CAPÍTULO 1

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Antes de comenzar, quiero que creas las palabras que enseguida voy a escribirte, ya que estos relatos son para las personas de mente abierta, aquellas que no les es imposible creer en las historias de fantasmas y misterio. Los que no lo son, pueden retirarse, ya que me parece que estos fantásticos relatos no son ni para sus ojos u oídos.

Tus sentidos enloquecen, sientes, mas no ves lo que te asecha, cuando crees tener el don, cuando todo está en tu contra, tus sentidos pierden la noción del tiempo, pierdes de vista todo aquello, descubres secretos que pareciera que no alcanzas a comprender, palabras a tu alrededor, movimientos inertes, sensaciones incomparables.

El pasado 9 de enero puede ser testigo del relato que le sucedió a una joven, la historia que me contó, las palabras que usó, sus expresiones, hicieron que yo me quedara sin palabras ante la realidad que ella quería que creyera y vaya que lo consiguió, porque hasta el día de hoy, no pienso en otro cosa que no tenga que ver con ello.

No olvidaré ese día; anteriormente había dejado el auto en el taller por algún problema extraño que tuvo el motor, así que tuve que resignarme a que tomaría el metro, no fue una mañana agradable; compartir un trasporte en el que todos íbamos incómodos, era una pesadilla que en cada estación bajaran más de 15 personas y subieran el doble, no tuve ni un momento de respiro, todos me empujaron y fue muy incomodo tener que sujetarme solo de un tubo; no consigo creer que haya gente que consigue dormir en el transporte, vaya que extrañe mucho mi auto.
Baje una estación antes ya que no soporte ni un minuto más a toda esa gente sobre mí, por lo que tuve que caminar; llegue muy tarde, hasta un punto en el que mis pacientes ya se iban a retirar, con la decepcionante idea de que ésta sección seria cancelada.

Soy psicóloga en la especialización de la salud mental, trabajó en clínicas de ayuda que estudian las enfermedades mentales y encontrar los mejores tratamientos psicológicos a personas primordialmente con trastornos.
Esa mañana llegué corriendo, pero antes de que me vieran todos mis pacientes decidí relajarme y por fin entrar.

-Doctora, creímos que ya no vendría — me dijo uno de mis pacientes más leales, inscrito desde hace un año, el cual ya tenia maleta en mano.

-Disculpen el inconveniente, por primera vez e sentido lo que es en ir en un cohete espacial.

-¿Pero cómo dijo? — me interrogaron todos, esperaba que entendieran mi chiste.

-El metro... — les dije, hicieron una fingida risa, preferí dejar mi inútil chiste y comenzar de una vez con la sesión seria y profesionalmente — A lo que venimos, lamento la tardanza, no volverá a pasar — ví a cada uno de mis pacientes un promedio de 7 personas, espera... Eran ocho, a mi lado izquierdo, una joven de unos 17 años, con los brazos cruzados, recargada en el respaldo del asiento, me miraba apacible, su pierna derecha estaba enyesada hasta la rodilla, por lo visto hacia poco tuvo un accidente.
- Hola — le dije amable.

-Buenos días doctora — me respondió cortésmente, reacomodándose en su asiento, aun sin quitar la posición de sus brazos cruzados.
-Bienvenida, ¿Cómo te llamas?

-Althair Cabadallo - respondió de inmediato.

-Althair, que gusto, se bienvenida a nuestro grupo de ayuda, espero que te sientas cómoda.

-Es muy amable, gracias - sus gestos delataban su incomodidad en su tono gentil de hablar que me dio aún más curiosidad saber de ella.

-¿Por qué estas aquí? - le pregunté

-Mis padres me inscribieron - de una forma despectiva nos lo hace saber, completamente inerte en su asiento.

-Oh, han de tener una buena razón...

-¿Buena? Yo no lo llamaría así — me dijo burlona y la mire extrañada esperando a que continuará — ...No debí contárselos, nunca me creen y por ello realizan este tipo de cosas, fingen que no, pero me están tratando como una loca...

-Ten cuidado con lo que dices Althair, nadie está loco, esa palabra no se usa aquí. Si te inscribieron es porque tienes un problema difícil de resolver,
que daña todo tu ciclo social.

-Por favor doctora - su tono de hablar fue mas violento - Obligaron a su secretaria a inscribirme en su sesión, solo terminemos con esto, le aseguro que soy la persona mas sana en esta habitación, después de usted.

-No finjan que no estamos aquí — susurró una de mis pacientes.

-Disculpen... — dijo ella — No quise ser grosera, es que mis padres siempre buscan "ayudarme", no se imaginan lo que he vivido — se notaba tranquila pero sumamente triste.

-¿Cómo que? — pregunté, guardó silencio.

-No quiero hablar de eso, solo prosiga por favor, yo aquí escucho.

-Estamos en el tema 7 de nuestro temario "Restructuración Cognitiva" es una estrategia de modificar el modo de interpretación y valoración subjetiva, mediante el dialogo Socrático — parecía no haberme entendido — Hablar de el problema — dije en el lenguaje común.

-Entiendo — mencionó confundida.

-Gustas contarnos de lo que te sucedió, lo que según tú no entienden tus padres.

-No quiero desperdiciar el tiempo de su sesión con está larga historia y para ser honesta no quiero — me sonrió.

-¿Cómo quieres que la gente te crea si ni tu logras hacerlo? Nosotros te ayudaremos, tanto para despejarlo de tu mente como para superarlo y si es necesario buscar una solución a tu problema.

-¡Es que no tengo ningún problema! —  reclamó.

- Esta bien, eso dices, puede que para ti no lo sea, pero Althair hay gente que se preocupa por ti, quizás sea algo muy pequeño que no has notado, entiende esto, mi deber es ayudarte, solo eso... Ayudarte - use palabras más apacibles, no me hubiese gustado que se tornara agresiva - ¿No es así chicos? — de apoyo use a mis pacientes — ¿Nos dejas escucharte? — quería escucharla, saber que podría perturbar su mente, ya que todos al comienzo afirman lo mismo (no estoy enfermo) pero si sus padres creen que es necesario una sesión psicoterapeuta es porque algo no cuadra bien en su relato.

Tomé mi teléfono en lo que ella nos daba una respuesta, quería una grabación de voz de se relato, de esta manera seria sencillo analizar su problema, e identificar el tono en el que cuenta su experiencia, pero al juzgar por su mirada y tardanza al decidir si contarnos o no me parecía que de hecho había pasado por algo grave — Ten confianza, aquí nadie juzgara lo sucedido.

-Les juro que todo es real... — fue así como comenzó su misterioso relato.

Puedo VerlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora