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   Desde hace tiempo que mi vida es como una constante línea regular, sin mucha diferencia entre mis actividades diarias. Levantarme temprano, ir a trabajar, muchas veces dejando a algún hombre solo en la cama, salir del trabajo, a veces no hacer nada, a veces invitar a hombres a mi casa o ir al cine con ellos. Básicamente, nada que involucre compromisos. Nada de "Wen Jun Hui es sólo mío", "Te amo, Wen Jun Hui", "Lo siento, Wen Jun Hui, creo que me acabo de dar cuenta de que lo nuestro jamás va a funcionar a pesar de que hayamos salido por mas de tres años". Ahg! Todo menos ese tipo de cursilerías estúpidas, las odio. Estoy cansado de ellas.
   Es por eso que siempre ando con quien quiero y cuando quiero. Al igual que hoy. Estaba antojado de tener algo de compañía, por lo que le propuse a un chico de ir al cine. Él pasó a buscarme por mi casa y fuimos juntos allí, compramos los boletos y luego nos dirigimos hacia  el candy shop para comprar lo que íbamos a comer durante la película. Como yo suelo ir bastante seguido a ese cine, conozco a todos los empleados allí, la chica amable de la boletería (sólo es amable porque le gusto. Coquetea conmigo siempre que tiene la oportunidad), los chicos del candy shop (saben cuáles son mis gomitas favoritas y que mis palomitas tienen que ser dulces, ya que no las como si son saladas). ¡Incluso conozco a los tipos forzudos y súper sexys de seguridad! Pero, hoy había alguien a quien no conocía.
El chico era joven, obviamente un novato, ya que jamás antes lo había visto. Y, no sólo era joven y novato, sino que también era muy lindo. Tenía una sonrisa hermosa con dientes grandes y perfectos, labios finos, la línea de la mandíbula bastante definida y unos ojos pequeños pero  profundos; estaba seguro de que si me miraba fijamente a los ojos con una expresión seductora mis bóxers habrían salido volando por los aires por sí solos.
   Lo observé cuidadosamente, analizando cada detalle. Mi mirada lo recorría de arriba a abajo. No pude evitarlo. Me quedé embobado viéndolo. En especial cuando se volteó para buscar las palomitas que estaban en la barra detrás de él. ¡Por Dios! Jamás olvidaré ese trasero; la perfección de sus nalgas parecía haber sido creada por los mismos dioses. Un total deleite para la vista.
—Disfruten la película —dijo, con una amable y hermosa sonrisa que me derritió, a la vez que me sacaba de mis pervertidos pensamientos sobre su cuerpo.
   El chico que había invitado tomó las bebidas y yo las palomitas, a la vez que mis ojos se resistían a despegarse de aquel chico mientras caminábamos hacia la sala. Pero pronto lo perdí de vista y tuve que mirar hacia el frente, aunque seguía teniéndolo en la mente; iba a ser difícil quitarlo de allí. Cuando nos sentamos en nuestros asientos me di cuenta de que, distraído por el novato, había olvidado mis gomitas. Entonces, me levanté para volver al candy shop.
—¿Qué haces? —me preguntó mi compañía, confundido.
—Olvidé mis gomitas —contesté.
—No importan, tenemos palomitas —dijo él.
—Sí que importan, yo quiero mis gomitas —insistí.
—Pero la película está por comenzar.
—No puedo ver la película en paz sin mis gomitas —dije, irritado.
—Wow, realmente adoras tus golosinas —dijo él, divertido.
—Jamás te interpongas entre ellas y yo —dije, no tan divertido como él.
—Lo tendré en cuenta para la próxima vez —dijo, sonriendo.
—Si es que hay una próxima vez... —dije entre dientes, al darme la vuelta y caminar en dirección contraria a él.
   Volví sobre mis pasos en busca de mis amadas gomitas, ellas eran las únicas que me entendían. Y, mientras lo hacía, me di cuenta de que ésta vez yo tendría que entablar una conversación con el chico lindo. Mis pasos se volvieron mas lentos y comencé a sonreír; una gran idea se había plantado en mi mente.
   La cosa era que, el chico realmente me gustó. Era adorable pero varonil al mismo tiempo. Estaba claro que tan sólo era un niño, pero el tiempo y la experiencia te enseñan que no todo tipo adulto es maduro. El noventa por ciento de los hombres con los que había estado, que eran mayores que yo, eran todos unos idiotas, al igual que el que estaba en la sala esperando por mí. Finalmente terminé por verlos como objetos utilizables para la compañía o para el sexo.
Entonces, si no pude encontrar mi tipo favorito de hombres con los que tener noches de pasión o algo de consuelo cuando me siento solo en tipos más grandes que yo o de mi misma edad, ¿por qué no probar con algo nuevo? Jamás había estado con alguien menor que yo, será raro, pero me gusta arriesgarme. Ahora tenía un nuevo objetivo: conseguir algo con el chico nuevo.
   Arreglé bien mi ropa y mi pelo. Me acerqué al mostrador y, con mi sonrisa más deslumbrante y coqueta, le dirigí mis palabras por primera vez.
—Hola, cariño.

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora