Revelación

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La princesa no tenía intención de  lastimar a su amado. Pero a veces el amor tiene que doler, alguien se tiene que romper y alguien tiene que seguir aún con su último aliento

—¡Elis!— me quité mis audífonos rápidamente. Aún tirándolos en la cama algo lejos de mí podía escuchar la música deprimente que sonaba. Porque soy ese tipo de personas que cuando están tristes escuchan música triste. —¡Coraline está aquí!—

Eso me hizo salir corriendo de mi habitación. Ella dijo que no quería hablar conmigo. No quería verme ni en pintura y me llamó loco cuando le dije acerca de mi teoría ¿Que hacía aquí?

Ella estaba hablando con mi hermanita como si no hubiera pasado nada. Como si nunca hubiera dejado de venir. Como si todavía fuera mi amiga. Aunque con Sel no tiene problema alguno y de seguro la extrañaba. Todos siempre aman a Sel, no me preguntes por qué.

—¿Cor...Coraline?— casi digo su apodo

Coraline quita su vista de mi hermana y me sonríe un poco. ¿Será que está drogada? Dios, yo nunca he tratado con gente drogada.

—Quería hablar contigo de algo ¿Vamos a tu Guarida?— desde que ella y Sanya venían de niñas y vieron por primera vez mi habitación la llamaron así. No era un simple dormitorio para ellas era mi “guarida” y por eso hasta mi mamá le dice así. El recuerdo me pegó un puñetazo en el estómago.

—Claro

Sel dice que nos apuremos que quiere seguir hablando con Cory... Coraline. Había olvidado que todos también aman a Coraline. A penas entramos en la habitación pienso qué decir para no lucir un completo estúpido pero por lo menos ella me ayudó en eso. El cambio fue radical, su pose relajada fue cambiada por una tensa, su sonrisa se fue de paseo a la mierda y su mirada se volvió mas lejana.

Ahora entiendo que quería actuar delante de Sel para que siguiera pensando que todo estaba bien.

—Seré rápida Elis. Todavía no he cambiado de opinión, no quiero estar cerca de ti otra vez, no quiero ser tu amiga otra vez o al menos por ahora pero sé que aunque seas muchas cosas, entre ellas ingenuo no eres alguien que diría algo así si no estás seguro. Así que si me dijiste que el Asesino de las Rosas fue quién mató a Sanya es porque lo sientes en cada hueso de tu cuerpo.

No lo negaré. Dolió que no estuviera ahí del todo por mí. Pero también me gustó que a pesar de todo siguiera creyendo en mí. Fue algo agridulce.

—¿Entonces me vas a ayudar?

—Igual si no te ayudo lo vas a hacer solo y conociéndote solo harás que te maten. No puedo dejar que mueras tan joven.

Sonreí

—Todavía te preocupas por mí

—Yo no iría tan lejos, nadie que no sea yo puede matarte. Y quiero dejar por lo menos que pierdas tu virginidad— refutó

El Asesino de las RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora