Un amor cerámico

17 2 0
                                        

El silencio era tal entre nosotros dos que me sentía en peligro por algún movimiento equivocado, estábamos afuera de la cafetería y yo trataba de evitar el contacto visual, solamente alcanzabamos a escuchar los pasos de la gente que caminaban al lado nuestro para entrar a la cafetería.

—Bueno, y... ¿Quieres ir a algún lugar? —propuse para tratar de romper un poco el hielo.
«¡Pero qué estupidez!, No pude haber dicho algo peor»
—Ammm...
Ella, como pareciera ser, fiel a su esencia, permanecía reservada y empapada de escrúpulo, no podías sacarle muchas palabras de sus labios.
—Bueno, creo que hay un parque por aquí cerca, ¿por qué no vamos?
—Eh... Está bien.

El camino continuó siendo incómodo, por más que pensaba en preguntas o en algo por decir las ideas se iban volando y me quedaba atónito en vergüenza propia.
Si bien es cierto que no quería estar ahí, sabía que esta era la única manera de resolver el acertijo de Madeline. Tenía que seguir, no importa que falle, necesito una respuesta urgente.

Después de unos minutos caminando, logramos ver un pequeño parque de color café claro por el otoño, las hojas maduras de los árboles caían lentamente desde las vetustas ramas hasta nuestros pies.
Empezamos a dar vueltas alrededor para que la frecuencia entre ambos no nos traicionara de manera muy densa.
—Ey, creo que eres un poco tímida, ¿no?
—Un... Un poco, lo siento.
—No te preocupes, pero, ¿por qué?
—¿Eh?
—Sí, es decir; siempre siento una mirada tuya, pero cada vez que me acerco a ti hasta cambia tu color de piel.
—Oh... Eh...
«Diablos, que estúpido eres, sólo la pones más nerviosa».
—Tranquila, confía en mí, no pasa nada.
—No lo sé, siento algo raro.
—¿Por qué algo raro?
—No sabría cómo explicarlo. Es como si mi mente se bloqueara y no supiera ni dónde estoy.
—¿Te pasa con todas las personas que te rodean?
—... No.
No creo que sea buena señal, no sé muy bien cómo interpretar su respuesta.

Nunca me ha ido bien en la 'vida amorosa'. Siempre he pensado que las relaciones formales se convierten en cadenas y ataduras que arrebatan tu felicidad. Principalmente por la falta de acuerdos, y con esto no quiero decir que no me guste lo tradicionalmente calificado como 'bonito', pues creo que es uno de los sentimientos y acciones que más disfruto, pero a lo largo de mi vida me he topado con distintas personas con las cuales sus ideales no encajan con los míos.
Me gustan las relaciones que no te obligan a nada, que te dejan ser libre, que no tienen las frustraciones de malentendidos, celos o discusiones absurdas.
La vida es bella estando contigo, pero aunque me falles o me seas infiel, lo seguirá siendo. Pero no tiene porqué confundirse la libertad con el abuso de confianza para hacer actos indebidos. Simplemente pienso que las relaciones deberían de ser naturales, donde ambas partes puedan mostrar su verdadera esencia y eso obligue al crecimiento mutuo.
No creo en las relaciones planas. Yo tengo ambiciones por conseguir cosas que te hagan sentir realmente vivo y rompan las barreras de lo tradicionalmente aprobado por nuestra sociedad. No quiero vivir en la eterna mentira disfrazada del abaratado mensaje "Yo te amo más".

Y no está de más comentar, sentía con creces la tranquilidad en nuestro entorno conforme ella caminaba, se sentía como si el estrés desapareciera y las frustraciones tomaran un rumbo distinto, las personas sonreían y transmitían su alegría, conversaban y disfrutaban el momento presente.
Su rostro proyectaba rubor, pero a su alrededor, le inyectaba, un corazón delator.

—Bueno, creo que será cuestión de tiempo para que tomes un poco de confianza y esas sensaciones se esfumen.
Cuando dije eso, ella sólo me miró de forma peculiar, como si no estuviera convencida de lo que había dicho. Al parecer no creía en mis palabras.
Se mantenía cabizbaja, con su mano derecha sobre su brazo izquierdo en señal de inseguridad.
Pero yo tenía que romper el hielo, me estaba costando pero tenía que hacerla hablar.
—Bueno, y cuéntame, ¿vives cerca de aquí?
—Un... Un poco, más o menos a 30 minutos de la cafetería donde... Trabajas.
—¿De verdad?, yo tampoco vivo tan lejos. ¿Vives con tus padres?
—Sí.
—¿Y cómo es tu relación con ellos?
—Pues... No... No muy buena, mi madre y yo nunca hemos conectado en nuestra relación. Y he pensado que...
—¿Qué?
—Lo... Lo siento, es que no estoy muy lista para hablar sobre eso.
—Entiendo, pero no te haré daño, tranquila. Puedes confiar en mí.
—¿Lo juras?
—Eternamente.
—Bueno, creo que ella realmente no deseaba tenerme, nunca he sentido su afecto como madre y jamás he tenido la confianza para contarle algún secreto o si me siento mal. La quiero, y la quiero mucho a pesar de todo, pero desearía que fuera diferente.
—Ya entiendo, son problemas serios, quizá te ha faltado un poco de visión o buscar alguna alternativa.
—Me lo han dicho, y lo he intentado, pero entre más busco, más parece alejarse.
—Ya veo, bueno, podremos buscar una solución a tu problema. ¿Y tus amigos?
—Creo que tengo amigos como tú.
—¿A qué te refieres?, apenas y nos conocemos.
—Sí, pero siento una esencia un poco parecida. Te siento un poco misterioso, siento que ocultas cosas que valen mucho.
—Ahh, ¿lo crees?
—Sí.
Empezaba a liberarse un poco, tomar un respiro y dejarse llevar por el momento.
—Entonces supongo que sentiste lo mismo con tus otros amigos, ¿No?
—La verdad no.
—Ou, ¿y eso es bueno?
—No lo sé.
—Está... Bien, supongo.
—Bueno, mejor cambiemos de tema, ¿tienes algún hobbie?
—Ehhh, creo que sí, me gusta cuidarme.
—¿A qué te refieres?
—Físicamente, mi alimentación. No me refiero a hacer ejercicio, porque para mí eso no es un cuerpo natural.
—¿Entonces cómo te gusta que sea un cuerpo, o cómo dirías tú qué cierto tipo de cuerpo es bello?
—¿Ehh?, pues delgado, no huesudo pero delgado... Como tú.
—Oh.
—He tratado de tener el cuerpo que me gustaría, pero ya no puedo, por más que intento ya no puedo bajar más.
—Ya no lo hagas.
—¿Por qué?
—Porque... Ya te ves bien así.

No puede ser, en ese instante ella soltó sin querer una pequeña sonrisa irrevocable que no podía contener aunque tratara de mostrarse indiferente. Las matices de su piel se burlaban de ella mientras la acusaban en su juego carmesí, sus mejillas ponían en evidencia pequeños hoyuelos al sentir lo que para ella significaba una muestra de cariño, sus manos comenzaban a temblar y las pupilas de unos ojos traicionados querían volver a resplandecer el secreto que ha mantenido guardado durante toda su vida.

Pero no, no era momento, no era lo que yo sentía. No había ninguna razón lógica, no tenía porqué hacerlo.

—¿Tú... Tú no conoces a Madeline?
—¿Madeline?
—Sí, es la dueña de la cafetería.
—Ah, no, realmente no sabía ni su nombre.
«Entonces si ella no sabe, Madeline ha estado yendo más allá de la realidad y ha acomodado sus propias piezas en el juego que ella misma creó. Abre los ojos y observa la realidad, ¡Es increíble!»

—¿Por qué la pregunta?
—Ah, no no por nada, era simple curiosidad.
—Te creeré. Y bien, es tu turno de que me cuentes algo sobre ti .
—¿Cómo qué?
—¿Tus padres?
—No, yo vivo solo. Me mantengo yo mismo.
—¿Por qué?
—Para ser sincero no lo sé, me dejaron en adopción cuando apenas era bebé, no tengo recuerdo alguno de mi familia. Crecí y he vivido solo hasta el día de hoy.
—Oh, lo siento mucho, pero creo que es una buena señal de un hombre
trabajador.
—Sí, eso creo.

Podía notar como estaba funcionando y ella aunque fuera muy poco ya se notaba más liberada y con un poco más de confianza para hablar. Pero ahora tenía la incógnita de no tener nada relacionado con Madeline.
Si ella tampoco sabe, ¿Entonces qué es o a qué se refiere todo lo que enuncia?
Había logrado resolver una de mis dudas, pero ahora tenía otras 1,000 encima.
—Bueno, creo que está anocheciendo, será mejor que vayamos a casa.
—Sí, tienes razón.
—Nos vemos Li... Lil

«¡Mierda, había olvidado su nombre!»

—Liliana
—¡Liliana!, Claro, nos vemos
—Hasta luego.

LilianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora