Escapar

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*Narra Chan*

Era tarde, estaba oscuro y hacía frío. Yo caminaba a casa mientras me sentía como un idiota. Esta vez yo no quería irme, claramente, hasta el momento en el que Jun insinuó que debía irme. Ni si quiera lo insinuó, él acababa de echarme. Solté un grito de frustración al pensar en aquello. Todo estaba saliendo horriblemente mal; cada vez que me acerqué a él, que le di amor, él puso una barrera entre ambos. Pero, no entendía el por qué. Al fin y al cabo, él se acercó por primera vez a hablarme a mí.
Ya no sabía qué más hacer; las ideas se me estaban agotando. Estaba cansado, frustrado, humillado y, lo peor de todo, aún enamorado. No podía comprender por qué dar amor causaría tantos problemas. Normalmente, no es así, ¡todo lo contrario! Algunas lágrimas se escaparon y recorrieron mis mejillas. Rápidamente las limpié. Mi cabeza comenzaba a doler y ahora sólo quería pensar en dormir un poco, ya que mañana debía ir a trabajar.
Al llegar a casa, ya era muy tarde. La casa estaba a oscuras y en completo silencio. Eso facilitó las cosas para que, en cuanto tocara mi cama, cayera profundamente dormido. Pero, a pesar de dormir profundamente, tuve pesadillas. Me levanté algunas veces en la madrugada luego de soñar siempre lo mismo: << Yo no te amo... >>, dice Jun, aquello suena en mi sueño repetidamente, como en espiral, hasta que, sudado y agitado, sin aire en mis pulmones, me despierto de golpe.
   Cuando finalmente pude volver a conciliar en sueño luego de la última pesadilla, sonó mi despertador. Sin energías en mi cuerpo, lo detuve y fui al baño a cambiarme; literalmente me había dormido al tocar mi cama, ya que dormí fuera de las mantas y con la ropa que llevaba puesta. Me duché y me puse otra ropa. Al verme en el espejo, me di cuenta de que no exageraba quejándome de la mala noche que acababa de pasar, ya que mis ojeras eran enormes.
   A pesar de mi cansancio, fui a trabajar de todas formas. Con el pasar del día, me desperté un poco y tuve algo más de energía. Así fue, hasta que toda esa energía se transformó en sensaciones horribles y mi estómago se retorció, haciéndome sentir náuseas, inmediatamente, luego de ver el rostro de Jun. Me sentía como si hubiese despertado de otra pesadilla, recordaba las palabras que él decía en esta; resonaban en mi mente una y otra vez.
   Lo vi pasearse por el recinto, compró la entrada, pero, por unos segundos, se perdió entre la gente y no pude seguir viéndolo. Luego, volvió a mi campo visual, fue entonces cuando me di cuenta de que no estaba solo. Sentí la realidad golpearme justo en el rostro. Estaba más que claro: él sólo no quería nada serio conmigo, ya que se veía más que bien con el tipo con el que estaba. Porque, ¿qué tiene de interesante salir con un niño?,  ¿y eso qué le puede traer de bueno? ¿Verdad? El aguijón de la ira se clavó en mí y se extendió por todo mi cuerpo; me había vuelto una bomba de tiempo.
    Observé a ambos acercarse al mostrador y, como los otros estaban ocupados atendiendo a otros clientes, aquel tipo se acercó hasta mí y Jun lo siguió, de la forma en la que nunca me siguió a mí, de la forma en la que yo siempre lo seguí a él.
—Unas palomitas —dijo el tipo.
—Lo de siempre —lo corrigió Jun.
—¿Lo de siempre? —preguntó él—, ¿así de seguido vienes?
—Bueno..., tú sabes que me gusta el cine... —dijo Jun, algo incómodo.
   Miré a ambos estando juntos; estaba paralizado. Un nudo se había hecho en mi garganta. Me sentía enojado, tenía ganas de llorar, no lo podía soportar. Jun me observó por unos segundos.
—Chan —llamó mi nombre y pude sentir mis lágrimas amenazando con salir—, ¿te sientes bien?
   <<No...>>.
—Claro —aclaré mi garganta e hice como si nada—, ¿por qué habría de no estarlo?
—Te ves algo pálido... —comentó su acompañante.
—Así es mi piel —dije, molesto.
—Mentira, tus mejillas y labios siempre están rosados y nunca tienes ojeras, ¿acaso no dormiste anoche? —preguntó Jun, algo preocupado, de forma rápida y tan natural...
   No pude evitar observarlo, mientras sentía mi corazón a punto de estallar. Pareciera que se percató de que ambos lo estábamos mirando y de lo detallado que acababa de ser, por lo que aclaró su garganta y miró hacia otro lado. Les di sus palomitas y las gomitas, al ver esas gomitas mi corazón se encogió; las iba a disfrutar con alguien más.
—Disfruten la película... —dije, sin ganas.
   Ambos tomaron las cosas y pude ver como una de las manos de aquel tipo se posaban en la cintura de Jun. Mi sangre comenzó a hervir y mis puños y mandíbula se tensaron. Me molestaba no ser el único que pudiera tocarlo en esos lugares.
   Mi ceño estaba fruncido y aún seguía furioso. Al parecer había comenzado a asustar un poco a los clientes, ya que nade se me acercaba. De pronto, Jeong Han se acercó a mí.
—Chanie... —me llamó—, ¿qué ocurre?
—Nada —contesté, de mala gana.
   Él se me quedó mirando, sabía que yo era fácil de flaquear. Rápidamente me di la vuelta hacia él y lo solté.
—¡¿Qué no viste al tipo ese que entró con Jun al cine?! —exclamé, frustrado— Ni siquiera era tan lindo... —intenté autoconsolarme, pero la verdad era que él era muy apuesto.
—Entonces, por eso estás de tan mal humor... —dijo, sonriendo de lado.
—Sí...
—Vamos, Chanie. No te preocupes —dijo, alentándome—. Tampoco es que se pudiera hacer mucho en un cine, ¿no? —rió nervioso.
—Cierto... —dije, hasta que recordé la vez que nos besamos viendo aquella película.
   Recordé la forma en la que nuestras manos se tocaron, cómo nos besamos; recordé la primera vez que me sentí bien al besar a alguien. Las lágrimas volvieron a amenazar con salir, pero las contuve. Salí corriendo de mi puesto, mientras que Jeong Han me llamaba, preocupado, intentando que no me fuese.
   Lo ignoré. Corrí hasta la sala donde estaban, ya que había visto su ticket y sabía esa información. Entré, agitado, en la sala, en la mitad de la película, y busqué con la vista a Jun. Caminé hasta él y lo tomé de la muñeca, comenzando a tirar de él hacia fuera de la sala.
—¿Qué haces? —susurró, mientras se giraba hacia el otro tipo, que no sabía qué hacer exactamente.
   No le contesté, simplemente caminé fuera de la sala junto con él, y no pretendía detenerme, si no fuese porque él lo hizo.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —exclamó, soltándose de mi agarre.
   Ni siquiera yo sabía qué estaba haciendo, sólo seguía a mi corazón.
   —Yo... sólo no soporto verte así con él o... alguien más —contesté, dándome cuenta de que eso eran celos.
—¡No puedes llegar así hasta mí y tomarme como si nada! ¿Cómo te atreviste a hacerlo? No soy un objeto ni propiedad de nadie. Yo estaré con quien quiera, no con quien tú decidas. Entiendo que te guste, pero no tienes el derecho a ser así conmigo. ¡Lo que hiciste estuvo realmente mal, Chan! No creía que fueras así... ¡Realmente te pasaste de la raya! —dijo, dejando en claro que estaba furioso.
   Las lágrimas finalmente salieron, ante la dura mirada de Jun. Mi pecho dolía, tenía un nudo en el estómago y apenas tenía aire para respirar, sentía que apenas tenía fuerzas; sabía que mi corazón acababa de ser roto. Con fuerzas de las que desconozco de dónde las tomé, corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron. En ese momento, lo que más deseaba era escapar, escapar de allí, lo más lejos posible de todos y todo.

Hello, Sweetie • [JuNo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora