13 de diciembre, 1798

46 5 0
                                        

A quien encuentre este escrito:

Probablemente cuando leas esto yo estaré fuera de este lugar.
Y debo admitir que ni siquiera yo sé en dónde estaré.
Seguramente en algún espacio donde mis trágicos pensamientos ya no existirán, donde dejaré de relatarle al vacío mis peores pesadillas, donde mi corazón y mi alma estarán conectados en uno solo y tendré la certeza de que un día nos volveremos a ver, incluso si nos volvemos a conocer.
No sé si seguiré siendo yo misma o si habré regresado, sólo sé que antes de hacer esto aún conservo la certeza de volver a lo que alguna vez fui.
No llores por mí, ten por seguro que siempre te amé y que siempre lo haré.
He recorrido todos los lugares posibles tratando de encontrar mi propia estabilidad pero a pesar de todos los intentos sólo he encontrado un escondite en las ruinas de un callejón oscuro con vista a la luna a quien puedo llorarle mi sutil tragedia.
Han pasado muchos años y a pesar de haber abandonado ese lugar, te sigo extrañando como si sólo hubiesen pasado tres días.
Sólo puedo decir que estoy segura de que mi alma seguirá buscándote, naufragando alrededor de las estrellas buscando alguna pista de que hayas estado por aquí.
No importa si cuando encuentres esto ya no siga viva, antes de que eso suceda te diré cuál es mi verdadera confesión: Nada es lo que parece.

Mi nombre es Liliana, y esta noche te contaré la historia de un poeta que viajó fuera de este mundo y se atrevió a desafiar a los ásperos demonios que agobiaban sus pavorosas pesadillas.
Pero ten paciencia, no seré yo quien empiece.
Esta es la trágica historia de un loco maníaco que era la enfermedad y se convirtió en la cura.
Un mítico héroe que estuvo a sólo unas pulgadas de lograr escapar.
Un fiel creyente de un ciego amor que ahora sólo existe en su insulsa imaginación.

«Lo siento, lo siento tanto».

Con cariño, Liliana.

LilianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora