Un nuevo cliente

15 3 0
                                    

Después de su pequeño monólogo extraño, me hicieron un gran favor en tocar la puerta.
Qué tipa más rara, de alguna manera dedujo lo que estaba pensando, pero seguramente mi propia indiferencia fue la que me delató, tampoco había que ser genio para darse cuenta.

No tardó mucho en ir y venir, con la nueva clienta que había tocado la puerta: una chica de baja estatura, cabello largo y liso color negro, ojos cafés, de nariz pequeña y un prominente pero muy bien difuminado maquillaje para la época, pero sin llegar a lo ridículo, de complexión delgada y pequeños hoyuelos en su rostro que la delataron cuando sonrió instintivamente al verme.
—¿Hola?, Emmm, vi que aquí vendían café.
—Sí, aquí es, por eso fue que pasaste, ¿no?
—Oh... S... Sí, es verdad, lo siento.
—Adelante.
Su rostro, que se tornó un poco rojizo dejó entrever que se avergonzó un poco por haberse equivocado, así que caminó hacia atrás donde estuviera sola.

«¿Qué le pasa?, es sólo un simple café, no entiendo porqué se comporta así»

Fue un pequeño momento de silencio  incómodo, que aunque disimulara estar tranquilo y no tomarle importancia, sentía fijamente su mirada puesta en mí, aunque cada vez que volteaba a verla ella rápidamente mostraba su propia indiferencia como si estuviera copiando mi papel. Me sentía hasta un poco acosado si cabe la expresión, y ni siquiera tenía ganas de acercarme, tan sólo esperaba a que su orden estuviera lista y pudiera irse. Que para mi buena suerte estuvo listo casi al instante.

—Que tenga una linda luna —Se despidió aquella chica de Madeline.
—Hasta pronto —le respondió amablemente.
Tomó su envase y se fue, no sin antes verme tímidamente a los ojos mientras se acercaba a la puerta, pero sin despedirse de mí.

«Qué tipa más extraña» pensé.

No sé qué pasó en la mente de Madeline en ese momento, porque al sólo ver a esa chica alejarse del local, se dirigió hacia mí bastante eufórica.

—¿No lo notaste? 
—¿Qué cosa?
—Le resultaste atractivo, sus ojos la delataron por sí solos.
—¿Y qué hay de especial en eso?
—Que con ese carácter que te cargas, no te vendría mal ser feliz al menos de vez en cuando.
—No quieras hacerte la graciosa.
—¿Y por qué no lo intentas?, digo, nada puedes perder.
—No, estás mintiendo, ni siquiera es bonita para mí.
—Entonces el físico es más importante para ti.
—Pues...

Fue una afirmación interesante la que puso sobre mí, y es algo que nunca hemos profundizado como realmente deberíamos.
Los fieles creyentes de su propio romanticismo aseveran que la verdadera belleza natural está en el interior del ser, y no en lo estético del exterior.
No puedo afirmar que esto sea cierto, pues quienes son más ecuánimes tienen razón al decir que la primera atracción es meramente física.
Tal vez la nobleza y la sinceridad interna pueda hacer cambiar de opinión sobre una persona que quizá físicamente no resulta atractiva a primera vista.
Pero aunque nos duela aceptar, siempre permanece esa incógnita incómoda por la 'belleza' superficial.
Y no se trata de esconderse en la romántica idea de poner al frente los sentimientos por encima del físico ni viceversa, tan sólo es cuestión de pensar claramente sin prejuicios y tomar tus propias conclusiones.
«¿El físico es importante para ti?»

—No, pero tampoco puede tener nada más allá de lo ordinario.
—¿Estás tan seguro de eso?
—¿Tan segura estás de lo contrario?
—...
—Creo que ya es de noche, me tengo que ir.

Solamente le dí la espalda y fui por mi chaqueta que estaba sobre una de las sillas para regresar a casa.

—¡Juan 7:24!: "No juzgues por las apariencias, y juzga con un juicio justo". —Exclamó antes de que abriera la puerta—.
(No tuve reacción a lo que acababa de decir, de la nada y sin razón había recitado un fragmento bíblico en voz alta).

—¿Qué fue eso?
—Hay cosas que los ojos no pueden ver a simple vista. No sabes lo que dices.
—¿Yo?, Acabas de exclamar una frase religiosa sin motivo alguno. Creo que el raro aquí no soy yo.
—Si subestimas los mensajes y no eres capaz de leer entre líneas, hará que te arrepientas.
—¿Arrepentirme?
—Profundamente.
—... Tengo que irme.

Caminé rápido hacia la puerta principal sin mirar atrás, me sentía extraño por lo que Madeline había dicho. Y me dejó un poco pensativo durante mi camino de regreso.

«Un juicio justo»
¿Por qué habrá dicho eso, y más aún de la nada?
Sería muy fácil tacharla como una loca e ignorarlo, pero... Dejó algo en mí.
No podría tratarse de una simple interjección sin un trasfondo en sus palabras, lo sé.
No puede ser casualidad, tiene que haber una razón, más que sólo calificarla como fanática religiosa.
Hay algo en Madeline que me inquieta, pareciera que sabe demasiado, y no sólo por su cita bíblica, sino por su dicción cuando habla. Hay algo en sus ojos, ella dijo que hay mensajes ocultos entre sus palabras, parece tener indicios de no pertenecer aquí.

Pero creo que más bien el no comer lo suficiente me está afectando un poco, será mejor que regrese y duerma un poco.

«Gabriel era un arcángel en que Dios tenía fe como su agente. Mensajero que se le aparecía a profetas como Mahoma y sacerdotes como Zacarías, sabedor de muchos secretos y los que ni siquiera se habían contado. En un mundo distópico pudiera tener alguna relación con Madeline».

Pero sólo estoy alucinando con mis propias falacias. No hay nada interesante en esto, llevo un día de conocer apenas su nombre. Será mejor que caliente un
poco de té y me vaya a dormir.

Una vez tranquilo, puedes viajar entre sueños.
Algunos dicen que los sueños son mensajes más profundos de lo que creemos, que son gritos de nuestro subconsciente. Es cuando tus peores miedos y tus mayores anhelos cobran vida, tu mente se separa de tu cuerpo y viajas hacia otro lugar. Pero no deja de ser sólo eso.
«Dulces sueños»

LilianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora