Capitulo XXII

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"Querida Mavis :
Perdonadme por haber tardado tanto en contestaros, pero no he conseguido averiguar nada sobre lo que les ha sucedido a los implicados en el percance. He hablado con los amigos de lord Eucliffle y con el cónsul americano, pero nadie sabe nada. Es de lo más irritante.
Vuestro desconcertado primo,
Zeref "


Natsu  echó un vistazo al claustrofóbico escondrijo y sacudió la cabeza con tesón.

—Yo no me meto ahí dentro, de ningún modo.

Lucy  había conseguido retirar el bloque de piedra. Se volvió y lo miró fijamente.

—Ya lo creo que entrarás. Es la única posibilidad que tenemos de escapar vivos de ésta.

—Muy bien. Tú ocúltate ahí, y yo los entretendré para que piensen que te has ido. No voy a correr el riesgo de que los dos nos quedemos atrapados dentro de...

—Es imposible. En la parte interior hay un tirador de hierro para cerrar la abertura, y un pequeño pestillo que con tan sólo apretarlo la abre.

—Haz lo que te digo, Lucy. Escóndete ahí dentro; mientras tanto, yo los distraeré.

Natsu tenía el semblante desencajado, y su respiración era entrecortada. Si Lucy no cerraba esas fauces del infierno, su esposa pronto sería testigo de cómo él enloquecía angustiado,
intentando desesperadamente respirar.

Natsu apoyó el hombro en el bloque, pero cuando ella se dio cuenta de su intención de cerrar la entrada, lo agarró por el abrigo.

—Ni lo sueñes, Natsu Dragneel .

—Aparta el brazo —le ordenó él.

Lucy  sacudió la cabeza enérgicamente.

—Tendrás que rompérmelo. Porque no pienso esconderme ahí dentro mientras ellos te matan sin que yo lo oiga.

¡Maldita fuera su esposa y su puñetera terquedad!

—No puedo —masculló él con los dientes prietos—. Prefiero estar aquí fuera con la oportunidad de luchar que encerrado ahí dentro.

—Entonces les plantaremos cara los dos juntos, porque no pienso entrar sola.

Ahora Natsu podía oír los sonidos de sus perseguidores sobre los escombros que circundaban el lugar. Si no actuaba con rapidez, pronto descubrirían a su esposa. Y sin poder olvidar la imagen de cómo ese miserable llamado Simón  había hablado sobre ella y cómo la había devorado con la mirada...

Natsu  cerró los ojos y se metió en la boca del infierno. No vio —aunque sí escuchó— cómo ella arrastraba el bloque para sellar la entrada. Estaba sudando, y su corazón había empezado a latir desbocadamente. Mantener los ojos cerrados no le ayudaba en absoluto. Ahí dentro no podía haber suficiente aire para respirar. Los dos morirían asfixiados en ese asqueroso nicho, del mismo modo que él casi se había ahogado en ese maldito túnel...

—¡Chist! —respiró ella pegada a su oreja.
Sólo entonces se dio cuenta de que debía de haber hecho algún ruido —un suspiro, un gemido, algo—. Y eso no era aceptable.

Con un extraordinario acto de voluntad, intentó zafarse del terror que sentía. No podía desmoronarse en esos momentos. Si los descubrían, tendría que salir y luchar, para darle a Lucy la oportunidad de correr. Y no podría hacerlo si yacía en el suelo hecho un ovillo y temblando, poseído por el miedo.

Contuvo la respiración al escuchar las voces cercanas.

—¡Por todos los demonios! ¡No pueden haberse esfumado!

Seducir a un bribón nunca fue tan difícil (NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora