En la deriva de alguna estrella fallecida, se escribe la última carta con lágrimas de esperanza de volver a lo que alguna vez fui.
Luzbel me arrebató lo único que tenía, mi castigo es una eternidad de reflexión y asumiré toda la culpa.
«Te extraño t...
Su casa estaba a pocos minutos de donde nos encontrábamos bajo la lluvia, con pequeños pastizales a su alrededor y frente a tres escalones para subir a la puerta principal, hecha de madera color café y alrededor de color blanco con una ventana en ambas esquinas. Me invitó a pasar y vi la estructura bastante moderna para nuestra época, una casa con pizcas elegantes en los muebles, impecables y refinados, incluso tenía una repisa especial donde guardaba toda clase de vinos añejos que mejoraban con el paso de los años. Aunque me resulta un poco extraño, pues nunca había visto este lugar, ni mucho menos a este hombre. Aunque bien tengo que reconocer que sentí un poco de escalofrío al encontrarme con varios retratos que no tendrían otra definición que macabros, es como si este hombre tuviera alguna retorcida pasión por paisajes envueltos en llamas y en sufrimiento, pues se veía tal como el infierno te puedes imaginar. Y lo peor, es que conforme avanzaba, eran cada vez más, sentía que nunca terminaría. Recuadros en la pared de Baphomet en posesión del poder. La caminata de una mujer en la entrada del infierno, sobre un pasillo donde habita el vacío únicamente. Lucifer antes y después del exilio, tan parecido a él...
-Puedes sentarte por aquí, esta es tu casa. -dijo amablemente, mientras acomodaba mi propia silla y recogía sutilmente mi chaqueta, se comportaba como todo un caballero. Tengo que admitir que tenía un poco de miedo pero quizá el tenía la solución a mis problemas, ahora me pregunto, ¿cómo es que el sabía lo que estaba pasando si nunca en mi vida lo había visto? -Tengo un poco de vino, por si gustas. -No, gracias, no me gusta. -Sólo aceptame una copa, sé que te gustará, por favor, no me la rechaces. -Es... Está bien.
Salió del cuarto y mientras servía ese vino que definitivamente no bebería, me percaté de un pequeño mensaje escrito con sangre en la pared.
"Abandona toda esperanza cuando entres aquí".
Finalmente se sentó frente a mí y guardó muy bien su maletín bajo la silla en que se sentó. Ahora lo tenía de frente, un hombre atractivo con un porte elegante y masculino irresistible, se veía bastante hermoso, como un ángel. Tenía sus ojos azules, sus cejas perfectamente delineadas y una barbilla que demostraba fuerza y seguridad, grandes hombros que resaltaban de su cuerpo, me sonreía tan lujuriosamente que parecía me conquistaba con su mirada tan poderosa, hay algo en ese hombre, aunque es un poco extraño, pero es irresistible.
-Disculpa mi atrevimiento, pero, ¿qué quiere decir ese mensaje escrito en tu pared? -¿Cuál mensaje? -Voltea.
«¡¿Es en serio?!, ¡ya no hay nada!»
-¿Estás segura de haber visto algo? -S... Sí, estaba allí detrás. -Querida, no dejes que tus miedos jueguen con tu mente, puede ser peligroso. -Es... Está bien.
Pero no podía estar loca, yo estaba segura de lo que había visto. Tú, Tú...
-Y bien, ¿Para qué me traes aquí? -Pregunté curiosamente. -Creo tener la respuesta a lo que tanto quieres. -¿A qué te refieres? -Mira, querida, sé que estás devastada y que mereces algo mejor a todo lo que haz vivido. Ése sujeto al que te refieres como "mi amado" no demostró ser alguien diferente, sino simplemente uno más, un patán, pues no hay otra definición que quepa en su putrefacta mente y su aborrecible seriedad ¿verdad? Toda tu vida haz sido martirizada y condenada, esclava de la tortura y del amor no correspondido. -S... creo que sí. -También sé que en casa no la estás pasando bien, y que quisieras salir de allí. Bueno, una chica tan hermosa como tú no debería porqué tener una vida así. -No, te equivocas, todos somos iguales. -Tienes razón hasta cierto punto, pero las acciones humanas son las que marcan diferencia entre nosotros. No tomes tan en serio los pensamientos negativos de algún pesimista.
Sonaba tan cordial, tan elegante y tan recto en sus palabras que no podía despegar mi mirada de toda su silueta, quería morderme los labios aunque no estoy segura si por atracción o por miedo.
-¿Por qué me trajiste hasta aquí?, ¿cuál es tu nombre? -Oh, es verdad, ¡qué descortés soy!, disculpa mi falta de modales. Me presento: Mi nombre es Luzbel, es un placer conocerte, querida Liliana. -¿Luzbel?, ¿de dónde proviene eso?, Jamás había escuchado un nombre así. -Porque soy un portador de luz, de tu luz. -¿Mi luz? -Así es, querida, no estás escuchando mal, si sigues mis indicaciones tu amado volverá. -¿Cómo sabes sobre él? -Dígamos que somos amigos indirectamente, no está tan alejado de mí después de todo. -¿Y... cómo harás que vuelva?
La historia de Lucifer relata la existencia del ángel preferido de Dios, algo así como su mano derecha, un ángel hermoso que sobresalía por encima de los demás, tan bellísimo que acaparaba la atención de todos los ángeles del cielo. Pero al tratar de revelarse ante Dios, fue castigado y expulsado, cambiando así sus ideologías y sellando sus malévolos objetivos. El portador de luz proclama desde el infierno la aclamancia de la belleza superficial.
Habido de volver
En ese momento sacó el maletín que había guardado debajo de su asiento, y sacó una pequeña navaja de su bolsillo. Me asusté, y pensé que trataría de lastimarme, así que traté de levantarme para salir de ese lugar. -¿A dónde crees que vas? -exclamó mientras cerraba la puerta del cuarto. -Liliana, querida, estoy tratando de hacer un trato contigo, tan sólo deberías escucharme. -No, no... Tú no eres real, tú no existes aquí. -¿Estás tan segura de eso? De sus ojos lentamente empezaba a escurrir sangre y las pupilas de sus ojos se tornaban totalmente negras. Me tomó por la espalda fuertemente, intenté gritar pero tapó mi boca con su mano, no podía moverme. -No me hagas hacerte esto, estoy tratando de ser amable, preciosa, ¿quieres que él regrese contigo, verdad? -susurraba en mi oído con una voz mucho más gruesa e imponente con la que se había presentado. Parecía que estaba cambiando de forma, no sabía ahora qué era lo que estaba pasando ni con quién estaba hablando. Sólo quería escapar. Tomó la navaja y la pasó suavemente por mi mejilla, lo hizo tan gentil que sorprendentemente no sentí dolor alguno, sólo vi sus dedos un poco ensangrentados mientras los introducía a su boca con gran apetito. -Sabes, si quieres salir de aquí, y si quieres que él regrese sólo tienes que firmar conmigo -y en ese momento dejó de aplicar la misma fuerza en la mano que me sujetaba para dejarme hablar aunque fuera un poco. -¿Qué tengo que hacer? -dije, empapada de angustia y temor.
Entonces, él también cortó una parte de su mejilla y de igual manera empezó a sangrar. Como si fuera uno más entre nosotros. -"Todos somos hermanos, todos sangramos del mismo tono", ¿no es verdad?, sólo debes alzar tu dedo con la miel brotante de tu cuerpo y juntalo con el mío. Es todo lo que debes hacer, te soltaré si prometes que lo harás, pero si no, me veré en la penosa necesidad de hacerte algo que no te gustará. Me tenía completamente atada, no tenía otra opción. No sabía cuáles serían las consecuencias de lo que estaba a punto de hacer, así que le obedecí, y junté mi dedo con el suyo, la sangre que brotaba de cuerpos distintos pero se sentía de igual manera, tan ligera como un simple humano más. No tenía idea de cómo era que él lo hacía, pero lo sentía igual. -Muy bien hecho, querida, lo haz hecho muy bien. Yo solamente lo miraba con total desprecio, tratando de soportar el dolor que me había causado. La apariencia del clásico caballero en cuentos de hadas siempre ha sido sólo una banal basura para la creación de los espejismos de la plasticidad física. -Ahora sólo nos falta un paso para que tu amado venga por ti. -¿Qué es lo que harás? Tomó mis manos, me vió fijamente a los ojos inundado de lujuria, y mientras la sangre brotaba ahora de sus labios, sus últimas palabras me condenaron
«Lo prometiste, salvanos a todos, abre las piernas»
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