Capitulo V

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"Querido primo:
¡Qué terrible lo del señor orlands ! Jamás me lo habría imaginado. Es una persona con una cara tan afable. ¿Se puede saber de dónde conseguís esa clase de información? ¿Y qué opinan vuestras fuentes acerca del comandante Natsu Dragneel , el primo de lord Eucliffle ? Ha mostrado cierto interés por lady Lucy , lo cual me incomoda. Ese hombre sí que tiene una cara poco afable.
Vuestra siempre
agradecida y buena amiga,
Mavis "


La lámpara en el túnel se apagó. Los gritos de Natsu  quedaron apagados por el estruendo de los pasos en la superficie, sobre su cabeza. Nadie podía oírlo, ni verlo... Estaba todo tan oscuro en ese maldito túnel, y hacía tanto frío...

Se desplazó a cuatro gatas por la superficie mugrienta hasta que logró alcanzar la entrada del pozo; pero cuando levantó la vista, descubrió que el acceso estaba bloqueado por una enorme losa.

Trepó con esfuerzo e intentó mover el bloque, pero éste no se  movió. ¡Maldición! Con tanto ruido en el exterior, nadie lo oía.

Entonces sonaron disparos de mosquete, amortiguados por las piedras sobre él. ¡No! ¡Los casacas rojas estaban disparando!

Oyó gritos, gritos desgarradores de hombres que agonizaban; sus hombres. ¡Esto no debería de estar pasando! Los casacas rojas no tenían ningún derecho a disparar, ¡ninguno! Desesperado, continuó escarbando en la tierra con las manos ensangrentadas, intentando desplazar la losa, pero todo fue inútil. Mientras tanto, sus hombres eran masacrados ahí en la superficie...

Con la ropa hecha harapos, el frío le caló hasta los huesos, produciéndole unos temblores imposibles de controlar. El aire fétido le obstruyó la garganta, y empezó a respirar con dificultad. ¿Cuánto aire le quedaba? ¿Cuánto tiempo podría aguantar antes de que se acabara esa locura?
Intentó pensar, pero los alaridos no cesaban...

Natsu se incorporó de la cama de golpe, cubierto por un sudor frío, con el corazón latiendo tan desaforadamente en sus oídos que necesitó unos instantes para recordar que estaba a salvo. No se hallaba sepultado, medio  desnudo y muerto de hambre en ese oscuro túnel, aguardando la muerte.
Sólo se había destapado a causa de la agitación, eso era todo. Y puesto que únicamente llevaba puestos los calzoncillos para dormir, se había quedado helado. No pasaba nada. Nada.

Se sentó en la cama, apoyó los pies en el suelo y respiró hondamente, intentando apaciguar el ritmo del pulso todavía desbocado.

Cuando se calmó, agarró la manta y se la echó por encima de los hombros, después se incorporó y se dirigió a la ventana, donde la escasa luz en el horizonte anunciaba el eminente amanecer. Entornó los ojos e intentó olvidar los fantasmas que poblaban su mente.

Esas detestables pesadillas... Hacía muchos meses que no tenía uno de esos sueños desapacibles; la última vez había sido durante la travesía de Canadá a Francia, cuando tuvo que encerrarse en la cabina claustrofóbica de un barco. Ese viaje le hizo temer lo peor: que ya jamás sería capaz de pasar semanas enteras en alta mar. Un marine que empezaba a respirar con dificultad tras sólo embarcar era una persona inútil en un barco.Pero las pesadillas desaparecieron en Francia, y Natsu albergó la esperanza de...

Sin poderse reprimir, dio un puñetazo en la repisa de la ventana. Sólo había hecho falta ver a unos pocos casacas rojas en el baile para que esas pesadillas retornaran. Por Dios, no soportaba quedarse en ese maldito país ni un día más.

Lanzó un último vistazo al cielo que empezaba a llenarse de luz al tiempo que se pasaba los dedos por el pelo enmarañado. Se dirigió hacia la jofaina y se echó agua helada en la cara. Las ascuas en la chimenea estaban apagadas, por lo que pensó que los sirvientes no tardarían en entrar en la habitación para encender el fuego.

Seducir a un bribón nunca fue tan difícil (NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora