Capitulo XVI

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"Querida Mavis :
Quedo a la espera de vuestras noticias con un enorme interés, pero tengo la certeza de que vos, mi querida amiga, jamás actuaríais con negligencia. Quiero que sepáis que, a pesar de las circunstancias, estoy como siempre a vuestra disposición para ayudaros en todo lo que pueda.
Vuestro fiel servidor,
Zeref"

Lucy se sentía como agua discurriendo por encima de una roca, fluida, cambiante, su estómago revuelto a causa del ajetreo, sus párpados tan pesados... tan insoportablemente pesados. ¿Era otro de sus extraños sueños? ¿Como el del camello que se transformaba en un cocodrilo y defendía una tetera? ¿O el sueño del xebec con Natsu al pie del timón y Anni maniatada en el mástil?

No, esto parecía demasiado... mundano para ser un sueño. Notaba el olor a aceite rancio y a cebollas, mezclado con una fetidez a sebo quemado y a cuerpos no aseados.

Los hedores penetraron en su sueño. Todavía necesitó otro segundo para darse cuenta de que alguien la estaba subiendo en brazos por unas escaleras y para oír un tumulto de voces a su alrededor. Sentía la boca tan seca como una bala de algodón. Tragó saliva, entonces abrió la boca para pedir agua... Y la volvió a cerrar. Beber era peligroso. ¿Cómo había llegado a esa conclusión?
Una voz cercana murmuró:

—¿No puedes ir más rápido? No quiero que se despierte antes de que lleguemos a la habitación.

Lucy conocía esa voz. Y también reconoció la voz que contestó tan cerca de su cabeza que le provocó un intenso dolor en las sienes.

—Lo siento, señor, pero voy tan rápido como puedo. La señora debe de pesar más de lo que aparenta.

Si la cabeza de Lucy no estuviera todavía girando como un tiovivo, le habría cantado las cuarenta a Toby por ese agravio. ¿Y se podía saber por qué su lacayo la llevaba en brazos?
Porqué ya no era su lacayo. Era el lacayo de lord Vastia. Ésa era la otra voz que reconoció.

—Malditos provincianos —refunfuñó lord Vastia detrás de ellos—. ¿Cómo se atreve ese maldito posadero... a negarse a alquilarnos un caballo hasta mañana por la mañana?

—El mozo de las cuadras me ha comentado que su amo no quiere correr riesgos de noche. Por eso la posada está tan abarrotada. Ese bandido, conocido como El Azote Escocés, ha sido visto muy cerca de aquí.

—Y supongo que crees que debería de haberte hecho caso cuando pasamos por delante de la otra posada hace un rato, ¿no? Deberíamos habernos parado allí.

Un tenso silencio fue la respuesta.
Mientras la densa niebla se disipaba en su cabeza hasta convertirse en una mera neblina, Lucy empezó a recordar. El marqués la había raptado. Quería llevarla a Gretna Green. ¡Tenía que escapar!
Pero todavía notaba todo el cuerpo muy pesado. Sí, él le había suministrado láudano. Y la había atado.
Pero no se sentía como si estuviera atada. Sin embargo, prefería no dar un salto e intentar echar a correr, no en la escalera. Además, no podría escabullirse de Toby, ni mucho menos de lord Vastia.

¿Cuánto tiempo había estado dormida? ¿Qué hora era? Con un enorme esfuerzo, consiguió entreabrir los ojos lo suficiente como para ver las velas encendidas puntuando el camino a través de la oscuridad de la escalera. Gracias a Dios que todavía era de noche. Se escaparía de sus captores, y regresaría a su casa en Londres antes de que la señora Mavis diera la voz de alarma.

Llegaron al piso superior. A través de la fina línea que se abría entre sus párpados, Lucy divisó al posadero, que los había precedido y los esperaba en la habitación, ordenando a los criados que lo dispusieran todo.

—Aquí tenéis, señor —dijo el hombre, mientras Toby la llevaba hasta el interior de la habitación—. Vuestra esposa estará muy cómoda aquí,

Seducir a un bribón nunca fue tan difícil (NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora