Capitulo VIII

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"Querida Mavis :
Procederé a averiguar todo lo que pueda, aunque, de todos modos, debéis recordar que obtener información sobre un ciudadano americano es más difícil. Por fortuna, tengo un amigo que ostenta un alto cargo en la Infantería de Marina. Es posible que pueda ofrecerme algún dato relevante.
Como siempre,
quedo a vuestra entera disposición,
Zeref "

—¿Lo... lo que busco? —El corazón de Lucy  empezó a golpear su pecho con más brío que las velas de los barcos que ondeaban libremente al viento—. No sé a qué te refieres —declaró, intentando recuperar la compostura.
Natsu  la fulminó con una mirada fría como un témpano.

—He oído los comentarios de los hombres ingleses, los de tu círculo, sobre las mujeres. Todos piensan que sois unas cabecitas huecas, y la verdad es que ellos os prefieren así. Por tanto, pensáis que sólo podréis cazar a un esposo si os comportáis como si fuerais estúpidas

Ella lo miró boquiabierta. ¿Eso era lo que él pensaba que ella buscaba? ¿Que estaba intentando cazar a un marido?

—Pero conmigo no tienes que comportarte de ese modo —prosiguió él—. Me gustan las mujeres con cerebro; así que no intentes convencerme de que tu cerebro se encogió cuando cumpliste quince años.

Aliviada, Lucy  soltó un suspiro. Podía sacarle partido a la explicación que él le acababa de dar. Además, eso no significaba que tuviera que dejar de coquetear con él.

—Dieciocho. —Sonrió ella para ocultar la mentira—. Tenía dieciocho años cuando empecé a fingir que no tenía nada en la cabeza.

Con el semblante satisfecho, Natsu  le ofreció el brazo.

—Lo sabía. Nadie con tus conocimientos sobre banderas o barcos puede ser tan lerdo como aparentabas.
—Gracias por el cumplido

Lucy  dejó que él la guiara por el barco. Le dejó saborear su momento de triunfo. De ese modo quizá él no se daría cuenta de que ella únicamente había recurrido a la máscara de pánfila ante preguntas comprometedoras.

Qué pena que no pudiera plantarle cara. Pero mientras Natsu no recabara en lo mucho que ella sabía, dispondría de más tiempo a su favor para interrogarlo.

—¿Cómo es que tienes permiso de la Infantería de Marina para entrar en el xebec? —inquirió Lucy, mientras se dirigían hacia el flanco del barco más alejado de la línea de la costa. Pasaron por delante de varios cañones montados sobre unos bloques de madera antes de rodear el mástil principal—. Seguramente no pensarán que eso te servirá para cerrar el pacto con los argelinos.

—Consideraron que podría sugerir algunas modificaciones. La compañía de mi padre diseñaba cañones para barcos.
—¿Diseñaba?

Lucy quería incitarlo a continuar hablando.
—Ahora que está muerto, la compañía va a la deriva.

—¿Y tú no tienes interés en diseñar cañones?
Natsu sonrió con tristeza.

—La verdad es que no tengo destreza para esa clase de trabajo. Mientras mi padre se dedicaba a erigir su compañía, yo estaba lejos, luchando contra los piratas de Berbería. Y cuando regresé, lo intenté, te lo aseguro, pero... —Se encogió de hombros—. Prefiero disparar un cañón antes que fabricar uno. Entonces estalló la guerra contra Inglaterra, y yo...
—Optaste por ir a luchar otra vez.

Natsu enarcó una ceja.
—Sí, de hecho sí.
—Y aunque ahora ya no te dediques a luchar, sigues lidiando con villanos —se aventuró a comentar Lucy.

Natsu le lanzó una mirada intensa y afilada.
—¿A qué te refieres?
—Los piratas, claro, y los tratados.
—Sí. —Su expresión se tornó más enigmática—. Negociar un tratado es una batalla, también.

Seducir a un bribón nunca fue tan difícil (NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora