Niño

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*Narra Chan*

   Entré a trabajar como cualquier otro día, me puse mi uniforme, y me coloqué en mi puesto. Pasaron unas horas, los clientes iban y venían. Todo era normal, hasta que lo vi. Mi corazón se aceleró, como si tuviese taquicardia, mis fuerzas desaparecieron y un cosquilleo característico se hizo presente en mi vientre. Acababa de ver a la única persona que lo causaba: Wen Jun Hui. Él acababa de cruzar la puerta y me estaba buscando con la mirada, se veía algo preocupado.
Por cierto, ¿olvidé mencionar que había ignorado sus mensajes y llamadas por casi una semana? Pues..., sí, lo hice. Pero, no porque no quisiera saber más de él, sino porque debía hacerme a la idea de que seguíamos siendo amigos y, tenía que admitir que estaba un poco dolido, ¡mi amor había sido, de cierta forma, rechazado! Tenía que tomarme un poco de tiempo para mí mismo.
   Yo estaba apoyando mi cara en mi mano, mientras lo miraba a él. Al darse cuenta de mí, y ver que seguía vivo, se apresuró a llegar hasta mí. Cuando estuvo parado delante de mí, me incorporé, tomé mucho aire y lo contuve en mis pulmones por unos segundos antes de soltarlo, juntando coraje para poder llevar a cabo mi plan de manera exitosa y no fracasar en el intento.
—Chan... —dijo, algo consternado por la preocupación, y ya volvía a tenerme a sus pies—, ¿por qué no contestas mis llamadas, o al menos mis mensajes? —preguntó—. ¿Estás bien? —tomó mis manos entre las suyas, que se sentían inquietas—. Entendí que necesitabas tiempo, pero, ¿ignorarme por una semana? No seas cruel... —su voz sonaba demasiado preocupada, a tal punto que me sentí culpable por verlo así—. Si... si no quieres nada..., lo entenderé —me miró a los ojos, los suyos se veían como si estuviese por llorar—, pero, por favor, sé sincero conmigo, al igual que yo lo fui contigo...
—Hyung... —con una gran sonrisa, lo llamé por primera vez de aquella forma, supuse que ya éramos lo suficientemente cercanos, ¿no?—, ¿sabías que te ves aún más lindo cuando te preocupas por mí?
   Su rostro se veía confundido; él no se esperaba aquello. Sus mejillas comenzaron a sonrojarse, y las mías también. Entrelacé nuestros dedos y lo miré.
—Gracias por pensar en mí... —dije, jugueteando con sus largos dedos—, es sólo que necesitaba asimilarlo.
   Él asintió, mientras me miraba, para asegurarse que lo dijera de verdad. Estaba claro que la situación y mi reacción lo habían tomado por sorpresa. Seguro creía que sería diferente.
—Entonces..., ¿estamos bien? —preguntó.
   Yo asentí, sonriendo y sin soltar sus manos. De repente, una gran idea se me ocurrió.
—¿Qué tal si nos vemos cuando termine mi turno? —le propuse, entusiasmado.
   Él dudó por un momento, pero, al cabo de unos segundos, retomó esa sonrisa que me causaba cosquillas en el estómago, aunque un poco más tímida, y asintió.
—Te estaré esperando aquí cuando salgas —dijo, dando un leve apretón a mis manos.
—Bien —susurré, y, sin quitar su mirada de la mía, lentamente, él se fue alejando de mí, hasta desaparecer por la puerta.
   Cuando él ya no estuvo en mi rango visual, una sensación extraña me invadió. ¿Esta sería una cita o sólo nos juntaríamos a pasar el tiempo? ¿Nos veríamos como amigos o como algo más? Estaba ansioso, nervioso y confundido. ¿Cómo debía tratarlo cuando estuviésemos juntos? ¿Y si lo trato como algo más y él se aleja? Mi plan era acercarlo, no espantarlo; no estaba seguro de cómo lograr hacer una sin hacer la otra también.
   Mordí cada una de mis uñas pensando en aquello; la inquietud carcomía mi cabeza. ¿Y si algo salía mal respecto a esto? ¿Y si no funcionaba? ¿Y si él se aburre de mí? ¿Y si él no quiere nada serio conmigo porque sabe que terminará aburriéndose de mí? Al fin y al cabo, yo soy un niño comparado con él. ¿Y si por eso él no quiere nada conmigo?, porque me ve como un niño. Una mano en mi hombro me trajo nuevamente a la realidad.
—Chanie... ¿estás bien? Hace rato que estás mordiéndote las uñas, si sigues te lastimarás... —dijo Jeong Han cariñosamente.
—¿Tú crees que soy muy joven? —le pregunté sin más.
   Él me miró, sorprendido por mi pregunta, pero, aún así, contestó.
—Claro -dijo—, tú eres mi pequeño bebé —me abrazó fuertemente, desbordando cariño maternal por cada inexistente poro de su perfecta piel.
—¿Qué clase de chicos te atraen? —volví a preguntar, y él me miró preocupado.
—Chanie... —me llamó, a modo de advertencia—, recuerda que tú eres mi bebé y—no dejé que terminase.
—¡No es por lo que piensas! —exclamé—, es sólo que me da curiosidad...
—Bueno... —se veía pensativo—, por lo general, me atraen tipos como Seung Cheol —dijo, y yo dirigí la mirada al guapo guardia de seguridad—, pero, por otro lado, Joshua... —él continuó hablando, y mucho, pero yo dejé de escucharlo luego de escuchar lo que quería.
   Aquel guardia se veía sexy y, cuando estaba serio, me intimidaba un poco. Tenía el cuerpo de un verdadero hombre, era un poco más grande que yo. Al decir que era guapo y atractivo, realmente no mentía. Dejé hablando solo a Jeong Han.
—¡Oye! ¡No he terminado de decirte los pros y los contras! —exclamó, antes de que me alejase.
   Entré en el baño de hombres y me paré frente al espejo, observando mi aspecto. Mis mejillas rosadas, mi cabello bien peinado, mi camisa totalmente abotonada, ¿cómo se suponía que luciría como hombre así? Refresqué un poco mi rostro con agua, despeiné mi cabello, desabotoné algunos botones de mi camisa y cambié la expresión alegre que tenía en mi rostro por una más seria. De esa forma, algo había cambiado.
   Al terminar mi turno, me quité mi uniforme y me puse mi ropa, adoptando el mismo aspecto que había decidido usar momentos antes. Una vez salí de los vestuarios, pude ver a Jun parado en la puerta, mirando su celular. Caminé temerariamente hasta él y, al llegar a su lado, llamé su atención.
—¿Vamos? —dije, con un tono más grave al usual, y parece que fue muy evidente, ya que él me miró extrañado.
   Me sentía algo insolente actuando así, pero estaba dispuesto a hacerlo si servía con mi relación con Jun. El recién mencionado asintió sin despegar la mirada extrañada de mí y comenzó a caminar torpemente.
—¿Dónde... —se aclaró la garganta— dónde quieres ir?
—Podemos ir a tu casa —propuse.
   Él me miró, abriendo un poco más los ojos y levantando una ceja. Entré en pánico, ¡¿eso era bueno?! Por dentro estaba muy nervioso, ¿qué tal si era muy rápido? ¿Y si no quería?
—Bien —dijo, interrumpiendo mis pensamientos, y aclarando nuevamente su garganta, a la vez que acomodaba el cuello de su camiseta con dificultad.
   Por un primer momento, él evitaba mirarme, pero, disimuladamente, lo hacía de reojo. Cuando se percató de que me había dado cuenta, no lo disimuló. Entonces, estuvo todo el camino observándome; no dejaba de hacerlo. Era como si estuviese viendo algo que no parecía real, ¡cuando sí lo era!
   Llegamos a su departamento y no supimos qué hacer por un momento; el ambiente se sentía extraño. De nuevo me encontraba allí, pero esta vez intentaría no escapar como las veces anteriores. Esta vez no me lo permitiría. Me acerqué a Jun y comencé a besarlo; él rápidamente me correspondió. Lo llevé hasta el sofá y luego lo empujé sobre este. Antes de subirme sobre él y seguir besándolo, decidí dar otro paso por mi cuenta: me quité la camisa, ante la atenta y casi atónita mirada de Jun, y, entonces, me subí sobre él, para continuar besándolo.
—Chan... -susurró entre mis labios, mientras lo besaba—,  ¿qué haces? —me separó un poco de él.
—Te demuestro que no soy un niño.

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora