Capitulo VII

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"Querido primo:
Perdonad por escribiros con tanta frecuencia, pero esta cuestión acerca del comandante Dragneel me tiene realmente preocupada. Ese sujeto consigue que lady Lucy actúe de la forma más extraña que jamás he visto: cuando él hace acto de presencia, ella se comporta como una verdadera pánfila. Y os puedo asegurar que Lucy jamás se ha comportado como una pánfila ante ningún hombre.
Vuestra desesperada amiga,
Mavis "

Natus se quedó sorprendido por la rapidez con que Lucy convenció a su institutriz para ir de excursión. Las damas se cambiaron de ropa, y en menos de una hora los tres partieron hacia los astilleros reales de Deptford.

—Lo que vamos a ver es un xebec, ¿no? —preguntó Lucy,que estaba sentada frente a él, al lado de la señora Mavis .
Natsu  la miró asombrado.
—¿Cómo lo sabes?"
—Una vez vi un xebec inglés atracado en Torquay. Más tarde me enteré de que los franceses lo habían hundido.

—Sí, el Arrow. Por eso la Infantería de Marina quiere reparar éste para su propio uso. Los xebecs pueden ser unos barcos sumamente prácticos.
—¿De dónde lo han sacado?
—Un escuadrón que regresaba a casa lo capturó cerca de las costas españolas.

La señora Mavis  levantó su mano enfundada en un guante y se la llevó hasta el cuello.
—¿Hubo prisioneros?
—No. En ese momento los piratas no estaban en el barco.

—Gracias a Dios —pronunció Lucy  serenamente.
Natsu le lanzó una mirada de reprobación.
—Ya, claro. Pues los piratas de Berbería no muestran demasiados remilgos con sus cautivos.

Los tres se quedaron en silencio mientras el carruaje pasaba por delante de Saint James's Square, el parque más encantador de Londres. Natsu ansiaba preguntar más cosas acerca de su madrastra, pero tenía que actuar con cautela delante de la señora Mavis .

La cabecita hueca de lucy  podía no darse cuenta de que él la estaba interrogando, pero probablemente la señora Mavis  sí que lo vería.

Al cabo de un rato, el hedor del Támesis se filtró dentro del carruaje cuando se aproximaron al puente de Westminster. Lucy pegó la cara en la ventana, empapándose de la panorámica con una expresión animada mientras cruzaban el río.

Natsu también miró hacia el exterior y vio un cuantioso ejército de mástiles debajo de ellos, cada uno luchando por mantener su lugar en un río abarrotado de embarcaciones. Las barcazas se abrían paso bravuconamente ante los botes insignificantes, con los mercaderes de pie, en la proa, con la cabeza levantada y la mandíbula tiesa, como si se tratara de desdeñosas damas de la alta sociedad con la barbilla erguida. Los esquifes se deslizaban temerariamente delante de los pesados ferries, que a su vez se atrevían a cruzar la ruta de las imponentes fragatas, con los pilotos increpando a los remeros y a los marineros sin parar.

Natsu  se dio cuenta de que la señora Mavis  se había puesto completamente rígida en su asiento, con las manos apretadas sobre la falda, como si fueran dos bolas de cañón.

—¿Estáis bien, señora?
Ella lo miró sin pestañear e intentó esbozar una sonrisa.
—Sí, perfectamente, gracias.

Aunque él sabía que no era cierto, pensó que lo mejor era no presionarla, especialmente cuando Lucy parecía estar disfrutando de lo lindo.

—¡Qué cantidad de barcos! —suspiró Lucy —. Con sólo pensar en los lugares donde habrán estado... y en los sitios exóticos a los que irán desde aquí...
Después de haber visto tantos muelles en su vida, Natsu no compartía la misma visión.

—¿Habéis estado alguna vez en un puerto?
—No, ni tampoco conozco a nadie que viaje al extranjero. He visto el pequeño embarcadero en Plymouth, pero no se asemeja en nada a esto.
—¿Lo decís por el ruidoso hervidero de gentuza, sucia y apestosa? —soltó él

Seducir a un bribón nunca fue tan difícil (NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora