Capitulo III

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"Querido primo:
A pesar de que espero no tener que desplazarme hasta Newgate en el futuro, lo cierto es que sólo me atrevo a confiar en vos para salir airosa de esta situación.
Bueno, ahora pasemos a temas más serios: ¿creéis que debería animar a la señorita Minerva  a que se casara con lord  Eucliffle , a pesar de que éste carece de fortuna? Lady Minerva necesita un esposo inteligente para contrarrestar su propia falta de agudeza, y temo que la elección de sus padres, los señores Orlands, sólo sirva para afianzar más —si cabe— la necedad de su hija.
Vuestra preocupada allegada,
Mavis "

Lucy se paseaba por el baño agitada y con el pulso acelerado. El comandante Dragneel había conseguido asustarla de verdad. ¡Cielo santo! Ella tan sólo buscaba un poco de aventura, no sufrir un ataque de corazón.

Además, si verdaderamente Anni se hallaba metida en un lío, entonces no le apetecía pensar en ninguna clase de aventuras. ¿Aunque de verdad lo estaba? Únicamente, porque el comandante guardara numerosas referencias sobre una mujer con un nombre similar no significaba necesariamente nada. Y eso tampoco quería decir que él supiera que Lucy estaba emparentada con una tal Anna Hear.

Debía descubrir qué era lo que él sabía, lo que se traducía en más encuentros con él. Lucy se secó las manos sudorosas en la falda del vestido. Podía hacerlo. Acababa de salir airosa de la peligrosa situación en el piso superior. No importaba si para ello había tenido que comportarse como una niña pánfila; al menos había logrado engañarlo. Si no, él no le habría pedido que le concediera un vals.

«Soy un soldado, señorita, no un cortesano. Uso todo lo que se me pone a tiro para conseguir lo que quiero. Y todo lo que quiero esta noche es un vals.»

Por Dios, ese individuo había conseguido hacer que un chantaje sonara como una posibilidad francamente tentadora.

Pero más allá de su seductora forma de hablar, dulce y pausada, se ocultaba una voluntad de hierro. No se trataba de un mero señorito que ella pudiera controlar con una simple sonrisa por aquí y unas palabras duras por allá; era un oficial curtido, con una inteligencia más que obvia. ¿Cómo podría una verdadera dama aventurera persuadirlo para que le contara sus secretos?

Actuar como una bobalicona podía funcionar: los hombres les contaban unas cosas a las niñas pánfilas que jamás se atreverían a contar a las espabiladas. Pero necesitaba algo más para confundirlo.

Una pila de fantasías escandalosas que aparecían en los cuentos del harén empezaron a dar vueltas por su cabeza. Lucy esgrimió una mueca de fastidio. No, eso no. Buscaba aventura, no arruinar su honra. Sin embargo, el comandante no se había mostrado impávido cuando ella flirteó con él.

Incluso un marine receloso podía soltar alguna prenda si se encandilaba de una bella mujer.
Un leve cosquilleo de nerviosismo se adueñó de ella, pero lo aplacó sin piedad. ¿Qué le pasaba? Sí, ese hombre exudaba un aire de peligro absolutamente embriagador, pero hasta que no averiguara si Ann podía tener serios problemas, era mejor no dejarse seducir.

Lucy se dirigió a la puerta del baño, se detuvo delante del espejo para acicalarse los rizos y pellizcarse las mejillas pálidas. Cuando el comandante Dragneel viniera a por su vals, ella debería actuar como una perfecta señorita ingenua, llena de comentarios inocentes y sonrisas burlonas, para conseguir que él se relajara y se lo revelara todo.

Salió del baño con un espíritu de guerrera intrépida, pero enseguida perdió su energía cuando avistó al comandante junto a lord Eucliffle y su institutriz.
Su pulso se desbocó a causa de la repentina excitación. ¡Vaya jovencita aventurera de pacotilla que estaba hecha! Si no espabilaba, jamás averiguaría lo que necesitaba saber.

Seducir a un bribón nunca fue tan difícil (NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora