CAPITULO 5

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Había sido una tarde divertida, la familia de Camil tenía una mesa pequeña que con esfuerzo llenaban, el tío Brasco constantemente iba a visitarnos para saber si todo estaba en orden como si fuera un mesero. Estaba sentada junto a Camil quien tomo el asiento de la esquina para quedar junto a su padre que se había acomodado en el asiento en medio de la mesa cuadrada como el padre de familia. De todo lo que había en la fiesta, la mejor parte era la comida cacera, rica sopa, carne y una salsa picosa, todo aparentaba ser tan perfecto.

Platicaban de diversas cosas, pero hasta el momento en el que volví a hablar fue tras la curiosidad me entro por los abuelos de Camil por un comentario en la memoria de su padre, el abuelo de Camil, lo que puso melancólico al señor Oscar, me dio curiosidad y susurré a Camil al oído:

- ¿Qué tiempo tiene que falleció tu abuelo?

-Mucho antes de que yo naciera. - De igual me susurra - No lo conocí, ni a él ni a mi abuela. Tengo una fotografía, en donde él tiene 7 años, y aun tiene a toda su familia, pero al poco tiempo falleció mi abuela, mi padre quizás tenía nuestra edad, cuando murió mi abuelo. Nunca habla de ello.

-Yo tampoco conocí a mis abuelos, no quiero imaginarme lo que habría sido perder a alguien...

A lo largo de la plática, puede enterarme de muchas cosas con respecto a la familia de Camil, sucesos de dolor y angustia que guardaba su padre, mejor dicho, un secreto guardado.

Dieron las 8 de la noche, el tiempo se había ido de volada y teníamos que irnos

-Fue un gusto, conocerlos a todos - dije despidiéndome de los que nos acompañaban en la mesa.

-Pero, aquí mi padre ya nos apura -menciono en broma Camil.

-8:30 tienen que estar de vuelta en el instituto - comento serio su padre - Así que vámonos ya - tomamos nuestras cosas, con el suéter ya puesto, nos despedimos del tío Brasco para pasar a retirarnos.

Me gustaría decir que esa noche fue una muy agradable, pero al final no lo fue. Subimos al auto, el señor Oscar volvió a tomar la carretera para llegar rápido, siguió hablando con su hija, intercambiaron unas palabras conmigo, iba tan a gusto que me sentía en la confianza de ponerme en medio de los asientos del piloto y copiloto.

- ¿Y te divertirse Althair? - pregunto ella sonriente y dando un ligero vistazo al espejo lateral.

Y todo fue tan rápido como para describirlo, en tan sólo ese instante sentí el temor de morir absolutamente hasta el límite. Frente a nosotros, se apareció un niño, lo vi tan solo por un segundo, se veía de 8 años, estaba pálido, su ropa parecía quemada, estaba recargado en una muleta ¿Qué hacía en medio de la carretera? Di un brinco del asiento y grité: - ¡Cuidado! - El señor Oscar también lo vio, sé que lo vio, por eso lo esquivo, pero eso trajo consigo que el auto se salió de la carretera llevándonos cuesta abajo, nos desplomamos, estaba tan aterrada que mi sangre se helo. Fue horrible, rogué porque no fuera nuestro final.

Cuando todo termino, el auto quedo volcado, yo estaba sobre los vidrios de la ventana, junto a mi asiento, agonizando de dolor, el asiento delantero me había comprimido la pierna derecha al momento de rodar, no veía claramente por el humo que salía del motor desecho, nos detuvo un árbol de eso estoy segura, intentaba salir, pero los vidrios no me lo permitieron, escuchaba de lejos la ambulancia, las luces rojas se acercaban, ya venían a rescatarnos; de la nada a unos metros de mí, estaba parada Camil, su falda estaba sucia, y no veía su rostro por la sangre, se veía débil y confundida, en el árbol se veía la sombra de un paramédico corriendo hacia nosotros, se agacho en mi ventana y me alumbró con una linterna, no oí lo que grito a sus compañeros, supongo que fue un "Están vivos", leí sus labios pero realmente no estoy segura, me saco rápido del auto y me cargo, recuerdo que le dije con mis últimas palabras - Ayúdenla... - y señale a Camil, pero me desmaye antes de ver o decir algo más.

Cuando desperté, estaba en una cama de hospital, estaba débil, adolorida, no sentía las piernas, mis brazos a lo largo tenían vendas, miré a mi alrededor y me llevé la gran sorpresa de encontrar a mi lado izquierdo sentados apretujadamente a mis padres y Tyler. Sentí un alivió, estaba agradecida por volver a verlos, por ser lo primero que vi al despertar, comencé a llorar, me sentía feliz, estaba viva.

-Mamá... - les dije desde la cama - Papá... - No me oían - ¡Tyler! - mi hermanito abrazaba a mamá, estaba sobre sus piernas, pero tampoco me había oído - ¡Tyler! - replique y esta vez lo había logrado, los tres despertaron y se pusieron muy felices al verme, mi hermano se abalanzo a la cama para abrazarme, ya extrañaba sus abrazos, mamá me acarició el cabello y luego muchos besos, papá no se veía nada contento, pero me dijo:

-Gracias a Dios estas bien... ¿Qué hacías en ese auto a esas horas? - mamá le dio un golpe en el hombro, nos hizo reír, pero a mi padre no le causo gracia y no dejo de verme hasta que respondiera.

-Fui a una fiesta - dije con miedo.

- ¿Con que permiso? - dijo enfadado.

- ¡Vasta Al! - exigió mi madre a mi padre - Lo que importa es que está viva después de ese horrible accidente.

- ¿Dónde está Camil y su padre? - dije algo agitada.

- ¿Camil? - dijo mi madre.

-La chica con la que venía, mi amiga - mencione muy cansada - ¿Dónde están? ¿Están bien? - papá tomó a Tyler y salieron de la habitación, mamá guardo un silencio profundo, me estaba asustando - ¿Mamá?

-La ambulancia llegó tarde para ellos - por fin dijo - Cuando llegaron ellos ya estaban... Muertos...

Oí como mi corazón se había desquebrajado como un jarrón contra el suelo, como mi espíritu se contorsionaba al escuchar las palabras de mi madre, de mis ojos brotaron lágrimas y de mi boca solo salía un desgarrador - ¡No! - repliqué una y otra vez - ¡No es cierto! ¡Mi amiga no! - sólo quería engañar a mi mente, o era mi mente la que me engañaba, mamá me tomó en brazos y soportó mis agonizante gritos de alteración; el doctor entro corriendo a la habitación y no sabría decir qué me inyecto, pero me hizo caer nuevamente en sueño.

Había sido como si la felicidad de aquel momento de ver de nuevo a mi familia no fuera nada, no hubiera significado nada, pues la desesperación que sentía simplemente me apuñalaba, el creer que no volvería a ver a mi mejor amiga. Yo había visto a Camil antes de que llegara la ambulancia, era creíble lo que me decían, porque pude verla, verla ya muerta.

Puedo VerlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora