Llevaba tres días evitando que June se diera cuenta de la falta del brazalete en mi muñeca, manteniéndola al mismo tiempo, alejada de Alexander por todos los medios, para que este último no viera las pulseras a juego. Necesitaba resolver las cosas con urgencia, se estaba convirtiendo en algo cansador.
—Necesitamos que lo hagas, Penny —comentó Connor, haciendo puchero con ojos de perro triste y parpadeando un par de veces—. ¡Además es toda tu culpa! ¡Una pulsera! ¡Tenemos la regla de no usar artículos personales por algo!
Me mordí el labio con fuerza al mismo tiempo que me encogía en mi sitio, golpeando la espalda contra una repisa donde reposaban productos de limpieza. Estábamos teniendo una reunión secreta de emergencia en la sala del conserje.
—¿Nadie me va a defender? —cuestioné con indignación, dirigiendo la mirada a Travis que negó con la cabeza presionando los labios—. ¡Pero ni siquiera se actuar!
—Pretendes ser otra persona todos los días. ¿Qué tan difícil puede ser entrar a clases de teatro? —interrogó Killian moviendo su mano como si le restara importancia—. O a menos que quieras asistir a clases de matemática avanzada, también estás anotada.
No gracias.
—Necesitamos que le saques la pulsera —habló Travis, dejando escapar un suspiro.
—¿Y por qué yo? —pregunté en tono de quejido y me crucé de brazos, apoyándome sobre la puerta de metal de la habitación.
—¡Tú la perdiste! —exclamaron al unísono todos a excepción de Evan que revisaba el celular con tranquilidad.
No me gustaba cuando estaban todos en mi contra.
—Sólo haz lo que dicen, no tienes otra opción —dijo Evan, guardando el celular en su bolsillo con una mueca.
—Está bien, lo haré —murmuré rendida, soltando un bufido, los chicos sonrieron y comenzaron a chocar los puños entre sí.
¿Para qué nuestros antepasados se habían preocupado en evolucionar si iban salir así de estúpidos?
—¿Quieres que te acompañe a tu siguiente clase? —Travis dio un paso hacia mí, pero el brazo de mi mellizo lo detuvo a mitad de camino.
—Ni se te ocurra.
Momento de irme.
—Iré sola, tengo clases de formación cristiana —aclaré, dándome la vuelta y tomando la manija de la puerta.
—Bien... ¡Espera! ¡Ni siquiera es un instituto religioso! —espetó mi hermano indignado, pero antes de que pudiera agarrarme me escabullí cruzando el umbral a toda velocidad.
No era buena mintiendo. Me encaminé por los pasillos en busca de la dirección, ya que no tenía ganas de entrar a ninguna clase y era una buena manera de evitar a June.
(...)
Me paré frente a la entrada jugando con la correa de mi mochila mientras me mentalizaba con el propósito de tomar la valentía suficiente e ingresar. Antes de que pudiera siquiera abrir la puerta, una chica cubriéndose el rostro con el brazo salió corriendo del lugar, empujándome a un lado. La seguí con la mirada extrañada para luego ver el salón de donde había escapado.
—¡No podrás ser actriz si no puedes soportar una crítica destructiva! ¡Cobarde! ¡Vuelve! —gritó una profesora sentada sobre el escritorio con las piernas cruzadas y una taza de café. Su visión se enfocó en mí haciendo que sus ojos brillen antes de abrir la boca emocionada—. ¡Otra chica nueva! Tal vez no sea tan débil y llorona como la última.
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Uncover
Novela JuvenilPenélope Collins forma parte de una banda escolar cuyas identidades están ocultas. La joven balancea su día a día con ser una cantante famosa en su instituto sin que nadie la descubra. Todo peligra cuando el antipático de Alexander Williams, el jef...