"Querido primo: El esposo y el padre de Lucy han partido hacia Francia en una misión que ni ella ni su madrastra desean desvelar. Ello ha sumido a mi querida pupila en una gran melancolía, lo cual me indica que la pobre Lucy está enamorada del comandante. Sólo deseo por su bien que sea correspondida. Tal y como yo misma constaté en mi matrimonio, amar a un hombre que no te ama sólo conlleva decepción. Vuestra ansiosa prima, Mavis"
«Te quiero, Natsu .»
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Natsu había esperado que esas palabras acabaran perdiendo el embrujo que ejercían sobre él. Pero había transcurrido una semana desde que había atravesado el canal de la Mancha y había recorrido el mismo paisaje francés de hacía escasamente un mes, y las palabras seguían consumiéndolo.
Brillaban con luz propia cada amanecer, lo acompañaban a cada paso que daba durante el día, y por la noche se colaban en sus sueños con el ímpetu de un torbellino.
Emergían en su ayuda en medio de cada tumultuosa pesadilla.
Al principio intentó convencerse de que Lucy sólo las había dicho para manipularlo. Pero después de varios días reviviendo cada momento pasado con su esposa, acabó por no dar crédito a esa posibilidad . Si es que realmente alguna vez había llegado a creerlo.
Lucy no era como su madre. De haberlo sido, le habría soltado que lo amaba la primera vez que pensó que podría ganar algo, como la primera vez que se vio deshonrada. En cambio, había pronunciado las palabras cuando le imploró que se apiadara de su madrastra.
Lucy no las habría dicho después de haber conseguido lo que quería. No las habría pregonado mientras hacían el amor. Ni tampoco se las habría susurrado cuando pensaba que él estaba dormido.
Así que Natsu tenía que aceptar la verdad: ella lo amaba. Su esposa, su hechizadora Dalila, lo amaba. Y en lugar de regresar corriendo a Inglaterra para jurarle amor sin fin, para mostrarle su devoción sin límites, se hallaba plantado delante de una tumba en Lisieux, con su tosco suegro.
Durante el largo viaje, Natsu y lord Heartfilia se habían dedicado a departir acerca de la carrera militar de Natsu , de sus expectativas de convertirse en cónsul, incluso de cuando estuvo prisionero en Dartmoor. Natsu había escuchado los progresos en las plantaciones de manzanos de lord Heartfilia , cuántas ovejas habían tenido cría la pasada primavera, y qué labriegos habían sobresalido por su buen trabajo en las tierras del conde. De lo único que no habían hablado era sobre el tema que más los preocupaba: sus esposas. Era como si temieran que, por el mero hecho de hablar de ello, la situación pudiera tornarse real.
Pero ahora estaban contemplando una lápida que ninguno de los dos podía ignorar. La inscripción decía:
Aquí yace Acnologia Frier Amado hermano y amigo Dios quiera que encuentre la paz Que le fue negada en vida
