte quieta? Me desconcentras —habló irritado el chico a mi costado intentando escribir algo, sobre que le había permitido sentarse junto a mí, ahora me criticaba.

—¿Puedes dejar de respirar? Me molestas. —Bufé volviéndome a moverme con la nariz arrugada -esta vez sólo para molestar- y terminar apoyándome en el respaldar.

¿Qué estaba escribiendo que era tan importante? Acerqué mi cabeza sobre su hombro y pude alcanzar a leer algunos nombres de chicas del instituto.

Así de antipático y todo un casanova.

—¿Son tus próximas conquistas? —inquirí con tono burlón negando con la cabeza retirando el cuaderno de sus manos ojeando cada uno de los nombres—. Uh, mayores de edad. ¿Te gustan maduras?

—Tal que tu coeficiente intelectual es tan bajo como las ganas de vivir de un suicida, no te lo voy a explicar —contestó poniendo los ojos en blanco arrebatándome la libreta de los dedos.

Me crucé de brazos soltando un resoplido volviendo a ver lo que escribía en silencio, había hecho una descripción de cada una de las chicas, según color de pelo, ojos y edad. Todas tenían características similares, pelo castaño, ojos verdes/marrones y la edad rondaba entre los 16-18.

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