Sospechas

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Sigues caminando, siguiendo las migajas de pan que puse para ti. Oh pero querido te estás desviando y el precio a pagar no será para ti.

Coraline y yo apenas llegamos a mi casa marcamos a Jackson. Quién no contestó a la primera. Y a la segunda sigue sin contestar. A la quita llamada es que se digna a atender.

—¡Elis!— grita y tengo que alejarme un poco para que mis tímpanos no resulten heridos

—No grites idiota. ¿Donde estás?

—Ya pareces mi hermana. Estoy en la casa de mi amigo todavía y ¿Sabes? Se me ocurrió una idea genial. Mi amigo es todo un genio de las computadoras, un hacker profesional. Si lo dijéramos y —se aclara un poco la garganta —Y le pagamos claro está, podría tener acceso a las cámaras de seguridad de la escuela y así ver quién ronda más a menudo por la zona abandonada—

Le iba a gritar por su terrible idea cuando me di cuenta de algo

—Es... Es una excelente idea— digo sorprendido. Coraline me mira escéptica y luego se ríe entre dientes. Decir que Jackson utilizaba su cerebro era como un chiste para ella.

—¿Verdad que sí? Voy a ignorar la parte dónde suenas demasiado sorprendido. No me ofende ni nada

—En serio tuviste una buena idea Jackson

—Mmh, no me convence. ¿Que tal si dices también “Jackson, eres el puto amo”?

—¿Que tal si te jodes?

—Algún día haré que lo digas

—Lo dudo. ¿Vienes a mi casa hoy?

—¿Eso que escucho es una propuesta indecente? ¡Me apunto!

—Nos vemos Jackson

—Adiós princesita. ¡No te la jales muy fuerte pensando en mí, que ya voy de camino!

Con eso cuelga, sin quererlo me río y Coraline me mira curiosa.

—Aww, que lindos son. Si quieres me voy así tienes la casa sola para Jackson— se ríe y me acerco rápidamente a uno de los muebles de la sala de estar y se lo lanzo a la cara. Ella chilla y ahí empieza la guerra de cojines. Por más grandes que estemos Coraline y yo siempre va a haber un momento en que ambos nos comportemos como críos.

Le lanzo un cojín que lo esquiva agachándose y es ahí cuando le da a otra persona

Misa cierra sus ojos en cuanto el cojín le da en la cara, Coraline y yo nos quedamos quietos pero ella solo se agacha lentamente para recoger el cojín y me mira con desaprobación.

—¿En serio? ¿No puedes ser más infantil?— para demostrar su punto le saco la lengua haciendo que ruede los ojos

—Si te sacaras el palo del culo por una vez serías divertida— murmuro por lo bajo, pero suficientemente alto como para que ella escuche. Coraline se arrastra poco a poco lejos de ella como si no quisiera estar en el medio.

El Asesino de las RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora