Por primera vez, en varios meses, decidí que no iba a faltar a la clase de educación física y me estaba arrepintiendo cada minuto que pasaba.
—¡Más rápido! —vociferó la profesora, tocado su silbato sin dejar de ojear la revista que tenía.
—¿Cómo puede hacernos correr cuando ni siquiera se levanta de su propia silla? —señaló June indignada, empezando a trotar un poco más apresurada, debido al grito.
Sin el aire suficiente para contestar, solté un resoplido pasando una mano por mi frente sudorosa y miré a June, se encontraba claramente en mejor estado, se movía más rápido y no tenía ni una gota de transpiración en su rostro, tal vez por el hecho que ella no se salteaba las clases y estaba acostumbrada al ejercicio físico.
—Desearía ser una porrista —comentó de repente observando a la lejanía, me detuve al escucharla aprovechando la situación para tomar varias bocanadas de oxígeno mientras me sujetaba las rodillas con las manos. Levantando la cabeza sobre mi hombro, me encontré con Malia Moore liderando el grupo de porristas—. No tienen que venir a estas clases donde solo corremos y es aburrido, deberíamos irnos.
—Antes de ser como Malia Moore me cuelgo una soga al cuello...
June frenó un metro adelante con una sonrisa traviesa, y retrocedió un poco para colocarse a mi lado viéndome con una expresión extraña.
—¿¡Qué dices Penny!? ¿¡Necesitas parar urgente!? ¿¡Qué te duele el pecho!? —espetó en voz alta con fingida preocupación, agachándose para que nuestros ojos se encuentren.
—June. ¿Qué estás haciendo? —pregunté confundida, entrecerrando los parpados.
—Si ya no quieres seguir corriendo, finge que te caes al suelo, yo me encargo del resto —susurró apuntando abajo con su mano izquierda y desviando la mirada a la maestra, quien había dejado su lectura prestándonos su atención.
—No voy a hacer eso, no quiero lastimarme...
Sin tomar en cuenta mi decisión, June empujó, a un costado, uno de los brazos que se estaba sosteniendo de mi rodilla, provocando que pierda el equilibrio cayendo al piso de césped sintético de frente, sintiendo todo mi rostro rasparse.
—¡Oh dios! ¡Profesora! ¡Le dio un golpe de calor! —exclamó colocando una mano sobre su pecho examinándome desde arriba, me volteé hacia ella con mala cara.
—¡Collins! ¡Levántate! —respondió la mujer levantándose de su silla, encaminándose a nosotras.
—No, no lo hagas —habló June por encima de su voz mientras sacudía la cabeza. Con una mueca se acuchilló y puso una mano en mi espalda con la intención de ayudarme a reincorporarme.
—¡Ustedes! ¡No puedo creerlo! Viene una clase al año y se termina lesionando —comenzó molesta la entrenadora al llegar a nosotras, analizándome despectivamente, habíamos interrumpido su lectura.
—Perdón profesora, la llevaré a las duchas y luego a la enfermería —afirmó June, dedicándole una sonrisa amable y pellizcándome evitando que la contradijera.
—Esta generación de vagos —murmuró tendiéndome una mano para ayudarme a pararme, al tomarla, me tiró con brusquedad haciendo que me reponga de golpe.
—Usted estuvo sentada toda la clase —expuse irritada a la vez que me sacudía los pantalones llenos de tierra después de haberme caído, o más bien, sido empujada. La mujer abrió la boca dejando escapar un suspiro de sorpresa para levantar su revista con el fin de amenazar con golpearme.
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Uncover
Teen FictionPenélope Collins forma parte de una banda escolar cuyas identidades están ocultas. La joven balancea su día a día con ser una cantante famosa en su instituto sin que nadie la descubra. Todo peligra cuando el antipático de Alexander Williams, el jef...